DAVID BAR YOSEF ABUDERHAM

Historia de un importante libro escrito en Sevilla en el S XIV cuyo autor mereció estar en el Libro de los Grandes de Ha´Jidá.


El 25 de noviembre de 1487 se publicó en Lisboa la edición príncipe de una obra que, nada más ver la luz, se convirtió en un codiciado texto para las comunidades no sólo de la Península Ibérica sino también allende sus fronteras. Y esto aun sin ser nuevo su contenido y ni siquiera tener título: siquiera sin que su autor fuera especialmente conocido. Hablamos de r. David bar Yosef Abuderham y de su obra, no titulada por él,  «Jibur Perush Ha´Brajot ve´Ha´Tfilot» (Texto interpretativo de las bendiciones y las oraciones») O popularmente: el Sidur de Aburdaham.

Aunque esa primera edición fuera en 1487, la obra se escribió en un tiempo mucho anterior -hacia 1340- en Sevilla. Abuderham (escogemos esta forma de transliteración porque es la más cercana al hebreo, pero hay muchas más) no sabemos si era sevillano o si es que vivía en Sevilla desde principios del S XIV. Sí sabemos -porque así él mismo lo cuenta- que era discípulo de de r. Yaakov ben Asher, rabino askenazí que se refugió de las consecuencias de sus persecuciones y calumnias en Toledo. Es decir, no sabemos si es que Abuderham fue desde Sevilla a Toledo a estudiar o, si después de estudiar, dejó las riberas del Tajo para ir a las del Guadalquivir. Es muy difícil rastrear biografías del S XIV.

Toda la historiografía consultable en todos los idiomas posibles coinciden en que el S XIV es un siglo marcado por la crisis, la ruptura de equilibrio. En el mundo judío hispánico también hay crisis, tanto interna como externa; por un lado, las huestes de Alfonso XI, el mismo año de 1340, triunfaron en la Batalla de El Salado, reduciendo el territorio musulmán al pequeño reducto del Reino de Granada. La judería sevillana vivía ya desde 1248 bajo las leyes de los reyes cristianos, pero cien años después vivirá las primeras violencias, acusados de ser los propagadores de la peste negra envenenando los pozos (cosa absurda, pues los judíos también bebían de esas aguas) Y por si fuera poco, también sufren las consecuencias de un gran terremoto a fines de agosto de  1355;  y , en 1391, la gran masacre -no es propio hablar de pogromo ruso  en  la Sefarad de 1391. A todo esto hay que añadirle que el s XIV comienza con una sequía pertinaz que genera una hambruna general, además de la pérdida de mano de obra campesina para paliar sus efectos.

Edición Amsterdam 1826

La comunidad judía, según Abuderham, también adolecía de problemas internos, tanto por disensiones organizativas como administrativas e incluso desórdenes de índole espiritual. Esta aseveración coincide con lo que consta sobre los judíos en la documentación conservada en los archivos catedralicios de Sevilla para la época de Alfonso XI.

Por ejemplo, en 1326, el rey ordena a los judíos sevillanos que abonaran al deán y cabildo los 30 dineros anuales según acostumbran a hacerlo. Esto es, por algún motivo, en 1326 no se han pagado los acostumbrados impuestos. Pero esto no parece haber sido una deuda puntual: en 1236 el rey ordena que los judíos que no hayan pagado los dineros anuales por insolvencia, que pagaran la cuarta parte de ellos a la iglesia de donde residieran. Al año siguiente se vuelve a ordenar el pago anual, que los judíos no abonan. En 1338 se les manda una carta para avisarles que pasado el plazo de pago se procederá al prendimiento de los judíos que no tuvieran nada que embargárseles. Es evidente que no hay dinero para pagar; pero no es que los judíos no puedan pagar, sino que entre los mismos archivos aparecen infinidad de mismos problemas para la población cristiana con los diezmos del aceite, por ejemplo.

Y en medio de esta situación del mundo material , r Abuderham escribe una obra en cuyo prefacio dice que lo escribe porque, según él, hay un amplio sector de judíos que no saben rezar ni cuando rezan saben lo que dicen; ni lo que tienen que hacer al rezar. Lo cual parece decir, o al menos insinuar, que hay un gran número de judíos que no es que se esté alejando del judaísmo sino que están al borde de convertirse al cristianismo. Así que, tomando referencias del Talmud -tanto Babli como Yerushalmi- y recogiendo las costumbres de las distintas comunidades -algunas de ellas, raras- escribe una especie de enciclopedia pía, dividida en tres partes, en hebreo muy claro, para poner orden -un sidur- en lo que tiene que hacer un judío cuando reza en la sinagoga, tanto en las fiestas como en los días normales de la semana -yamei jol.

El éxito fue total. Las copias del manuscrito se sucedieron de comunidad en comunidad, hasta que cuarenta y pico años después de la aparición de la imprenta se editó como libro en el otoño de 1487 en Lisboa. Y todavía sirve como libro de estudio para los estudiantes de las yeshivot, pues es referencia indispensable para las fuentes del rito. Y también para conocer cómo era el rito sefardí en sí mismo, como autoridad del mismo ante la asimilación interna de otros ritos en los que, precisamente por ignorancia, se incurre.

 Para los lectores de hebreo que quieran consultarlo, lo pueden hacer en este enlace