EL MONUMENTO A LA TOLERANCIA EN SEVILLA

El presidente de Israel, Eduardo Chillida, Elie Wiesel, el alcalde de Sevilla, la Fundación Sefarad , unidos en la España de 1992 en el Muelle de la Sal.


1992 -cinco siglos después de la expulsión- España vivía los fastos (a veces nefastos) del Quinto Centenario, con unos Juegos Olímpicos en Barcelona y una Exposición Universal en Sevilla. En ese marco, el entonces alcalde de Sevilla, Luis Uruñuela Fdez. decide que hay que hacer un monumento en memoria de los judíos sevillanos que ardieron en los autos de fe del tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Dicho sea de paso, porque así es la Historia, esos autos de fe se perpetraron en el  Prado  de  San Sebastián; el mismo lugar donde en nuestro tiempo se celebra por todo lo alto y todo lo bajo la Feria de Abril.

Herzog, a tu izquierda, y Casiniello, comisario gral. de la Expo de Sevilla ´92

No era la primera vez que Sevilla honraba a esos sevillanos que fueron víctima de la intolerancia del fundamentalismo dominico. En 1980 ya se hizo un congreso para que los españoles tuvieran conocimiento de los hechos acaecidos entre 1481 y 1524: fueron quemadas en Sevilla más de mil personas bajo acusaciones de herejía, bigamia, blasfemia, sodomía, usura y otras. (Francis Morales Padrón, La ciudad del quinientos)

Fue en ese 1980 y a través de la organización de ese congreso cuando se empezó a hablar de la necesidad de encargar a un gran artista español una obra plástica que recordara ese triste pasado. La obra, después de muchas fatigas se consiguió inaugurar doce años después y no sin paradojas como que hubo oposición social a que un vasco  hiciera una obra por la tolerancia, aunque fuera un vasco de la talla internacional de Eduardo Chillida. Fue  el  duque consorte, D. Jesús Aguirre, esposo de la Duquesa de Alba, quien desbloqueó el proyecto.

 

El monumento costó 98 millones de pesetas y el costo total fue pagado por Mauricio Hachuel Toledano,  z´l´, presidente de la asociación Amigos de Sefarad y sefardí inolvidable en el panorama judío de la transición democrática en  España.

El emplezamiento elegido fue el muelle de la Sal, junto al paseo de Colón, el puente de Triana y el río Guadalquivir.

A la inauguración  -el Primero de Abril – asistieron, además de las autoridades del consistorio hispalense y el propio artista, el presidente del Estado de Israel, Jamím Herzog (y esposa); también Elie Wiesel, una de las voces hebreas más escuchadas en el ámbito de la tolerancia tras su paso por el Holocausto nazi, y cuyas palabras se reprodujeron, en lengua española, en una estela erigida junto al monumento.

El artista,  que no sabemos si sospechaba que el monumento sería con el teimpo objeto de múltiples actos vandálicos, a la hora de dar el discurso que inauguraba su obra, expresó lo siguiente:

No es mi intención dar ningún ejemplo a nadie, pero sería perfecto que algún día en Sevilla el pueblo judío, el árabe y el cristiano volvieran a darse la mano. Eso es precisamente la idea que refleja el monumento.

 

La escultura,  en el muelle de la Sal da la espalda al río  Guadalquivir y mira a la ciudad «con dos brazos abiertos, con los que pretende acogerla». El proyecto ha incluido la remodelación del muelle para que recobre su aspecto «sobrio e industrial».