ISAAC ABRAVANEL

 Apunte biográfico de un insigne sefardí a caballo entre las finanzas y las letras que intentó que se derogara el Edicto de Granada.


 Isaac Abravanel, personalidad singular dentro de la historia del sefardismo,  fue una figura histórica que compaginó la mística con la economía y la política con la exégesis hebrea. Además, fue miembro de  una de las más antiguas y conocidas dinastías de entre las hispano-hebreas, y de las sevillanas en concreto. La familia sostiene que desciende directamente de la Casa de David y que llegó a la Península Ibérica después de la Destrucción del Primer Templo. Y de esta estirpe de la aristocracia judeo-ibérica, Don Isaac será el eslabón entre el mundo hispano-hebreo y los sefardíes de primera generación.

Según cuenta  Amador de los Ríos en su «Historia de los Judíos», el fundador de la dinastía fue Yosef  El Sabio, o Yosef  Ha´Gaón, el rabino más instruido en Sevilla en la época de Alfonso X El Sabio -quien muere en 1284.

Fernando IV El Emplazado (1295-1312), nieto de Alfonso X El Sabio, tenía bastantes judíos en su corte. El principal de ellos, su valido -algo así como un primer ministro- fue Samuel de Belorado; el cargo de almojarife -ministro de hacienda, economía y finanza- lo ostentaba don Yehudá Abravanel. En 1310, cuando la campaña de reconquista de Algeciras (y por tanto, de Gibraltar) Yehudá Abravanel pagó a los genoveses por el avituallamiento de las huestes de D. Fernando. Cuando el rey murió, dejó dicho en su testamento que se  abonaran a Abravanel los 30.000 maravedíes que se le adeudaban.

El nieto, Samuel Abravanel, se convirtió al cristianismo tras el inicio de los tumultos antijudíos de 1378 en Sevilla, que llegarían a su máxima violencia con las masacres generalizadas de 1391. Esta conversión de Samuel, que ahora se llama Juan Sánchez de Sevilla, generó un cisma familiar y todos los Abravanel dejaron de hablarse con quien había abjurado del judaísmo. Y es más, viendo que el mundo cristiano de Sevilla se les hacía irrespirable en su constante acoso contra los judíos, decidieron abandonar la ciudad y radicarse en Lisboa. Juan Sánchez de Sevilla, el abuelo converso, se dedicó en Sevilla a medrar en sociedad  y amasar  una gran fortuna, gestionando la hacienda real como contador mayor, cargo que obtuvo mediante el  duque de Benavente; de esta forma, surge una rama de la familia que emparentará con grandes nombres de la nobleza española.

Ilustración del S XVI que representa a Don Isaac

 El  hijo del converso hispalense, Yehudá, fue padre en 1437 de un niño al que llamaron Yitsjak. Como hijo de una estirpe que tenía también renombre e influencia entre los príncipes de Portugal, el niño recibió esmerada educación tanto en Talmud y Torá, por supuesto, como en Filosofía.  Ya en su juventud escribió un primer libro, que trataba sobre la parashá semanal de Ki Tashé.  Luego empezó a escribir una edición crítica del Deuteronomio, pero abandonó la empresa cuando, ya teniendo que mantener una familia -fue padre de León Hebreo-  se le encomendó  suceder a su padre en el  cuidado de las finanzas de Alfonso V de Portugal, apodado el Africano por haber conquistado las plazas marroquíes de Alcasarseguir y Tánger.

  Alfonso V de Portugal conquistó también Arcila, en la costa atlántica del continente africano, en 1471; su objetivo era  controlar la ruta del oro sahariano;  Yitsjak Abravanel fue una ayuda indispensable para rescatar a los 250 judíos que estaban cautivos en aquella localidad, pues recolectó la suma de dinero que hubo que pagar por su liberación y, además, se hizo cargo de su manutención durante dos años, hasta que fueron admitidos en Sfarad como refugiados. Podía permitírselo: le unía gran amistad con los príncipes de Braganza, en especial con Fernando II, primogénito del duque Fernando I, y al administrar sus inmensos bienes,  recibía  a cambio grandes pagos en dinero y tierras. Es su época de máximo esplendor.

Pero la suerte le va a ser esquiva desde el 18 de agosto de 1481,  el día en el que muere el rey de Portugal. Su sucesor en el trono, Juan II, se enemistó con la Casa de Braganza, que era la protectora de los Abravanel. ¿El motivo? Juan II tuvo noticia de una  conspiración contra él, tramada por el duque de Braganza, el marqués de Montemor, Fernando II de Aragón -El Católico- y …él mismo. Temiendo por su vida, abandonó el reino portugués para siempre.

Se refugió en Castilla, en una plaza de la Orden de Santiago -Segura de la Orden. Desde esta localidad castellana,  Abravanel intentó explicar su situación al rey de Portugal, pero sus explicaciones no llegaron a buen puerto y todas sus propiedades le fueron confiscadas. Tuvo, eso sí, el favor de poder recibir a su hijo y a su esposa.

 La pérdida de la honra y la fortuna le sumieron en una crisis espiritual que le recordaría a sus ancestros sevillanos.  Retomó, entonces, a su abandonada faceta intelectual, terminando la redacción de  sus libros sobre Yehoshúa Ben Nun, el Libro de los Jueces y los dos del Profeta Samuel.

 Por esta época trabó amistad con ABRAHAM SENIOR ,hispano-hebreo de gran ascendencia en la corte castellano-aragonesa; se convertirá en su protector y será la llave que le abrirá el palacio real. Cuando iba a empezar el trabajo sobre el Libro de los Reyes, en 1484,  fue llamado por los Reyes Católicos para  una audiencia en Tarazona,  en la que se le ofrecía que se ocupara de las finanzas reales como había hecho con las del reino de Portugal. Aceptó el cargo y, además,  expuso un plan para sacar de la ruina a la realeza. Durante ocho fructíferos años trabó fuerte amistad con los monarcas, que le apreciaban sinceramente: no en vano fue quien les prestó dinero para la guerra contra el reino nazarí de Granada.

 Pero mientras tanto se cuajaba la maquinación del odio de la Inquisición hacia los conversos y los judaizantes. Abravanel, cercano a la corona, debía ser consciente de ello, afincado primero en Toledo, después en Alcalá de Henares; y tuvo que haberlo  hablado con Abraham Senior, rabino mayor  y dayán de las aljamas de Castilla, además de arrendador real de las arcas de los Reyes Católicos.

 LLegado el año de 1492, los Reyes Católicos emitieron el EL EDICTO DE GRANADA. Abravanel aprovechó su privilegiada posición de cercanía a la corona para intentar la derogación del edicto. Incluso les ofreció, por debajo de la mesa, una importante suma de dinero si cambiaban de opinión. Pero fue en vano. No había posibilidad de marcha atrás. Dicen que los reyes quedaron absortos cuando se hizo efectiva la partida de los Abravanel, pues estaban seguros de que abrazaría la conversión al catolicismo y podrían seguir disfrutando de sus valiosos servicios.Pero la decisión era firme: no se convertiría. Tuvo, eso sí, un prebenda real: salió de España pudiéndose llevar su fortuna, lo que no se permitió a ningún otro judío ni castellano ni aragonés.

 A la hora de escoger refugio, su familia zarpó hacia Nápoles, reino conquistado por Alfonso V de Aragón en 1458. Para 1494 reinaba allí -toda la mitad de la Península Itálica, no la ciudad de Nápoles-  Alfonso II (sobrino por vía paterna de Fernando II de Aragón) Abravanel pasó a hacerse cargo de las finanzas de Alfonso. Pero Carlos VIII El Cabezudo, rey de Francia, quería extender sus reinos por todo el Mediterráneo, incluso quería conquistar Tierra Santa y empezó por Italia. Abravanel, a quien por segunda vez confiscaron su hacienda,  huyó a Sicilia, primero, y luego a la isla de Corfú, para terminar en  el puerto libre de Monopoli, una pequeña población cercana a Bari, en la región de Apulia, donde volverá a retomar su labor intelectual. Terminó allí su obra sobre Pésaj. Y a petición de su hijo Samuel, que estaba en Salónica, escribió una obra sobre el tratado talmúdico de Avot. También una trilogía de tintes mesiánicos, «Los manantiales de la salvación.»  Pero el puerto veneciano  de Monopoli fue conquistado por los españoles en 1503, por lo que tuvo que abandonar también este lugar. Y se fue a Venecia.

 En Venecia trató de convertirse en intermediario de los comercios de perfumes y esencias de los venecianos con los portugueses. Pero ya era mayor, de 71 años, y murió en el jol ha´moed de Sukot. Fue enterrado en el antiguo cementerio judío de Padua. Su lápida fue destruida en 1509, el mismo año en que murió y fue enterrado.

Placa en su recuerdo en Padua, donde se reunió con sus padres

 Su más famoso hijo fue Yehudá, el filósofo y poeta  conocido como León Hebreo, nacido en Lisboa cuando su padre aún estaba en la corte portuguesa.

 Su familia, a la postre,  emigró a las Provincias de los  Países Bajos, de donde como tantas otras familias luego pasarían a  Londres cuando en 1656 se permite el retono de los judíos a Inglaterra; e incluso también se diseminaron los miembros de esta importante estirpe -alkurnia, en ladino- por distintos lugares del Imperio Otomano.

A principios del S XIX, algunos de sus descendientes pasaron a Eretz Israel. Fue una de las primeras familias en vivir en el proyecto de Montefiore para salir de las murallas de la Ciudad Vieja, atenazada por el hacinamiento y por la desidia de las autoridades otomanas.

Según una  carta fechada en 1923,  del pintor Leonid Pasternak, padre de Borís Pasternak, al poeta nacional israelí, de origen también ruso, Jaim Najman Biálik, los Pasternak descendían de Isaac Abravanel.

Sus obras como posek -exégeta de La Ley y en su caso también de los Nevi´ím (Profetas)- siempre tuvieron muy buena acogida y han dado lugar a infinidad de trabajos académicos dentro del mundo de la teología hebrea hasta nuestros días, pues su profundidad y conocimiento del judaísmo no es cota alcanzada por muchos, a pesar de que admite no haber estudiado Kabalá, aunque en sus obras hay numerosas citas del Zohar Ha´Kadosh -el manual primigenio del mekubalismo.

Bibliografía básica:

  • B. NETANYAHU, Don Isaac Abravanel Statesman and Philosopher, Nueva York, Jewish Publication Society of America, 1953 (trad. castellana de C. Morón Arroyo, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2004)
  • F. CANTERA BURGOS, “Don `Ishaq Brauanel’. (Algunas precisiones biográficas sobre su estancia en Castilla)”, en Salo Wittmayer Baron Jubilee I, Jerusalem, American Academy of Jewish Research, 1975
  • A. SÁNEZ-BADILLOS J. TARGARONA BORRÁS, Diccionario de autores judíos (Sefarad. Siglos X-XV), Córdoba, Ediciones El Almendro, 1988