BENJAMÍN DE TUDELA

Notas sobre el judío más internacional de Tudela, autor de un Libro de Viajes único que aún guarda gran interés-


Tudela fue la mayor judería del Reino de Navarra -en algunas fuentes hebreas figura como localidad del País Vasco, sin que nadie ponga remedio al error, que rula de boca en boca incluso en mentes prestigiosas. Tan importante era el lugar en la Edad Media que el rey Sancho VI, el último rey de Pamplona y primero de Navarra, pasaba en Tudela los crudos, rudos y duros  inviernos medievales  de la región. Y  este monarca, tomado por sabio, accedió al trono cuando Benjamín ben Yona tenía tres años de edad: 1133.

Tudela no fue fundada por los musulmanes – en algunas fuentes españolas figura como que lo fue «por los árabes» (en España nunca hubo invasión árabe alguna, sino musulmana) y esto es algo que va de web en web , sin que nadie le ponga coto, por quien se cree que habla de judaísmo y se queda en turismo. Tudela es tan antigua que no se sabe a ciencia cierta el momento de su entrada al mundo, pero las pruebas arqueológicas la hacen celta, celtíbera, romana, visigoda y en el S VIII, eso sí, conquistada por el asolador de la cuenca del Ebro, casado con una nieta de Mahoma que era hija del califa de Damasco.

Dos siglos después de que los musulmanes la desarrollaran, llegaron a Tudela algunos judíos de la cercana Tarazona; se asentaron en lo que conocemos como la Judería Vetula (antigua) y construyeron, faltaría más, su sinagoga. Allí fue a nacer, en 1092,   Abraham Ibn Ezra, que ya de joven se fue para Córdoba para pronto huir de la crueldad almohade. Y en esas mismas calles nacerá un niño que tenía once años cuando Alfonso I , El Batallador, reconquistó al moro la visigoda, romana y celtíbera  plaza navarra. Ese niño era quien hoy conocemos como Benjamín de Tudela.

Benjamín ben Yona (Jonás, Paloma) en tanto que hijo de rabino,  tuvo acceso a la mejor de las educaciones posibles en su tiempo: aparte de Torá , Talmud y otras materias, dominaba el hebreo, el arameo y el  árabe , y no sólo  lenguas semíticas, sino que también era competente en latín, griego  y en lo que entonces era la lengua vulgar llamada romance, a punto de pasar a un estado de evolución llamado castellano. Muchos le dan por rabino, pero eso no está del todo claro. Su obra no va por el espíritu sino por la Tierra.

Hacia 1165, a la edad de 35 años, Benjamín tomó el mismo rumbo que el río Ebro, hasta su desembocadura, en Tortosa,  y comenzó así  un viaje (que durará quince Pesajim) y que trasvasará, en hebreo talmúdico, a un libro que le hará famoso en todo el mundo entonces conocido. Que el libro esté escrito en hebreo, la lengua más minoritaria de cuantas él dominaba, nos debe hacer pensar en algo que la crítica pasa inadvertido: el fin de la obra ; Benjamín de Tudela escribe no un libro de viajes medieval, sino una guía para comerciantes judíos entre Toledo y Bagdad, entre Constantinopla y Alejandría, posiblemente en pos de las rutas más occidentales de los judíos radanitas, que transitaron desde las más orientales costas de China con Toledo cuando faltaban siglos para que apareciera Marco Polo.

Otro indicio del carácter comercial de la obra Masa´ot Benyamín, Los Viajes de Benjamín,  es que ,como buen escritor, no aparece apenas su propio yo en el relato, como mucho sólo se le puede vislumbrar tras adjetivos de admiración subjetiva, pero el narrador no da detalles de cuáles fueron sus medios de locomoción,  las vicisitudes acaecidas y  los contratiempos topados , sino que el narrador prefiere hablar de la materia de su redacción; es así que opta no por contarnos sobre él sino detenerse en datos de la demografía hebrea del lugar visitado ,  medir las distancias interurbanas  en parasangas -unidad de medida de origen persa- ,  ponderar los mayores edificios y monumentos o avisar de  las peculiaridades del sitio, desde comentarios sobre los regidores a tomar en cuenta   hasta  relatar leyendas dignas de conocimiento.  Todo un periplo ilustrador del S XII,  desde la Península Ibérica a la Itálica pasando por la Balcánica y de Anatolia a  las profundidades de Oriente Medio y de la Península Arábiga, que circunvala para retornar a Sfarad desde Alejandría, vía maris, al menos hasta Sicilia. Los comentarios sobre Asquenaz parece ser  que no son suyos por observación directa, sino que los escribió de oídas.

La obra tuvo un gran éxito en el S XVI -edición príncipe en Constantinopla en 1543- y para el S XVIII se habían imprimido 16 ediciones y se había traducido a todas las lenguas europeas. La más recomednable es la de Londres, 1840, por R.A. Asher, porque lleva un aparato crítico de suma valía.

A finales del S XIX, el escritor yidish Mendele Mojer Sfarim escribió una sátira titulada Benjamín de Tudela III, en la que se atrevió a parodiar las aventuras de El Quijote. Por el contrario, el poeta Nathan Alterman compuso un poema alabando sus andanzas de andariego medieval y la compositora Nomi Shemer le puso melodía en los años ´70 del siglo anterior, para que lo cantaran diferentes cantantes israelíes. Aquí la interpretación de Shim´ón Bar