Una literata sefardí en México dedicada a la investigación del pasado sefardí, recoge este lunes el Premio Nacional de Artes.
Conocida por sus investigaciones sobre la literatura hispano-judía en el medievo, los estudios sobre la mística sefardí en la literatura mexicana y por la creación del género de las pseudo-memorias, detrás de su obra -copiosa, interesante y necesaria- hay una historia y una mujer.
Nacida en la Provenza (Francia) el 29 de diciembre de 1936, era hija de unos españoles del bando republicano que huían de la Guerra Civil Española, que había estallado cinco meses. Se refugiaron en casa de unos tíos de Angelina en Hyéres. Tras vivir un tiempo en Cuba, en 1942 la familia se radicó en México. Doctora en Literatura por la UNAM, donde es es profesora de literatura comparada. Cuando descubrió su ascendencia sefardí se convirtió al judaísmo. En 2017, como parte de la celebración de la IV Cumbre Erensya, que reúne miembros de comunidades sefardíes del todo el mundo leyó un conmovedor texto titulado “La niña en el balcón” en el que relata cómo tuvo ella conocimiento de su condición sefardí.
Bajo estas circunstancias suponemos fue para ella un gran honor recibir la Orden de Isabel la Católica (entre otros numerosos premios que ha recibido: Premio Xavier Villaurrutia en 1985 por su cuento «Huerto Cerrado, Huerto Sellado». En 1993, ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de novela con Dulcinea Encantada. También está en posesión de los premios José Fuentes Mares, Magda Donato, Woman of Valor Award, Manuel Levinsky, Universidad Nacional de México, Protagonista de la Literatura Mexicana)
Su producción literaria es amplia y profunda. Más de 50 libros. Su última obra , publicada el año pasado, sobre piratería, ha sido un nombradísimo éxito.
Pero hay muchas más: Morada interior , sobre Teresa de Avila, La lengua florida , El mercader de Tudela, La sal en el rostro, Dulcinea encantada, Areúsa en los conciertos, Castillos en la tierra y Molinos sin viento ; los dos últimos forman parte de una trilogía en proceso, denominada por la escritora, como seudomemorias, género de su invención y que consiste en rellenar las lagunas de la memoria con ficciones pero en vez de contarlo en primera persona, hacerlo en tercera. Una novela ,pues, en la que se narran dos planos distintos que convergen en cuanto a estructura y creando un alter ego, que en este caso se llama Albertina (y que es un nombre nacido de la fusión del nombre de su marido, Alberto, con el suyo propio, Angelina)
Este lunes 29 de octubre recibirá el Premio Nacional de Artes, siendo además la encargada de dar un discurso en nombre del resto de los galardonados.