JUAN DE LUCENA E HIJAS

 Historia del primer impresor de literatura hebrea en Castilla.


 Aunque lo pueda parecer, Juan de Lucena no es ningún natural de esa localidad cordobesa, sino que vino al mundo en Toledo en algún momento entre los años 1430 y 1440. ( No hay que confundirlo con su homónimo, el soriano eclesiástico hijo del converso Martín González, alias El Macabeo, médico del Marqués de Santillana) Su padre, converso de la generación posterior a  la masacre de 1391, fue Francisco de San Martín y  su madre se llamaba Leonor Martínez, viendo la familia en la parroquia de San Miguel, de Toledo.

 Juan de Lucena sería ya un joven mancebo cuando el mundo conoció la imprenta; y aunque su primera actividad será el comercio, el gran invento de la imprenta será el instrumento innovador con el que Lucena se va a ganar la vida; pero esto no tendrá lugar en Toledo, sino en la localidad Puebla de Montalbán -la localidad a 30 kms de Toledo conocida por ser la patria chica del  converso Fernando de Rojas, autor de «La Celestina». Allí casó con Teresa de San Pedro -otro nombre de ascendencia conversa- con quien tuvo seis hijas: Beatriz, Catalina, Leonor, Teresa, Guiomar y Juana.

 En 1467, cuando aún vivía en Toledo, fue testigo ocular -y hasta cierto punto, víctima- de los gravísimos disturbios llamados Fuego de la Magdalena, que es el tercer evento anti-judío en Toledo tras la masacre de 1391 y la revuelta de Pedro Sarmiento en 1449. En 1467, a la tensión religiosa se le agrega la tensión política: en 1465 se había realizado la llamada Farsa de Avila, un acto ilegal que depone a Enrique IV y proclama como Príncipe de Asturias a su hermanastro,  Alfonso de Trastámara. Los cristianos viejos apoyaban a Alfonso. Los judíos a Enrique. En los disturbios de la Magdalena ardieron cuatro mil hogares, los conversos intentaron quemar la catedral toledana, y muchos conversos se vieron obligados a abandonar la ciudad. Los De Lucena se fueron a refugiar en Sevilla.

 En Sevilla, Juan de Lucena enviudó mientras que nacía el Tribunal de la Inquisición. Y fue uno de los primeros conversos en estar en el punto de mira de los dominicos. Así que, en el verano de 1481, decidió dejar las riberas del Guadalquivir para volver a las del Tajo. Pero no para vivir todo el tiempo en Toledo, sino alternando con su casa en la Puebla de Montalbán.

 De Lucena, con el concurso de sus hijas, va a ser el primer impresor de literatura hebrea en Castilla. Lo sabemos porque en 1902 un historiador descubrió el proceso inquisitorial que se abrió contra una de las hijas, Teresa. También se conservan algunos legajos de lo que imprimían: un Tratado de Yom Kipur, partes del Talmud de Babilonia, un Jumash del que se conservan seis folios, junto a otros siete de literatura sapiencial, el Mishné Torá del Rambám. Aunque estas obras se distribuyeron de tapadillo entre conversos poblanos y toledanos, su clientela mayor eran los judíos del reino nazarí de Granada.

 Pero en 1485 se instaura la Inquisición en Toledo. Sabiendo que sería uno de los primeros en caer en manos de los inquisidores, Juan de Lucena salió de Castilla y se instaló en Roma. Algunas hijas, ya adultas, prefirieron partir hacia Portugal. Pero otras dos hijas, Teresa y Catalina,  se quedaron en Toledo y no tardaron en ser llamadas a testificar, acusadas de guardar Shabat. En el primer proceso se les impuso una leve multa, pero las volvieron a detener en 1510 y en 1530 y entonces ya fueron encarceladas. De Teresa sabemos que se fue a vivir a Orgaz, donde vivió llevando el sambenito inquisitorial los últimos años de su vida.

Del padre nunca se supo más, por lo que se supone que murió en Roma. No obstante fue condenado en efigie por la Inquisición.

Bibliografía:

  1. de los Reyes, Fermín (2010). «Juan de Lucena, La Puebla de Montalbán y las imprentas hebreas incunables». Crónicas (15): 35-37.