LA MASACRE DE TRIPOLITANIA

Olvidados eventos luctuosos de la historia de la  judería libia cuando el mundo celebraba el fin de la II Guerra Mundial. Nosotros, no lo olvidamos.


No era la primera vez.. Ni sería la última. El otoño de 1945 marca el fin de la II Guerra Mundial en Europa, pero para los judíos de Libia marca la peor de las matanzas que se perpetraron contra ellos. Dos meses después del 2 de septiembre del ´45, entre el 5 y el 7 de noviembre, se producirá la pérdida de 140 judíos asesinados y numerosas sinagogas destruidas. No era la primera vez.. Ni sería la última. Pero fue de las peores.

A fines de la década de los´30, el gobierno fascista italiano había comenzado a aprobar leyes antisemitas desde la metrópoli: muchos judíos perdieron sus puestos de trabajo, incluso puestos gubernamentales, y además en sus documentos de identificación era obligatorio que apareciera el sintagma «raza judía»· A pesar de la represión, la población judía de Trípoli  en 1941  alcanzaba el 25 % . Estamos hablando de 44 sinagogas en una sola ciudad.

Pero en febrero de 1942, las tropas alemanas -que luchaban contra los aliados en el norte de África-  ocuparon el barrio judío de Bengazi, saqueando tiendas y deportando a más de 2.000 judíos en el desierto.Más de  una quinta parte de este grupo de judíos perecieron en los campos de trabajo forzado en el desierto.  Otros fueron deportados a campos en la gélida Europa. Tras el fin de la dominación fascista y nazi en Libia en 1943, los judíos tendrían que enfrentarse, por si no había pasado bastante aún,  al nacionalismo árabe.

El 1 de noviembre de 1945  había tenido lugar en Eretz Israel una operación de sabotaje  del Palma´´j, «la noche de los trenes», contra el Mandato Británico. Según algunos historiadores, los efectos de esta operación serán los que desencadenen la ira árabe contra judíos de varios países.

El 2 de noviembre, día del aniversario de la Declaración Balfour (firmada en 1917) se propagó desde Alepo, Siria, una oleada de ataques contra judíos;  después de haber pasado por El Cairo, el odio llegaba a Libia, donde se manifestó en su mayor nivel de iracundia.

El diario «Terbar» se había ocupado días antes en azuzar al populacho musulmán con una serie de calumnias donde se llegaba a asegurar que los judíos habían destruido la mezquita de Omar en Jerusalén -la misma estrategia que la matanza de Jebrón en 1929.

Más de 140 judíos (incluidos 36 niños) fueron asesinados en dos larguísimos días;  cientos de judíos, además,  resultaron heridos,  casi todas las sinagogas de la ciudad  fueron saqueadas y  cinco de ellas, junto con cientos de hogares y negocios, fueron totalmente destruidas. Como consecuencia, unos 4.000 judíos quedaron sin hogar y 2.400 quedaron sumidos  en la pobreza ;  nueve sinagogas de otras ciudades de la Tripolitania fueron destruidas: Zanzor, Zawos, Kosbat entre ellas. Y todavía faltaba un repunte de la violencia anti-judía en el mes  de junio, donde asesinaron a otros doce judíos a la sombra de la guerra árabe-israelí tras la re-fundación del estado hebreo.

Las autoridades británicas ni sus subordinados libios movieron un dedo por parar la masacre. Los británicos, de hecho, por aquel entonces, tenían prohibido que profesores de hebreo entraran en Libia y , por supuesto, que cualquier organización sionista tuviera actividad alguna. Tendría que llegar 2019 para que en la Cámara de los Lores, de forma tangente, con poco aforo, reconocieran el genocidio judío en países musulmanes. El 7 de noviembre el ejército libio intervino para impedir la masacre.

Las fuerzas británicas arrestaron a unos 600 alborotadores árabes (28 de los cuales eran líderes nacionalistas pertenecientes a al-Hizb al-Watani), de los cuales solo 289 fueron juzgados y 85 fueron liberados o absueltos en la audiencia. Por lo tanto, el número de condenados entre los muchos miles que participaron en los pogromos llegó a solo 204, la mayoría de los cuales fueron condenados a penas de prisión y luego de varios meses fueron liberados. Solo dos árabes fueron condenados a muerte, cuyos veredictos no fueron ejecutados, mientras que los pocos condenados a varios años de prisión no ejecutaron la sentencia completa.

Casi 31.000 judíos libios, entre el ´48 y el ´51,  dejaron atrás todo su pasado en Libia para instalarse en Israel. Los que se quedaron lo hicieron soportando leyes raciales de discriminación, expuestos a repuntes de violencia -Guerra de los Seis Días- con una evacuación masiva a Italia.