LA CÁLIDA Y HOGAREÑA VISITA DEL PRESIDENTE DE ISRAEL

La Comunidad judía del Principado de Asturias, Beit Emuná, mediante su presidenta, Aída Oceransky, quiere compartir con nosotros una reflexión sobre la reciente visita de estado del presidente de Israel a España.


Aida Oceransky, presidenta de la Kehilá Beit Emuná, con Reuven Rivlin, pte. del Estado de Israel

Jerusalén, 1992: S.M. Juan Carlos I lo dice muy claro: “(…) Sefarad ya no es una nostalgia sino un hogar.” Años después, su hijo, ya en el trono, recibe al Jefe del Estado de Israel con hogareña calidez: con las heridas curadas y los brazos abiertos.

Madrid, 2017: el presidente  Reuven Rivlin lo dice muy claro: “(…) En la tradición cultural de mi pueblo, Sefarad es un concepto…y un solo país.” Y ese país hospeda a Israel, de forma simbólica, en un palacio empezado a construir en el S XVI, cuando  los judíos ya están fuera de Sefarad, pero nunca Sefarad fuera del pueblo judío. Hay un vínculo, una unidad, indestructible, como en las mejores familias.

Quizás por eso esta visita de estado comenzara de forma tan familiar: la comitiva diplomática israelí, recibida por toda la actual judería española, agrupada en ese microcosmos de comunidades judías de todo el reino, con el presidente de la Federación al frente y al corazón. Ese encuentro terminó con la cálida algarabía de los niños del colegio Estrella Toledano-Ibn Gavirol. Un  día “ entre familia”, en el que nos acercamos al presidente Rivlin y a su mujer, Nejama Shulman, con la alegría de recibir a la figura que representa a Israel, que es a donde dirigimos nuestros rezos diarios.

Pero no obstante, es al día siguiente cuando ocurren tres hechos de una trascendencia tan amplia como el Patio de la Armería del Palacio Real en que tuvieron lugar:

Primero, S. M. y  la reina salen a recibir a los Rivlin y, en un acto inaudito en el protocolo real, en el protocolo de toda monarquía que se precie, Felipe VI, rey católico y español, hace una reverencia a una judía nacida en un humilde moshav del re-fundado Estado de Israel.  Ya lo había dicho bien claro cuando  el monarca exclamó, hace un par de años, “Cuánto os hemos echado de menos! “

Por otro lado, S. M. va a saludar al rabino sefardí de Jerusalén, quien bendice al monarca con la ancestral bendición de los antiguos reyes de Israel; Felipe Vi, educado como rey que es para no manifestar emociones en público, se emociona cuando pide le traduzcan las palabras del hebreo.

Y por último, la entrañable y continua disposición de la Reina siempre pendiente de ayudar a la Sra. Rivlin a desplazarse tomándola del brazo, en especial en la fabulosa cena kasher en Palacio Real con aquella orquesta interpretando desde romanzas sefardíes a temas de Leonard Cohen, tan vinculado también a España.

Pero el hogar, el concepto, Sefarad, no es una nostalgia de tiempos perdidos sino también una unidad de tiempos por venir;  toda esa sintonía interestatal quedó plasmada no sólo en simbologías protocolarias sino también en firmas de tratados que unirán más a las dos naciones: el encuentro primordial en la CEOE, de altísimo valor comercial para ambos países, o los tratados de cooperación en cultura, educación y deporte que firmaron los embajadores de España e Israel bajo la mirada de Rajoy y Rivlin.

Una  visita que culminó con la recepción israelí en El Pardo, con la gran orquesta andalusí de Israel en el Patio de los Borbones para poner el broche final a la visita de estado más cálida y hogareña y familiar que se ha visto en España en los últimos años. Porque Sefarad, ya lo dijo el rey emérito en Jerusalén, no es una nostalgia, sino un hogar, un lugar único y un único país al que siempre se vuelve aunque en realidad uno nunca se haya ido.


Comunidad Judía del Principado de Asturias, Beit Emuná

Oviedo, 9 de Noviembre de 2017

 

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