LA MASACRE DE VALENCIA

Noticia de la gran destrucción de la judería de Valencia en el verano de 1391.


El año hebreo de 5151 -que es el de 1391- queda en  la historia hispano-hebrea como uno de los más desastrosos de todos; en el ardiente calor de  aquel  funesto verano, el mundo judío de gran parte de la Península Ibérica vivirá un terrible punto de inflexión : mientras que  para algunas juderías será su fin irreversible, para otras significará una dura y lenta recuperación,  que culminará con la expulsión cien años después.

Tras años de inflamadas prédicas contra los judíos por parte del arcediano de Ecija, Ferrán Martínez, que culpaba a los judíos de todos los males derivados de la enorme pandemia de la peste, el 6 de junio de 1391 se produjo en Sevilla un levantamiento popular que aniquiló la judería hispalense. Como un reguero de pólvora, el levantamiento contra los judíos fue sucediéndose por distintas juderías del valle del Guadalquivr (Córdoba, Jaén, Úbeda) para pasar a las de La Meseta (Ciudad Real, Cuenca, Huete) llegando a las de la Corona de Aragón (Játiva, Mallorca, Lérida, Barcelona, etc.) Destrucción, expolio y asesinato, fueron las consecuencias más directas. Muchos de los que quedaron con vida decidieron  emigrar allende los mares. Otros optaron por la conversión al cristianismo sin sospechar las duras consecuencias que esa decisión iba a tener sobre sus destinos.

En Valencia, la masacre se produjo el domingo 9  de julio, pero ya en junio, después de la masacre sevillana,  había habido claros  indicios de malestar:  los sastres cristianos había pedido al Consell de Valencia amparo frente a la pujanza de los sastres judíos. El Consell ayudó a los cristianos y dejó que se perjudicara al gremio textil de los hebreos. Además, por aquellos días, se discutía sobre la ampliación de la judería, que muchos cristianos querían impedir porque -decían- no querían atravesar el barrio judío para llegar al centro de la ciudad. Aquí ya no había problemas económicos, aquí ya había sólo odio.

Aquel 9 de julio, desde mediodía a medianoche,  la Plaza del Mercado, hoy llamada de la Reina,  junto a la Catedral, estaba a rebosar: al trasiego habitual de un domingo se sumaba que era el día de reclutamiento para la campaña de Sicilia, que era una gran vía de escape para gente sin oficio  o para quien quisiera ganarse el favor real. Desde principios de junio pululaban por Valencia todo tipo de personajes que esperaban ser reclutados para la campaña siciliana. Todo controlado por el Infante Don Martín, Duque de Montblanch, hermano del rey Juan I. La mesa de reclutamiento se puso junto a la puerta de la judería, orlada por una serie de horcas que habían dispuesto de forma disuasoria las autoridades, alarmadas por las matanzas de las semanas anteriores en el reguero de masacres que partió de Sevilla.

Pero así todo, a eso del mediodía, empezaron a oírse gritos amenazantes: «“Muyren los dits juheus o´s facen cristians” (Que mueran los que llaman judíos o que se conviertan al cristianismo» ) Por la Puerta de Les Figueres (calle del Mar según se viene de la Plaza de la Reina) una multitud enfervorecida, a la cual se unieron muchos de los que se estaban alistando a galeras, intentaba entrar en la judería. Proferían gritos y  esgrimían cruces de caña, además de ondear un pendón azul con una cruz blanca, mientras anunciaban que el arcediano de Sevilla venía a convertir a los judíos. Así cuentan los informes que se le enviaron al rey (y que nosotros conocemos por los trabajos de Francisco Danvila y José Hinojosa sobre la actas notariales que recogen los hechos)

 La cosa fue a peor cuando los judíos, raudos y veloces, atemorizados por lo que podía pasar, empezaron a cerrar la Puerta de la Judería; un muchacho perdió los dedos a consecuencia del cierre y eso enardeció aún más los ánimos de la muchedumbre. Un gran número de los asaltantes  consiguió entrar a la judería  para sembrar el terror ante todo lo que se encontraba a su paso.  El  infante Martín  es avisado de lo que ocurre y manda que los soldados de las galeras, en el puerto,  fueran a ayudar a los judíos. Pero el puerto queda a unos cuantos kms de la Plaza de La Reina y,  cuando llegan,   los judíos no están dispuestos a abrirles la puerta porque piensan que es una trampa. Artesanos con deudas con los prestamistas judíos entran por ventanas colindantes y resquicios como cloacas para asesinar a judíos a los que no podían pagar lo que debían; si entregaban las cajas de los albaranes y prometían convertirse al cristianismo, les perdonaban la vida. Un tal Nadiar fue asesinado a cuchilladas en la cara mientras su sobrina Lisa, la mujer de Isaac Lubin, era violada por un noble valenciano (llevaba anillos de oro) Otros fueron a  abrir las puertas de la judería para que entrara todo el que quisiera participar de la matanza. El número de muertos, unos doscientos. Diez de ellos, cristianos. Unos 200 judíos  consiguieron huir y refugiarse en la judería de Sagunto, a unos 25 kms de Valencia. El número de judíos que pudo salvar su vida admitiendo la conversión llegó a casi 3.000.

Al día siguiente se recuperaron  25.000 florines, abundante ropa de seda y  lino,  así como una  gran cantidad de joyas y vajillas , ordenándose  su inmediata  devolución a los propietarios. Hubo 30 inculpados,  que no fueron castigados.  La Sinagoga Mayor, frente al actual palacio de Valeriola,  es convertida en la nueva iglesia de San Cristóbal. En noviembre del mismo año,  el Consell de la ciudad recibe carta del Rey que comunica veinte nombres de los presos que deben ser juzgados: Arnaldo de Romaní o  Pere García,  uno de los cabecillas, el sastre Bartomeu Olives, el corredor Dórella Navasques, el mestre barber (maestro barbero) Frances, el fraile Berenguer de Montoliu, o Pere Navarro.

Al día siguiente, que era obviamente lunes, se produjo la conversión de los judíos de Alzira, a unos pocos kms. de Valencia. Por la noche se produjo el asalto a la judería de Játiva, y entre el 10 y el 14 de julio, las  de Gandía, Líria y Cullera. Para el cinco de agosto la cadena de masacres antijudías ya había alcanzado la aljama de Barcelona.

Foto principal: «Anciano Judío», de Sorolla.

Bibliografía:

  • ‘Unfortunate Jews’ and urban ugliness: crafting a narrative of the 1391 assault on the jueria of Valencia, Abigail Agresta, Journal of Medieval History  Volume 43, 2017 –