ISAAC ABENACAR, UN CONVERSO DE LA ARISTOCRACIA

 Historia de un converso de principios del S XIV en Avila cuyos descendientes , a pesar de ascender a la aristocracia castellana, tuvieron que huir por el acoso inquisitorial. Isaac Abenacar.


A unos diez kms al sur de Amsterdam, siguiendo el curso del Amstel,  está el pueblo de Ouderkerkaan , en el cual se construyó , a principios de S XVII, por iniciativa de Saúl Levi Mortera,  el cementerio judío de Beit Jaím, que es hoy el cementerio judío más antiguo de Holanda. Puesto que se encuentra al lado del río Amstel, los muertos llegaban hasta al cementerio navegando río abajo en una barcaza desde Amsterdam. Las lápidas de sus tumbas están labradas en caracteres latinos y hebreos, con la peculiaridad de que algunas de ellas tienen representaciones de animales, incluso antropomórifcas. La lista de personalidades judías allí enterradas no es pequeña, pero el primero de todos los que allí fueron llevados en la barca para descansar fue Isaac Abenacar.

Isaac Abenacar se llamaba, como converso, Manuel Pimentel, alias el rey de los jugadores. El apodo se lo puso Enrique de Borbón, que entre  1572 y 1610 fue rey de Navarra (hijo de Juana III de Navarra y Antonio de Borbón) Luego, entre 1589 y 1610, fue rey de Francia, reinando como Henry IV. Es decir, que estamos hablando del marido de María de Médeci, cuyo médico era ELI DE MONTALTO

Pedro el Valiente

Isaac Abenacar descendería de otro converso, Diego Arias de Avila, judío  nacido como Isaac Abenacar, convertido  en 1412 por sus padres,  vecino de Segovia,  contador mayor de Enrique IV de Castilla -el hermano de Isabel La Católica.  Diego Arias de Avila sufrió persecución de la Inquisición -ocho denuncias de verle comer adafina en Shabat-  y los procesos acabaron por  expoliar  su fortuna. No obstante, su primogénito, Pedro, heredó el cargo de contador mayor, mientras que al segundón se le hizo obispo de Segovia. Pero el odio continuaba acechando a la familia y Pedro fue denunciado ante Enrique IV como traidor -lo cual era una calumnia-  pero  fue encarcelado.

Estaba casado con María Ortiz   COTA  con la que tuvo cinco hijos y dos hijas. Pedro murió en 1476, en prisión, y su primogénito, Diego, casado con una hija ilegítima del Marqués de Santillana, heredó el cargo;  además fue nombrado señor de Puñonrostro (sur de Madrid, donde el padre tenía propiedades) y Alcobendas, Villaflor, Casasola, San Agustín de Guadalix, Pedrezuela y Villalba. El cuarto señor de Puñonrostro , ya bisnieto,  Juan Arias Dávila,  fue nombrado conde  en 1523 y lo nombra Miguel de Cervantes en «La ilustre fregona»

Sábete, amigo, que tiene un Bercebú en el cuerpo este conde de Puñonrostro, que nos mete los dedos de su puño en el alma.

Pero en 1468 estalló en Sepúlveda (Segovia) un libelo de  SANGRE .  El obispo de Segovia, Juan Arias Dávila, ordenó la detención de 16 judíos acusándolos de perpetrar el presunto asesinato. Algunas fuentes dicen que hasta el mismo obispo fue salpicado por los hechos y tuvo que ir a Roma a defenderse, y nunca más volvería a Segovia, porque acabó dimitiendo como obispo. Mandó construir el palacio episcopal de  Segovia (ver foto de portada)

Y la cosa no acaba ahí, pues los descendientes de la familia fueron acusados de herejía por la Inquisición, cuenta Norman Roth en su monumental Medieval Iberia.

Probablemente sería este el motivo por el cual los Abenacar  habrían huido  primero a Portugal y luego, cuando se instauró la Inquisición en Portugal, pasarían a Amsterdam. (vid. The Other Within: The Marranos: Split Identity and Emerging Modernity)

Isaac Abenacar, o  Manuel Pimentel, como dijimos, fue el primer judío enterrado en Ouderkerkaan, después de haber sido amigo de Enrique IV, esposo de Maria de Médecis. El segundo judío enterrado en Ouderkerkaan fue precisamente el médico de María, Elie de Montalto.