DUNASH BEN LABRAT: DESDE EL S. X HASTA HOY

 El gran filólogo de la Edad de Oro del Judaísmo en Sfarad cuyo método de estudio del Hebreo permanece intacto hasta nuestros días.


La invasión musulmana de una gran parte de la Península Ibérica, entre los años 711 y 1492, no genera una etapa uniforme, monolítica, sino que se divide en distintas épocas. Así, la primera etapa sería primero un emirato dependiente de Damasco, luego una etapa en que se independiza de la capital de los omeyas, y seguidamente, en el año 929, la etapa  del califato de Córdoba, que dura hasta la guerra civil de 1031 con la desintegración del califato en numerosos pequeños reinos llamados taifas. La etapa del califato tampoco es homogénea y puede dividirse en dos grandes bloques, según sus cuatro califas. Pero de esas dos partes, la primera, es de gran importancia, pues entre los años 929 y 976 el mundo de Al Andalus, con capital en Medina Azahara, junto a la ciudad de Córdoba, va a vivir un esplendor único en el mundo de entonces, convirtiéndose en una gran rival cultural de las grandes Constaninopla, Roma, Bagdad.

En ese contexto, los judíos van a disfrutar de una gran época. En Jaén- entonces llamada Yayán- un rico judío había sido padre de un niño al que educó con esmero en todos los saberes del momento. JASDAY IBN SHAPRUT, que así se llamaba este hijo de la familia de los Ben Ezra, con el tiempo pasará a Córdoba (donde su padre construyó una sinagoga) y se convertirá, además de en médico, en visir del califa Abderramán III, algo así como vicepresidente del estado califal y ministro de exteriores. Hombre muy culto, cuando el emperador de Bizancio Constantino VIII le regaló el libro de «Materia Medica», de Discórides, S II , lo tradujo al árabe y lo convirtio en el germen de la ciencia de la farmacopea actual. Puesto que se relacionaba por carta con reinos como el de los Jázaros, en las estribaciones de lo que hoy es  Georgia, también esas cartas tienen que ver con la literatura hebrea, pues de las contestaciones del rey de los jázaros al visir judío se escribirá en 1040 (para cuando nace el Rambám)  una de las mayores obras de r yehudá Ha´Leví, EL KUZARÍ

Manuscrito original de D ben Labrat

Jasday ibn Shaprut deseaba convertir Córdoba en el epicentro de la sabiduría y el arte mundial, por lo que invitaba a asentarse en la ciudad a muchos destacados filóssofos, gramáticos, médicos, astrónomos, etc. Empezando por quien había sido el secretario de su padre en Jaén, Menajem ben Sharuk.

También otros vinieron del norte de Africa, como el gran rival de ben Sharuk: Dunash ben Labrat.

Nacido  en Fez -hoy Marruecos- en el año 920,  en su juventud fue enviado a estudiar a Babilonia, con Sa´adia Ha´Gaón, el último gran nombre de los sabios que conforman la primera era rabínica Jazal -acrónimo de Bendita sea la Memoria de Nuestros Sabios, los cinco grupos de sabios hebreos que compilaron el Talmud de Babilonia. Sa´adia Ha´Gaón -de la quinta generación de esa era rabínica, Los Gaones, Los Genios- pasa a la historia no sólo por su saber talmúdico sino por haber sido el primer gramático propiamente dicho de la tradición hebrea, con una interesante labor lexicográfica -El Diccionario Bíblico- en el que  pone de manifiesto el sistema trilítero de  las raíces semíticas  de los verbos: hasta hoy , aunque evolucionado, es la base de la creación semántica del hebreo, que siempre tiene tres signos del alefato para crear las raíces de las palabras.

En Córdoba, también al abrigo del visir,  trabajaba el gramático hebreo ya mencionado como secretario,  Menájem Ibn Saruq; nacido en Tortosa, hoy al sur de Cataluña,  pasará a la historia por el ser el primer editor del primer diccionario de hebreo:  Ha´Majberet , cuyo título no hace referencia a lo que hoy llamamos «cuaderno» sino a la «relación» (jibur)  de raíces entre las palabras.

 Dunash Ben Labrat será quien se dió  cuenta de que la tercera persona del singular del pasado es la forma pura de las raíces de los verbos, habiendo siete formas distintas; hasta hoy, como decimos, es el método de estudio de la lengua hebrea: el carácter trilítero del verbo, de donde se derivan los sustantivos y se crean los adjetivos.

Dunash Ben Labrat y Menajem Ben Saruq no se llevaban bien.  Cuando Saruk publicó su Majberet, Labrat publicó Tshubot (Respuestas) en donde da respuesta  a la lógica de las raíces del Majberet, que critica fuertemente, tanto por razones gramaticales como por motivos religiosos: lo acusó de ser un libro de la secta de los Karaítas (los cuales no admiten el Talmud, sólo la Tora) Además, las Tshubot iban dedicadas al nasí Jasday Ibn Shaprut en lo que sería la primera adaptación de la métrica árabe al hebreo. Saruk le critica querer arabizar la lengua hebrea. Labrat le reprocha no saber ver la íntima relación entre las dos lenguas semíticas aun siendo gramático.

Saruk, el secretario del visir,  fue despedido por  las acusaciones de herejía karaíta. Y Labrat , que también cultivaba la creación poética, tuvo el honor de que Ibn Ezra le nombrara como lo más granado de su  época en un poema dedicado a Yehuda Ha´Leví.

Pero el mayor de sus honores es, quizás, el que una de sus composiciones religiosas en verso -en hebreo, un género llamado piút– entrara en la liturgia hebrea  de todas las comunidades para ser cantado en la recepción del Shabat: Dror Yikrá, un clásico de entre los clásicos del legado judío, un piut versioneado de mil maneras a lo largo de todos los tiempos, como en esta ocasión por dos grandes cantantes israelíes, Shlomo Bar y Lior Elimelej.

En este piyut, como es bastante frecuente, la primera letra de cada verso crea un acróstico en el que se puede leer el nombre del autor.

También fue un gran compositor de adivinanzas y acertijos en verso (acoplando el sistema métrico árabe, basado en la cantidad de sílaba (largas y breves, como en latín)

Dime qué cosa es como plata refinada

y [sabe] como refrescante ambrosía.

Con su aroma un solaz en todas las direcciones se expande.

Las aguas de su dulzura irrigan a los sedientos.

 (LA MANZANA)

También fue un gran escoliasta, es decir, un  anotador, intérprete, parafraseador y comentador (generalmente anónimo) de los escolios (notas o breves comentarios gramaticales, críticos o explicativos, ya fueran originales o extractos de comentarios existentes, que se insertaban en los márgenes del manuscrito de un autor antiguo como glosa sucinta, lo que en hebreo se llama «masoras»).

Por este tipo de cuestiones históricas, la Academia de la Lengua Hebrea se rige por los parámetros marcados por la tradición sefardí, y no otra, y si surge duda, se remite al estudio entre los yemnitas, porque su aislamiento secular también ayuda a no contaminar formas lingüísticas.