ISRAEL Y EL GOLPE EN CATALUÑA

 Angel Mas, presidente de Acción y Comunicación en Oriente Medio (ACOM), reflexiona sobre el asunto de la independencia catalana en relación a Israel.


En estos días de preocupación en España, ACOM, la organización de diplomacia pública de referencia a favor de Israel en nuestro país, se ha manifestado, como no podía ser de otra manera, firmemente en defensa de nuestra democracia constitucional. En las últimas semanas, hemos apoyado a nuestras fuerzas del orden en su ejemplar misión y aplaudido a la Comunidad Judía de Madrid, primero, y a la Federación de Comunidades Judías de España, después, en su vigorosa defensa del Estado de Derecho y de nuestras instituciones y por su apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Así mismo, llevamos años denunciando el cariz evidentemente antiisraelí del nacionalismo catalán exaltado, que llevó a la instauración de boicots antisemitas en ayuntamientos como los de Barcelona, Barberà del Vallès, Sant Adrià del Besòs, Terrasa, El Prat y un largo etcétera, ciudades donde millones de personas han sido sometidas a los designios judeófobos de sus dirigentes.

ACOM ha sido frecuentemente atacada en redes, precisamente, por su lealtad compartida a la España constitucional y al Estado Judío. Pero hemos ido más allá: hemos denunciado públicamente la vinculación entre grupos secesionistas y el islamismo yihadista, algo sobre lo que hemos llamado la atención en todos los foros internacionales.

Sobre la base de esta credibilidad, muchos amigos nos preguntan estos días nuestra opinión sobre la posición del Estado de Israel en relación al conflicto abierto por el intento golpista en Cataluña. Con ese fin, compartimos unas consideraciones:

– España e Israel son dos países aliados y amigos. Por eso los sionistas españoles podemos mantener una lealtad compartida a ambos Estados perfectamente coherente y no conflictiva.

– El Gobierno de Israel ha mantenido una postura exquisitamente respetuosa hacia España y los españoles al considerar este conflicto un asunto meramente interno sobre el que no tiene nada que opinar.

– Nos consta que las relaciones entre ambos Gobiernos siguen siendo extraordinariamente fluidas y cordiales. La mejor prueba de ello es la planeada visita de Estado a España, la próxima semana, del presidente de Israel, Reuven Rivlin. Hay gestos más poderosos que cualquier declaración.

– También es cierto que, en su intento de búsqueda de aliados extranjeros y con el objetivo de internacionalizar el conflicto, las Administraciones separatistas catalanas han cortejado sin cesar a Israel. El resultado hasta la fecha ha sido CERO APOYO, CERO LEGITIMACIÓN.

– A pesar de no contar con ninguna evidencia al respecto, grupos que dicen apoyar a Israel desde posiciones separatistas y personas próximas al Gobierno secesionista destituido han extendido el bulo de una supuesta afinidad de Israel con su causa, que incluiría el apoyo económico a la nueva república, el asesoramiento en materia de servicios de seguridad e inteligencia e incluso el suministro de las urnas para su grotesco referéndum ilegal. De todas estas intoxicaciones se han hecho eco algunos medios, por lo general marginales, creando a veces desconcierto entre los amigos de Israel en toda nuestra nación.

– A la vista de su querencia por las ensoñaciones, los bulos, la manipulación y las fake news más disparatadas, otorgar el menor crédito a piezas promovidas por los agitadores separatistas sólo sirve para seguirles el juego.

Entonces, ¿por qué el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu no ha hecho una declaración más explícita de apoyo a España?

En ACOM no podemos interpretar los motivos del Gobierno de Israel, y esperamos que ese apoyo claro y contundente se produzca. Pero, aparte de aportar datos frente a rumores (declaraciones oficiales, visita del presidente Rivlin), nos gustaría apuntar también algunas ideas:

– La clase política israelí, que vive en una atmósfera generalmente caótica y que suele arrojar opiniones harto divergentes, ha mantenido, con muy contadas excepciones, una moderación extraordinaria sobre el asunto catalán (mucho más que la de muchos de nuestros aliados más próximos). Modestamente, esperamos que la labor informativa y educativa de ACOM haya contribuido a ello.

– Los medios israelíes han ofrecido una cobertura del asunto similar a la de cualquier otro país, y ha ido virando del sensacionalismo ligado a imágenes de cargas policiales a la serenidad del análisis. La respuesta vigorosa de los judíos constitucionalistas españoles, ofreciendo en medios israelíes una versión obviada en un primer momento, ha sido muy importante.

– La opinión pública israelí está tan desinformada de los asuntos internos de España como la española de los israelíes. Pero esa opinión pública no es ajena a los boicots antisemitas que siguen perpetrándose en España, ni a las posiciones adoptadas por nuestro Gobierno en asuntos que, aunque aquí no llamen la atención, en Israel son considerados clave.

– En circunstancias en las que el Gobierno de España, y en particular nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, ha tenido la oportunidad de manifestarse como un amigo y aliado fiel del Estado de Israel, no ha estado a la altura y ha optado por la equidistancia entre el agresor y el agredido, entre el Estado legítimo de Israel y los agitadores palestinos, con su carga de intimidación, violencia y propaganda. Sirvan como ejemplo las protestas exageradas ante cualquier construcción en zonas disputadas, las expresiones desafortunadas ante cualquier atentado antiisraelí, la votación contraria a Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU presidido por España, las sucesivas votaciones en la Unesco negando el carácter judío de Jerusalén. Una más: mientras el Gobierno de España promueve la Ley de Nacionalidad para Sefardíes, un hito histórico, y nuestro Parlamento mantiene un importante y activo Grupo de Amistad con Israel, Administraciones públicas españolas financian abiertamente actividades de hostigamiento contra el Estado de Israel, sus empresas, sus ciudadanos y todos aquellos que los apoyemos en España, y miles de españoles viven en localidades y provincias donde Israel está formalmente boicoteado de forma ilegal… sin que la Fiscalía actúe de oficio.

Los sucesivos Gobiernos de España se han acostumbrado a esta anormalísima relación asimétrica, en la que la permanente lealtad de Israel hacia España se ve respondida con gestos de amistad variable y actos de hostilidad por parte de esta última, algo que mencionó recientemente en un artículo el presidente del Grupo de Amistad con Israel en el Congreso.

En este contexto, en el que la respuesta diplomática española ante cualquier violación de la integridad territorial israelí ha contenido expresiones equidistantes y llamadas a la “contención” y la “proporcionalidad” en las respuestas del agredido, cualquier exigencia diplomática española para que Israel manifieste de un modo más asertivo su defensa de la integridad de España resulta, lamentablemente, poco razonable, y si se produjera sería una nueva muestra de extrema generosidad por parte de Jerusalén (capital de Israel que tampoco reconoce España, que mantiene tozudamente su embajada en Tel Aviv).

Pero la amistad entre España e Israel, el vínculo que nos une, es fuerte y duradero. Nos aproximan valores e intereses, y los que guardamos una lealtad compatible a ambos Estados debemos seguir reforzando esa solidez.

En estos tiempos de catarsis que vivimos en nuestro país, la actitud respetuosa del Gobierno de Israel merece mucho crédito del que se le da. Esperamos que el Gobierno de España reflexione sobre los comportamientos de nuestra diplomacia hacia el Estado de Israel, comportamientos que hubieran sido impensables por parte del Estado judío en estos días de inquietud y desasosiego, y recuerde la próxima vez el valor de un gesto de solidaridad, amistad y apoyo a un aliado en momentos de necesidad.

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