LA JUDERÍA DE MONTBLANC

Una judería antaño importante dentro de los territorios de la Corona de Aragón,  que hoy,  olvidada, es consciente de su pasado hebreo.



 Montblanc, capital de la comarca de la Cuenca de Barberà – donde se juntan las provincias actuales de Tarragona y Barcelona- fue una población ibera, luego romana, que a partir del S XI se convirtió en una importante población del Reino de Aragón con el nombre de Duesaigües, pues estaba entre dos aguas de dos ríos; pero luego se llamó Vilasalva, por estar exenta de impuestos con las repoblaciones del conde Berenguer IV. Puesto que los ríos inundaban frecuentemente el pueblo, Alfonso II, a fines del S XII, traslada la población sobre un monte y en 1163 concede carta puebla a Pere Berenguer de Vilafranca (del Panadès) En el s XIII adquirió mucha importancia, siendo sede de numerosos monasterios y construcciones civiles;  y de esta época es cuando se asentaron los judíos. El apogeo socio-económico de la villa  es en el S XIV,  convirtiéndose en  la séptima ciudad de Cataluña, tras Barcelona, Lérida, Tortosa, Gerona, Tarragona y Puigcerdá.  El rey Juan I concedió a su hermano (y futuro rey) Martín el Humano,  el título de Duque de Montblanc (que hoy ostenta Leonor de Borbón, Princesa de Asturias)

En tiempos de la Corona de Aragón fue una gran aljama que se extendía intramuros por la zona que hoy conocemos como Plaza de los Angeles,  con  la Calle de los Judíos. El call de Montablanc, la judería, tenía tres puertas: una que daba al Camino Real, a la altura de Quatre Cantons, al norte otra, cercana a la iglesia de S Miguel, y otra al este, que llevaba a la muralla.

Los primeros  judíos llegaron en 1163, y pronto la aljama fue creciendo en número. En 1265 , Jaime I El Conquistador concedió a los judíos un gran privilegio real: no poder ser detenidos en el interior de las sinagogas de las que disponía la localidad.

Estos privilegios lo que evidencian es la tensión judeo-cristiana de la población: en 1311 una de las sinagogas fue destruida por los cristianos, si bien ese mismo año  les fue concedido el privilegio de vestir con túnica telar como lo hacían los de Barcelona, Tarragona y Villafranca del Panadés.

Como en otras juderías, la población hebrea de Montablanc sufrió en 1348 la violencia derivada de haber sido designada como foco difusor de la peste negra. El asalto a la judería y el asesinato de muchos judíos se repitió en 1391. La condesa María de Luna, que aún no era reina consorte de Martín El Humano, envió una carta a los prohombres de Montblanch que «ordenaba castigar y castigar ásperamente todos aquellos que se sabía que injuriaran o escandalizaran dicha Aljama».

N 26 , Primer Semestre de 1966, Revista Sefarad , José María Millás Vallicrosa

Pero de aquel desastre y de aquella matanza, la  judería de Montblanc nunca se recuperó, sino que, al igual que la población misma, entró en una espiral de decadencia. Para 1489, por acoso de la Inqusición, gran parte de los habitantes de la judería emigraron a Mallorca, desde donde tres años después tendrán que partir a una diáspora más, en este caso hacia Túnez y Argelia.

Atrás, en ese concepto hoy llamado como Sefarad,  quedó la fama de los judíos de Montblanc, que eran conocido como    hábiles y dinámicos comerciantes, como por ejemplo  los hermanos Brunell ; o  plateros -como Gaulip- además de  banqueros, sastres, etc.

Brunell parece ser uno de los nombres más importantes, pues a finales del S XIV así se llamaban allí dos famosos médicos. Bonsenyor Brunell incluso era médico personal de Juan I de Aragón. También conocemos a conversos, como Astruga , mujer riquísima que en el S XII donó su hacienda toda al monasterio de Poblet.