El terremoto de Tzfat (Safed) del primero de enero de 1837,una gran pérdida de personas, libros y edificios.
La conocida falla sirio-africana, como sabemos, ha hecho que la tierra de Israel haya temblado de forma catastrófica en un buen número de ocasiones. Incluso en nuestros días se registran episodios sísmicos y algunos de ellos incluso son sentidos no sin desazón por la población.
El terremoto del primero de enero de 1837 fue uno de los más fuertes: azotó toda la región de La Galilea, dejando como consecuencia miles de muertos, además de destruir la ciudad santa de Tsfat (llamda Safed en lenguas occidentales). También dañó gravemente otra santa ciudad: Tiberias (Y en la región de Samaria, Shjém -conocida en occidente como Nablus. En la costa de la bahía de Jaifa, Ako, (llamada S. Juan de Acre desde la época de los cruzados) Incluso grandes daños en Natzrát (Nazaret), llegando la desolación del temblor también al Líbano, asolando Tiro y Sidón)
En realidad, este terremoto fue precedido por una serie de desastres que azotaron a Tzfat y al resto de La Galilea, con dos temblores: el primero, el 24 de mayo de 1834, a la una del mediodía; y el otro, a las nueve de la noche. Estos temblores causaron numerosos daños, pero con pocas víctimas. Los judíos de Tzfat, por si la desgracia fuera poca, también sufrieron a partir del 15 de junio los disturbios de sus vecinos árabes, que culminaron con lo que la historia de Eretz Israel conoce como el gran saqueo de Tsfat.
Aquel domingo 1 de enero de 1837 fue el 24 Tevet en la memoria hebrea. . A ciencia cierta, nunca mejor dicho, desconocemos el grado de magnitud del terremoto, debido a que el uso de las herramientas sísmicas modernas todavía no estaban implementadas en La Galilea (la escala de Richter se usaría solo un siglo después, en 1935) pero, según las estimaciones modernas, se considera que fue de una magnitud de entre 6,5 y 7. A esto hay que unir que muchos edificios ya habían quedado dañados en los terremotos precedentes y no habían podido ser arreglados. Por si fuera poco, una gran parte de edificaciones sucumbió a distintos corrimientos de tierras originados por el temblor. En Tiberias hubo una serie de tsunamis. Según los informes del Imperio Otomano, el número de víctimas en Tsfat fue de entre 1.700 y 1.800 personas, y en Tiberíades, unas 600. La estimación total ofrece el siguiente dato: entre 5,000 y 7,000 personas murieron en el terremoto. Lo cual es una gran cantidad si se toma en cuenta la baja densidad de población del lugar en aquella época, anterior a las distintas aliot askenazíes.
El terremoto fue un duro golpe para la comunidad judía de Tsfat; la comunidad sefardí se había radicado en la ciudad azul durante siglos, en especial después de la expulsión. Muchos judíos abandonaron Tsfat con la idea de reinventarse en otros lugares de Eretz Israel. Entre los muertos estaba. por ejemplo, R. Eliezer de Slonim, el rabino Yosef de Chortkov, el rabino David de Viska de Lituania, -uno de los Jasidim de Tsfat en ese momento- así como la señora Sarah, hija del rabino Yehoshua de Minsk.
Sir Moshe Montefiore visitó el lugar de la tragedia en 1839 para llevar a cabo un censo de la población judía, y empezar a trabajar por la reconstrucción de aquella comunidad.
No faltaron quienes creyeron que aquella desgracia era un castigo divino por atreverse a competir con la grandeza y santidad de Jerusalén. Sin embargo, otros judíos llegaron a Tsfat precisamente después del terremoto, creyendo que el temblor era una señal que anunciaba la llegada de El Mesías, como el rabino Tzvi Hirsch Lehrn, que se basaba en ciertas interpretaciones tanájicas.
R. Nisim Azulai, bisnieto de Ha´Jida, con quien estuvo en Livorno hasta su muerte, fue juez rabínico en la ciudad de Magnesia (cerca de Esmirna). editor y anotador de la obra «Shuljan Ha´Ṭahor» , La Mesa Pura, de Shabbetai Cohen (La Mesa Pura, Tsfat, 1836, vid. foto) tratado sobre las 613 mitzvot según el Rambám; pereció, alav ha´shalom, en ese terremoto del Primero de Enero de 1837 que los tsfatíes aún guardan en su memoria colectiva, rezando porque la tierra no vuelva a temblar.