JUDIOS DE CALATAYUD EN LA BAJA EDAD MEDIA

Notas sobre las condiciones de algunos judíos bilbilitanos con nombre propio  en el difícil siglo XIV.


Los ss. XIV y XV conforman la Baja Edad Media, segmentación crítico-didáctica que no es casual, sino que hace referencia a una nueva coyuntura socio-política: la crisis que finiquita lo medieval y crea el concepto de estado moderno. Una crisis bestial donde hay hitos de la magnitud de la peste negra (1348)  el Cisma de Occidente (1378) y , para los hispano-judíos, las numerosas matanzas de 1391, que destruyen para siempre aljamas  de la talla de Sevilla, Valencia, Palma, Barcelona. La de Calatayud, no.

Antes que nada, un poco de orden. El S XIV en la Corona de Aragón comienza en 1327, con la muerte de Jaime II y la subida al trono de Alfonso IV, donde se constata el declive de Barcelona en favor de Valencia; en 1336, llega al trono Pedro IV , El Ceremonioso (Y el del puñalet, el del puñalito) , que reinará 50 años. Es la época de la más cruenta guerra aragonesa, la de los dos Pedros. En 1387 le sucede Juan I, aunque realmente en aquel desorden administrativo reinaba su esposa;  en 1396 le sucedió su hermano, Martín El Humano, que juró fidelidad absoluta al anti-papa Benedicto XIII, el creador de la ominosa Disputa de Tortosa. El siglo termina en 1410 con la muerte de Martín I.

 Calatayud es aljama de realengo desde fines del S XII ,  es decir, da nombre a una entidad tributaria directa al rey y esa jurisdicción fiscal no es sólo para la localidad de Calatayud sino para muchas juderías menores de los alrededores. A fines del S XIII es la segunda aljama de realengo en Aragón, después de la de Zaragoza, con tres principales sinagogas (más diversos oratorios ) y, por supuesto, todas las instituciones necesarias para el desarrollo de la vida rabínica: Jebrá Kadishá, Talmud Torá, Beit Din, Malbish Erumim, etc. El Beit Midrash era propietario de algunos bienes raíces -sobre todo viñedos, casas y tierras – destinados a sufragar los gastos de las obras de beneficiencia, Ha´Tsedek, y Shomrei Jolím  (La Justicia Social y el cuidado de enfermos, respectivamente) Uno de los compradores de esas tierras para beneficio del Beit Midrash  fue  Yaakov  Abenhalez.

Según I . Baer, el esplendor eral tal que  r. Yitsjak Perfet valoró la posibilidad de mudar su rabinato a Calatayud de tanta actividad judía como allí había a fines del S XIV. Y no sólo espiritual, sino también mercantil y financiero.

 Sin embargo, los judíos bilbilitanos, a mediados del S XIV -1356/1369-  sufrieron las consecuencias de la Guerra de los Dos Pedros: Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón  mantenían diferencias fronterizas sobre la reconquistada taifa de Murcia mientras se desarrolalba el  conflicto internacional de la Guerra de los Cien Años, pues el de Castilla apoyaba a los ingleses y el de Aragón a los franceses. Durante este conflicto, Calatayud fue conquistada por los castellanos. Pero la resistencia hebrea , fidelísima a Aragón, va tener su recompensa por la postura adoptada durante la Guerra: se les concede la inaudita gracia de construir una nueva sinagoga en 1368 y, además, en piedra, para que perdure. Es la hoy ermita del barrio de Consolación. Otro caso son las indemnizaciones: Salamón Abendahuet y Tadroç Abentilca, cuyas casas fueron destruidas por la guerra, recibieron el hoy singular privilegio de no tener que hospedar a cristianos si éstos lo necesitaban.

Según se desprende del análisis de los documentos de la cancillería, la aljama de Calatayud estaba dividida en dos  «manos», es decir, dos sectores poblaciones diferenciados por su capacidad económica. Este patrón de administración interna se reproduce en 1492 en la comunidad sefardí de Salónica para hacer frente a los impuestos del Imperio Otomano, por lo que cabe pensar que era común a todas las comunidades hispano-hebreas. En diciembre de 1316, el Archivo de la Corona de Aragón conserva documentación del pleito abierto entre Mose El Saje (suponemos , Moshé  el shojet, el matarife ritual) y Yusef Gemanet contra unos judíos de la mano inferior, y otro de 1342 en la que se ordena a la «mano mayor» que no puede tomar decisiones sin que haya convenio con algunos judíos de la «mano menor». Durante todo el s XIV aparecen reclamaciones al rey para que no se cometan abusos de una mano sobre otra. Por ejemplo, en 1325, dos años antes de la muerte de Jaime II, el rey mandó a un delegado, Domingo de Tarva, a hacer un auditoría interna en la asamblea de los  20 judíos comunales durante el quinquenio anterior. La mano mayor maniobró de diferentes maneras para impedirlo; una de ellas, acusando a Abraham Boco. Según Baer (…) convencieron a la suegra de este judío para que presentase denuncia contra él por haberla herido cuando se encontraba amparada por una carta de seguro, y a raíz de ello el lugarteniente de baile procedió a encarcelarle, si bien consiguió escapar de la cárcel y refugiarse en las casas de la infanta María, hija del rey Jaime II, y viuda del infante Pedro de Castilla, que entonces residía en Calatayud. E inmediatamente después la propia infanta intercedió a favorde Abrahem Boco, escribiendo a su hermano, el infante Alfonso, lugartenientedel reino de Aragón, para solicitarle que ordenase que se le dejase en libertad,haciéndole saber que «según me han hecho entender los más de la judería, éldemanda derecho y cosa que es vuestro servicio» »  (Máximo Diago, CSIC, Revista Sefarad, 2009) 

 Este hecho, por supuesto, adquirió mucha notoriedad en la aljama bilbilitana y fue germen de una serie de tensiones entre ambos manos. Pedro IV , en 1340, resolvió ordenar que la mano mayor no pudiera realizar ordenanza alguna sin el convenio con la mano manor; cuando leyeron la provisión en la sinagoga mayor, dejaron firmado por notario que se negaban a acatarla.

 Junto a los judíos de la mano mayor y la mano menor, pero sobre ellos,  estaba el reducido grupo  de los «francos», caracterizado por la exención de impuestos. En Calatayud, según Asunción Blasco, tres familias: Costantiní, Abentilca y Abendahuet o Abendavid, libres de impuestos por ser vasallas de la Orden de S Juan del Hospital. Es decir, «pagaban» de otra manera a la hora de la verdad. No obstante, no todos los judíos de la aljama veían bien esto y reclamaron al rey en 1360  que al menos pecharan con ciertos impuestos de tipo vecinal, es decir, que no iban a parar a las arcas reales. Por ejemplo, el arreglo de las murallas tras la guerra o el sueldo que se le pagaba al infante D Juan por ser protector de los judíos (posterior Juan I, 1387-1396) Los «francos»  insitían en la insumisión fiscal, como demuestra la demanda de un médico llamado Maestre Bayel, junto a su madre, que se sentían agraviados por la cantidad exagerada que se les exigía. Otra familia exenta fueron  los  Abendahuet o Abenalahud, que hicieron un préstamo a la infanta María y ésta pidió al rey que los recompensara con 4000 sueldos jequeses; en una generación posterior estuvieron cuatro años exentos de tributo, hubo otra compensación, y se ordenó que no se le molestase jamás por los tantos buenos hechos que había prestado al rey. Al hijo le otorgaron los beneficios de los impuestos del comercio con Castilla. Los judíos de Calatayud no le tenían en alta estima, pues le consideraban el germen de la independencia de algunas juderías cercanas, situación que hiciera que tocaran más a la hora de repartirse los impuestos. En el mismo año de 1391 Salomon Abendahuet todavía estaba litigando por este asunto como delegado del mismo rey.

Para algunos, bodega, para otros sinagoga menor.

 La aljama de Calatayud en este convulso S XIV fue epicentro comercial de importancia en el mundo de los paños -privilegio otorgado por Juan II. En 1377 hubo diez multas por abrir tiendas de paños fuera de la alcaicería (lugar destinado a la venta de sedas) Los mercados se hacían los martes y los jueves, al igual que los juicios, por lo que en las sinagogas se empezó a leer las parashot de la semana también esos días en que afluían judíos de lejos. Uno de estos vendedores de paños era Sansón de Quatorze, empeñado con vendedores de paños catalanes que traían desde Francia los paños de Amberes. Muchos de estos vendedores de paños -algunos especializados en el lujo- eran a la vez prestamistas. También dominaban el comercio itinerante, sobre acémilas abarrotadas con todo tipo de productos, para vender en Castilla y Aragón. Al buhonero  Jucef Benvenist,  en  el invierno de 1373,  le robaron cerca de Agreda treinta libras de azafrán, diez cajas llenas de confites, hilo de oro, fustán (tela de abrigo de algodón)  y un paño de Ripoll, así llamados por estar hechos junto al monasterio de Ripoll, Gerona.

Entuertos judiciales que nos hablan de aquellos judíos medievales en las cuestas de la judería bilbilitana nos ofrecen casos como el de Yehuda  Francés, carnicero judío conocido como «Concho» , asociado con un cuchillero (para buenos cortes de carne) Matero Tabaria, que se negó a devolver lo que le debía en su sociedad mercantil. Yosef Francés, imaginamos pariente, montó sociedad cárnica con uncristiano llamado Miguel de Molina que se largó con los dineros.

Entre los artesanos encontramos a Abraham Azriello, a quien un tal Peyerno le propuso entregarle a su hijo para que le instruyera en el tinte de paños si le prestaba 600 sueldos jequeses sin interés.

Bibliografía: SEFARAD (Sef ) Vol. 67:2, julio-diciembre 2007