A. SHALOM YEHUDÁ

 Un intelectual jerosolomitano fascinado con Sfarad, en donde vivió y trabajó como catedrático de hebreo en la Universidad de Madrid, además de ayudar a que la comunidad de Sevilla tuviera por primera vez un rabino permanente.


El 17 de junio del año de 1877, en la ciudad vieja de Jerusalén, la familia Yehudá, que ya tenía un hijo, trajo al mundo a un segundo varón, al que llamaron Abraham Shalóm.

Su padre

Su padre, rabí Yejezkel Yehudá, había llegado a Jerusalén desde Bagdad;  era descendiente de Yosef Ben Sushán, ministro de la corte de Alfonso II de Castilla, y de David Soshán, famoso filántropo bagdadí del S XIX que ayudó con su fortuna al desarrollo de la comunidad judía sefardí en tierras mesopotámicas.  Rabí Yehudá fue un gran orientalista y librero, traductor y educador, nacido en Jerusalén en 1863, educado en yeshivot tanto askenazíes como sfaradíes, y con amplio conocimiento de varias lenguas y sus literaturas: ladino, yidish, hebreo, alemán, árabe. Vendió libros en Alemania -se casó con una alemana- y montaron una librería en El Cairo en los primeros años del S XX. En 1920 regresó a Jerusalén, donde dirigió el devenir de la comunidad de Bagdag. En su honor existe la calle Ha´Mizraján (el orientalista) en Jerusalén.

Así pues, Abraham Shalom creció educado en un ambiente culto, abierto, integrador y cosmopolita. Por parte de madre estaba emparentado con David Yalín,  su primo, fundador del sindicato de profesores hebreos y fundador entre otros del barrio jerosolomitano de Zijrón Moshé, y estudió con un discípulo del gaón de Vilna, Benjamin Rivlin.

 Tras varias publicaciones en prensa hebrea de Jerusalén y un libro sobre el árabe, en 1895, con 28 años de edad, partió hacia Alemania para cursar estudios del Medio Oriente en la universidad de Estrasburgo, que completó en la universidad de Heideberg, como doctor. Fue la época en que cultivó su amistad con el gran traductor y poeta Saúl Tschernijovsky. Luego pasó a Berlín, donde fue catedrático de Tanaj en el Midrash Superior de Estudios Judaicos.

En 1913 fue invitado a un ciclo de conferencias  sobre la Historia de Israel, en la universidad de Madrid  ( La invitación fue formulada por Yitzjak Yehudá Goldziher, padre de los estudios mediorientales , sefardí de una población aledaña a Budapest, a donde su familia había llegado vía Amsterdam. Sus 6000 libros fueron donados al morir a la Universidad Hebrea de Jerusalén)

En Madrid, hizo migas con Rafael Cansinos Assens, converso  retornado, sevillano de pro, que por aquel entonces ya se había labrado un nombre entre los literatos madrileños y que junto a Max Nordau, y otros, participó en la fundación de la primera comunidad judía de Madrid tras la expulsión. La primera de Sfarad era la de Sevilla, en la calle Lumbreras, que como se dice en ese enlace, tuvo también algo que ver el Dr. Yehudá Shalóm (Según el historiador Mario Méndez Bejerano, el dr Yahudá , aliado con el potentado Herbert P. Lousada, sefardí de Londres,  consiguieron darle al asentamiento judío sevillano un rabino permanente.

Sevilla causó una gran impresión a Abraham Shalóm, quien en  declaraciones a «The Jews Chronicle»,  comentó:

«No olvidaré jamás la memorable reunión en la que se acordó la constitución de la primera comunidad israelita que se establece en España desde los tiempos de la expulsión, precisamente en Sevilla, donde floreció, hace más de quinientos años, una de las mayores juderías del mundo…»

Además, aunque consiguió que crearan la cátedra de hebreo (pero que se anuló pronto por falta de alumnado) fue miembro de la Real Academia de la Historia, fue invitado en varias ocasiones a la corte -reinaba entonces Alfonoso XIII-  intercediendo ante el monarca por el futuro de los judíos del Imperio Otomano en tiempos de la Primera Guerra Mundial.

Además de todo esto, Abraham Shalom Yehuda viajó por diferentes regiones españolas, empapándose para siempre de su carácter y su historia, hispanificándose por completo, como quien cierra un círculo histórico-familiar inefable, atávico, telúrico.

No obstante, en 1921, acabada la guerra, y ya en marcha el proyecto de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que lo quería como catedrático fundador del departamento de estudios mediorientales, marchó a Londres, donde supo que a última hora se desestimaba su colaboración docente. Continuó entonces con su labor como conferenciante, publicando sus investigaciones en revistas científicas y periódicos cultos, haciéndose cargo de la llegada de la biblioteca de su mentor húngaro a la universidad hebrea, e  incluso ejerciendo como algo que en la e´poca era toda una novedad: publicista.

En su etapa neoyorquina

Pero Sfarad sigue en él, o él en Sfarad, y una de las más memorables conferencias que dio para promocionar la Universidad Hebrea (oficialmente inaugurada en 1925) fue la que dio en un espacio cercano a la Puerta de Damasco, donde asisitió todo Jerusalén -árabes, cristianos y judíos- para oir su disertación sobre La Edad de Oro en Sfarad. Al final de la conferencia, Yehudá se dirigió a los árabes asistentes  en la audiencia y les pidió que ayudaran a los judíos de la tierra  de Israel a revivir el legado de Al-Andalus.

No se sabe el motivo, pero año y medio después, abandona por segunda vez Jerusalén -dice que porque sentía mala acogida por los mandatarios sionistas- y se reinstaló en Europa.  Luego fue a trabajar a los Estados Unidos como catedrático en la universidad de Nueva York, desde donde continuó publicando sus libros y desde donde recopiló una magnífica colección de manuscritos hebreos exclusivos, unos diez mil documentos que hoy engrosan los fondos de la Biblioteca Nacional de Israel. A través de alguna carta de esa colección, que llegó a Jerusalén poco después de la Guerra de los Seís Días, conocemos la intensa red de contactos entre Beirut y El Cairo, entre Amsterdam y Damasco, para obtener esos manuscritos. De forma póstuma se editó un libro de recuerdos ,en hebreo, que s fundamental para quien estudia su preciosa obra filológica.

 

El día de la piedra fudacional de la Universidad Hebrea de Jerusalén en Har Ha´Tzofím.

Dr. Yehudá falleció en EE.UU.,  en el año de 1952. A su nombre hay una calle en el barrio de Talpiot, barrio fundado en la última época de su vida en Jerusalén, en donde por entonces se instalaba el premio Nobel Shay Agnon.