ANTONIO ENRÍQUEZ GÓMEZ ,ALIAS FERNANDO DE ZÁRATE

Dramaturgo conquense de no poca relevancia pero fuera de los manuales de literatura a quien el St. Oficio no dejó tranquilo jamás, ni aun cambiándose hasta el nombre.


En el Siglo de Oro sólo había oro en la Literatura, pero dentro de la literatura áurea  no todo era de oro ; había , como en el resto de la sociedad, la obsesión de la limpieza de sangre, con sus denuncias constantes, juicios torturadores y condenas implacables.

Tal es el caso de Antonio Enríquez, nacido en la ciudad de las casas colgantes en 1600. Dramaturgo, narrador y poeta lírico  a quien la Inquisición no dejó en paz jamás . Y es más, no lo verás en un manual de Historia de la Literatura Española ni por asomo.

Su madre, cristiana vieja, era doña Isabel Gómez, natural del pueblo de Alcantud, cerca de Priego. Su padre, don Diego Enríquez Villanueva (1582-1642), natural de Quintanar de la Orden, en La Mancha, y descendía de uno de los pocos linajes conversos de origen castellano que en el último cuarto del siglo XVI aún seguían prácticas criptojudaicas (las de los denominados «marranos»). Desde 1588, la Inquisición prendió a casi todos los miembros de la familia. Entre los investigados estuvieron el abuelo paterno del poeta, Francisco de Mora Molina, ejecutado y quemado en Cuenca en 1592, la abuela , doña Leonor Enríquez, condenada a prisión hasta 1600 y más tarde hasta  su propio padre, condenado a confiscación de bienes en 1624. 

 Felipe Pedraza, catedrático de Literatura española en la Universidad de Castilla-La Mancha, en Ciudad Real, y director del «Instituto Almagro de Teatro clásico» además de  autor de obras que han sido guía para toda una generación de filólogos, publicó una biografía suya en condiciones, así como una edición crítica sobre su obra más famosa, las Academias Morales de Las Musas. A quien le interesare leer la crítica en la página de la Universidad de Navarra, puede hacerlo desde este enlace

La vida de Antonio Enríquez Gómez se puede dividir en tres épocas. La primera transcurre en España hasta su huida a Francia, en 1636 o a principios de 1637. Durante esos años ejerce de mercader y comienza a escribir comedias. El segundo período coincide con su exilio en Francia. Reside en Peyrehorade y en Bordeaux (importante enclave sefardí donde ya vivía un tío suyo) Vivió allí hasta 1643, para trasladarse luego a Rouen, también  importante colonia de judeoconversos oriundos de la Península Ibérica, donde permanece hasta 1649. El tercer período se inicia a finales de 1649 con la vuelta del escritor a España. Tras un año en Granada, inicia una nueva vida en Sevilla bajo el nombre de Fernando de Zárate. Finalmente, la Inquisición logra identificarlo y el 21 de septiembre de 1661 es arrestado y conducido a las cárceles secretas del castillo de Triana, sede del Santo Oficio sevillano. En esos calabozos muere por enfermedad el 19 de marzo de 1663, mientras se instruía su proceso –el tercero– por judaísmo. Dos años después, el 14 de julio de 1665, fue reconciliado en efigie en un auto de fe celebrado en la iglesia sevillana de San Pablo. Sus confesiones llevaron a la cárcel a un primo suyo en Lima , Perú. 

 En su obra , heterodoxa y racionalista -además de petrarqueña- no dudó nunca en denunciar al malsín, un término español derivado del hebreo para el concepto de delator (de lashón ha´rá, la malediciencia, el hablar mal de alguien) y sosteniendo que si bien el estado debe de atender a la religión no puede atribuirse la pretensión de doblegar el alma.
Según los archivos  inquisitoriales, Enriquez Gómez escribió estando en Francia varias obras para  los criptojudíos,  hoy perdidas por la mayor parte, como el poema épico «Israel sobre Tubal» , que profetizaba el futuro dominio del mesías judaico en España. Aún se conserva en copia manuscrita un ciclo de Sonetos sobre los antiguos Patriarcas del Viejo Testamento, la sátira Inquisición de Lucifer y visita de todos los diablos, y finalmente un largo Romance celebrando el martirio del estudiante don Lope de Vera, prosélito del judaísmo, quemado por la Inquisición de Valladolid en 1644. Esta obra, la única en la que Enríquez Gómez afirma sin autocensura sus creencias judías, contiene una polémica teológica contra el cristianismo, una confesión de fe en la ley mosaica y una profecía apocalíptica sobre el mesías que esperaba. El poema fue publicado por Timothy Oelman en 1986.