DELACROIX EN TÁNGER

Tánger, que fue cosmopolita, culta, moderna y fascinante, se puso de moda cuando la descubrió para occidente el gran pintor francés E. Delacroix.


Asomada al Estrecho de Gibraltar, por un lado, y a la provincia de Tetuán, por otro, la ciudad de Tánger tiene una historia palpitante que acabó, en las postrimerías del S XIX y principios de S XX, por ser epicentro exótico de diplomáticos europeos, escritores norteamericanos, flora y fauna de la farándula, artistas decadentes , junto a lugareños de Medias Lunas y Estrellas de David.

Tánger se puso de moda con alguien que detestaba las modas: Eugene Delacroix, que pasa por ser el mayor representante de la pintura del Romanticisimo en Francia. Los románticos, en su angustia vital ante la opresión de las reglas del mundo en que viven, siempre buscan la evasión de la realidad; una de esas formas , por ejemplo, es la de la búsqueda de lo exótico, por distinto y lejano, deleitándose en sus policromías y etnicidades.

Delecroix, en 1832,  decidió  viajar  medio año  a Marruecos y Argelia para ir en busca  de una nueva  luz deslumbrante por su sensualidad y  misterio. Esa decisión venía dada por haber sido invitado a acompañar al conde de Mornay y su amante, Melle. Mars, enviados por Francia a controlar al mulay Abderramán Hicham. El primer  día del año de 1832 partieron todos desde Tolón, junto a Marsella,  en la fragata La Perle, que atracó en Tánger  diez días después.

En Tánger -como en Fez y en Orán– esbozaría una serie de bocetos en acuarela que le servirían luego para pintar hoy conocidos cuadros, como Ceremonia Nupcial judía en Marruecos (1837) basado en una auténtica boda judía a la que el francés asistió en Tánger.

La Puerta del Judío, Delacroix

Uno de los grandes intereses de Delacroix era la indumentaria, que documentó profusamente en su obra.  Uno de sus mejores retratos, precisamente, es el titulado «Judía de Tánger en traje de gala»

 

El Hotel Villa de France, un clásico de Tánger por el que ha pasado todo el mundo, también tuvo como huésped a Delacroix, cuya visita le ha dado el honor de que uno de sus restaurantes -el que mira a la medina desde su terraza- sea llamado en su nombre.

Se edificó a finales del S XVIII para dar hospedaje precisamente a los diplomáticos franceses en misión en esta ciudad. Hoy, tras unos años cerrado, ha vuelto a funcionar y está declarado monumento nacional.

Desde sus habitaciones y terrazas escribió Delacroix sus sustanciosos diarios, repletos de datos para conocer tanto su propia persona, como su obra como la misma ciudad, de la que quedó prendado y que puso de moda en París, cuando regresó aquel verano de 1832-

 

 El famoso cuadro de las nupcias judías en el patio tangerino. Pintado en 1841 a partir de los bocetos que realizó in situ. Hoy está colgado en el Museo del Louvre. Quizás sea el más famoso de los cien cuadros que realizó a partir de la inspiración que le provocó el mundo marroquí y argelino. Abraham Benchimol, que era su guía enTánger, le propuso asistir a unos esponsales, como cuenta en sus propios diarios, por lo cual sabemos que dedicó especial interés a los vestidos de las mujeres, y que los músicos provenían de Mogador y habían sido enviados ex profeso por el sultán para deleitar a la misión diplomática, haciéndoles él aparecer en ese patio para el momento de la boda, que tuvo lugar, dice el diario, el 21 de febrero de 1832.

Músicos judíos de Mogador

Al igual que de las primeras impresiones reales hizo rápidos bocetos con acuarela que luego fueron grandes óleos, las notas fragmentarias de sus diarios le  sirvieron de esquema para escribir artículos que leyó todo París, llegando a provocar en un gran número de personas unas grandes ganas de visitar la ciudad de la que él hablaba, tanto en su propio tiempo como después, como por ejemplo Matisse, que se alojó en la habitación 35 del Villa de Francia.  Oscar Wilde, William Burroughs, Tennesse Williams, Paul Bowles y esposa, Truman Capote y tantos más.