LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS DE PORTUGAL

 Notas sobre la situación en la que se vieron los judíos de Portugal el 5 de diciembre de 1497.


  Cuando en 1492  se acabó el plazo para que los judíos de la corona castellano-aragonesa se decidieran por el bautizo o el exilio, una cantidad ingente de ellos optó por refugiarse en el vecino reino de Portugal. Era un destino práctico:  por un lado, estaba cerca -es decir, no había que pagar grandes sumas de dinero por pasajes de barcos surcando el entonces muy peligroso Mar Mediterráneo. Por otro lado, la única condición que   el rey Juan II ponía a los desplazados para residir como ciudadanos en sus territorios  era pagar dos escudos para estar ocho meses en Portugal. . Unos  mil ochenta y ocho maravedíes. Algunos calculan que un maravedí de entonces equivalía a 16 euros.

 Al cabo de esos ocho meses, quien quedaba aún en Portugal -esto es , quien no tuvo ni dinero ni espacio en algún navío- pasó a tener un status social de esclavo. Muchas criaturas de dos años fueron arrebatadas de los brazos de sus padres, para ser llevadas a repoblar las colonias de Santo Tomé y Príncipe.

       En 1495 ascendió al trono portugués Manuel I y los judíos fueron liberados de la esclavitud. Pero en vez de ser un paso para su mejoría, la comunidad judía se vio bajo una circunstancia que no esperaban: Manuel I se va a casar con Isabel de Castilla, primogénita de los Reyes Católicos y dos veces Princesa de Asturias. Ella ya se había casado antes , en 1470, con el único hijo de Juan II, Alfonso, pero había enviudado en 1491. Sus padres la obligan a casarse con Manuel I y ella pone una condición: que expulse del reino a los herejes, tanto moros como judíos. Manuel no accedió sin más, pues los judíos le parecían unos muy valiosos súbditos para sus planes reales; pero al final claudicó.

  El cinco de diciembre de 1496 -cuatro años después de la expulsión de Castilla y Aragón- el rey decreta la expulsión de los judíos de Portugal. Para la mayoría era la segunda vez que en tan poco tiempo vivían esta situación. El plazo concedido para la disyuntiva de la conversión o la expulsión finalizaba el 21 de octubre de 1497. La mayoría ya no había estado dispuesta a abjurar de su fe mosaica, así que tampoco tuvieron mucho que decidir: jamás se convirtirían, si lo hubieran querido hacer se habrían quedado en Castilla, donde se vivía mejor. Manuel ordenó cerrar todos los puertos de mar del reino,  excepto el de Lisboa, tratando de retenerlos. En el puerto lisboeta se concentraron unos 20.000 judíos buscando barco en el que partir de aquellas tierras.

 En abril, Manuel no tuvo mejor idea que secuestrar a todo niño menos de 14 años para bautizarlos y hacerles vivir con padres adoptivos cristianos. Para el otoño, como no desistían, detuvo a todos después de que a ello le incitaran los clérigos y las fuerzas del orden que se quejaban de tratar con gente que no podían someter. De este momento parte la conversión forzosa que crea el concepto de los cripto-judíos. Y lo que es peor, de la falta de armonía entre los cristianos viejos y los nuevos acaba estallando la violencia de la matanza de 1506, la mayor masacre de judíos de Lisboa: unas dos mil víctimas mortales.

Los que quedaron con vida empezaron a irse de allí para formar nuevas comunidades en la Aquitania francesa, en los Países Bajos y, luego en Inglaterra. Otros, cruzaron el Mediterráneo y se fueron a los territorios del Imperio Otomano. Otra opción fue cruzar el Atlántico y asentarse en Nueva Lusitania -Pernambuco- creando en Recife (Nueva Holanda) una gran comunidad . No obstante, cuando el conflicto de ultramar entre los portugueses y los holandeses, los judíos de Recife temieron al portugués y huyeron hacia las islas de las Antillas Holandesas -Curaçao, Aruba, Bonaire- o Jamaica. Y algunos, a Nueva Asterdam, hoy Nueva York.