EL PRIMER AUTO DE FE EN TOLEDO

12 de febrero de 1486 : la judería de Toledo asiste al primer auto de fe de la ciudad, pero nadie se acuerda de las 750 personas que aquel día fueron «reconciliadas»


El primer auto de fe de la Inquisición española -en otros países fue antes-  tuvo lugar en Sevilla el 6 de febrero de 1481. En Toledo, el primer auto perpetrado fue el domingo 12 de febrero de 1486, bajo un frío como sólo sabe hacerlo en los inviernos toledanos.

El auto de fe era un acto público en el que los condenados por el tribunal abjuraban de sus pecados y mostraban su arrepentimiento —lo que hacía posible su reconciliación con la Iglesia católica— para que sirvieran de lección a todos los fieles que se habían congregado en la plaza pública o en la iglesia donde se celebraba. En contra de lo que suele creerse, no se ejecutaba a nadie, sino que los condenados a muerte —los relapsos (reincidentes)— eran relajados al brazo secular, es decir, entregados a los tribunales reales que eran los encargados de pronunciar la sentencia de muerte —la Inquisición era un tribunal eclesiástico y no podía condenar a la pena capital— y de conducir a los reos al lugar donde iban a ser quemados —estrangulados previamente si eran penitentes, y quemados vivos si eran impenitentes, es decir, si no habían reconocido su herejía o no se arrepentían.

En 1887 el historiador  Fidel Fita publicó para la Academia de la Historia un informe sobre la Inquisición de Toledo, en el que cuenta que, según publicó en París en 1817 Antonio Lorente, lo que pasó en Toledo aquel gélido domingo quedó registrado por un cronista de la misma ciudad, el licenciado Sebastián de Horozco, que se basa en testimonio de testigos oculares del hecho y en un retablo que había en la iglesia de S. Pedro con la procesión de los reconciliados – 750 judeo-conversos salieron de esa iglesia.

El tribunal de la Inquisición se implantó en Toledo en el mes de mayo de 1485, siendo sus más altos responsables  Vasco Ramírez de Ribera, arcediano de Talavera de la Reina, y Pedro Díaz de la Costana, canónigo de Burgos. Juan de Alfaro, sevillano, era el alguacil. En la puerta de las iglesias clavaron un edicto en el que se anunciaba, sobre todo, que había un plazo de cuarenta días para que todos los nuevos cristianos que seguían practicando el judaísmo a escondidas se arrepintieran de ello. Pero nadie se presentaba. Es más, según esta fuente, había un motivo para ello:

É pasaron bien quinze dias que no venía ninguno á reconçiliaçión, por quanto los conversos, que en esta çibdad vivían, tenían ordenada una trayción para el dia de corpus christi, quando la gente christiana fuese en processión con el cuerpo de ihesu christo, salir en las quatro calles y matar á los dichos inquisidores é á todos los otros señores é cavalleros, é toda la gente christiana; é tenían ordenado de tomar las puertas é la çibdad é la torre de la iglesia mayor, é se alzar con la dicha çibdad contra el Rey. É plugo á nuestro Redemptor ihesu christo que la víspera del dia de Corpus christi fue sabida é descubierta la dicha trayçión; é gomez manrique, que era corregidor á la sazón en la dicha çibdad por el Rey, prendió á algunos conversos que eran en la trayçión, é supo la verdad é lo que tenían ordenado.

Al día siguiente de la procesión del Corpus ahorcaron a uno de los detenidos y al capitán de la torre, junto con otros cuatro hombres. El regidor de Toledo, Gómez Manrique -tío del poeta Jorge Manrique, el de las Coplas a la muerte de mi padre- contrario a esas penas (que despoblarían la ciudad y menguarian los impuestos) les impuso -valga la redundancia- una pena económica para pagar la campaña contra los musulmanes de Granada. Fue entonces cuando muchos «marranos» fueron a arrepentirse de no haber abandonado el judaísmo.

Pasados los cuarenta días, se promulgaron edictos de excomunión si antes de dos meses persistían en no admitir los hechos que se les imputaban. Como no había respuesta, dieron una prórroga de 30 días. Entonces llamaron a todos los rabinos de la ciudad para exigirles, bajo amenazas de penas económicas y hasta de cesación de cargos sinagogales, que  delataran a todos los cristianos nuevos que sabían seguían practicando el judaísmo.

Mientras tanto, unos judíos de  Villareal, que era como se llamaba entonces Ciudad Real, habían sido condenados como herejes; un tal Sancho, con su mujer, y un tal Pedro González,  trataron de huir en una barca por el puerto de Valencia, con tan mala suerte que un temporal los devolvió a tierra, los apresaron, y los llevaron a Toledo para ser condenados. Fueron los dos primeros herejes que fueron quemados vivos en Toledo.

El Primer Auto de Fe tuvo lugar el domingo de cuaresma del 12 de febrero de 1486 y en su organziación participaron siete parroquias:

sant vicente, sant nicolás, sant juan de la leche, sancta yusta, sant miguel, sant iuste, sant lorençe.

y el numero de penitenciados 750 personas -hombres y mujeres- que ante una multitud venida de lejos para ver la procesión-  salieron todos de la iglesia de S Pedro. Pese al frío, los hombres iban con el torso desnudo y descalzos.

é por el gran frio que hazía les mandaron llevar unas soletas debaxo de los pies por encima descubiertos, con candelas en las manos no ardiendo

Tremendamente humillados y asustados, ateridos de frío, caminaban en procesión profiriendo alaridos y llorando a lágrima viva, siguiendo el mismo itinerario que la procesión del Corpus Christi. Cuando llegaban a las puertas de la iglesia mayor, dos capellanes les hacían en la frente la señal de la cruz, diciendo:

 Recibe la señal de la cruz, la qual negaste é mal engañado perdiste.

Dentro de la iglesia había un cadalso -un tablado para ejecuciones y otros actos- en donde estaban los inquisidores. Y enfrente, otro, desde donde les dijeron misa. Al terminar, un notario se puso en pie y fue llamando uno por uno a todos los reconciliados. A quien llamaban debía decir, sí, y alzar la antorcha. Allí mismo se le leían todos los cargos por los que estaba imputado y se les daba la penitencia a cumplir.

seis viernes en proçessión disçiplinándose las espaldas de fuera con cordeles de cáñamo, fechos nudos, é sin calças é sin bonetes, é que ayunassen los dichos seis viernes; é les mandaron que en todos los dias de su vida no tuviesen ofiçio

La siguiente vez que se perpetró un acto de fe en Toledo fue poco después, el 2 de Abril de 1486, donde reconciliaron a novecientas personas.