LAS FUENTES ESCRITAS DEL JUDAÍSMO: LA TRADICIÓN ORAL

Segunda Parte: La Tradición Oral. Por Adi Cangado



En el artículo anterior hablábamos sobre la Biblia Hebrea (Tanaj) y adelantábamos que paralelamente desde el siglo VI a.e.c. se desarrolló toda una tradición oral de explicación e interpretación de la Torá y también del resto del Tanaj. Tras las múltiples persecuciones a las que nos sometían los romanos, nuestros sabios empezaron a compilar aquellas enseñanzas por miedo a su pérdida.

 

Recuperaremos el esquema utilizado en el artículo anterior para entender cómo la tradición oral (Mishná, Talmud, etc.) gira alrededor de la Torá y del Tanaj:

 

Fue Yehudá Ha-Nasí quien concluyó la edición de la Mishná en el año 220, para ordenar las enseñanzas de maestros y rabinos durante siglos. La dividió en 6 órdenes o sedarim (de ahí la expresión Shas ש»ס, shishá sedarim ששה סדרים): Zeraim, Moed, Nashim, Nezikín, Kodashim y Toharot. Cada orden se compone de tratados, sumando un total de 63. Cada tratado o maséjet tiene a su vez capítulos (perakim) y cada capítulo citas llamadas mishnayot. A los sabios citados en la Mishná los llamamos tanaím. Pero con frecuencia el editor dejó enseñanzas y citas rabínicas sin mencionar, quedando éstas al margen de la Mishná. Las llamamos Baraitá. Tampoco se incluyeron ciertos tratados menores, como el Maséjet Sofrim o “Tratado de los Escribas” que sin embargo contiene información muy importante sobre las costumbres y tradiciones de los judíos de la tierra de Israel durante los primeros siglos de la era común.

 

¿Cómo han llegado a nosotros las baraitot? En el Talmud son citadas con frecuencia estas citas de los tanaím no recogidas en la Mishná, sobre todo aquellas que con fecha posterior se incluyeron en obras como la Toseftá, y algunos midrashim como “Mejiltá” (para el libro de Éxodo), “Sifrá” (para el libro de Levítico) y “Sifré” (para los libros de Números y Deuteronomio).

 

La Toseftá es un compendio tanaítico posterior a la Mishná. Sigue la misma estructura que ésta y utiliza la misma lengua (hebreo mishnaico). Fue redactada por Jiya bar Abba y su alumno Hoshaia en el siglo III. Incluye todos los tratados de Zeraim, Moed y Nashim, del orden de Nezikín falta únicamente “Pirké Avot” (pues esta colección de máximas éticas no precisa demasiada explicación),  del orden Kodashim faltan los tratados “Tamid”, “Midot” y “Kinim”, e incluye Toharot completo.

 

Como podréis imaginar, los rabinos y maestros no dejaron de releer y reinterpretar. La Mishná también necesitaba explicación y desarrollo. Esta labor de estudio (guemará, del verbo arameo lemagmar “estudiar”) la llevaron a cabo los amoraim, tanto en la tierra de Israel como en Babilonia, dando lugar a dos obras monumentales, casi enciclopédicas: el Talmud Bavlí y el Talmud Yerushalmí (Mishná + Guemará = Talmud). Estos maestros no solamente trabajan con la Mishná, sino también con Baraitá y con Toseftá.

 

Debemos contextualizar históricamente la obra del Talmud. En el año 259 un incendio destruye la academia de Nehardea en Babilonia, pasando Pumbedita a ser preeminente. En el año 293 se produce la división del Imperio Romano. Desde el año 315 los judíos no pueden entrar en Jerusalén más que una vez al año para llorar la destrucción del Templo. Las ciudades de Diocesárea y Séforis lideran un levantamiento judío contra Constantius Gallus en los años 351 y 352. La figura del nasí, dirigente de la comunidad judía en la tierra de Israel, es abolida en el año 429, cuatro años después de prohibir Teodosio II la práctica de semijá (la ordenación rabínica).

 

El Talmud Bavlí se concluyó aproximadamente en el año 500. Comenzó su redacción Abba Arika (175-247), un discípulo de Yehudá Ha-Nasí, y la concluyeron Rav Ashi y Ravina II (la fecha de fallecimiento de este último es el año 475). Esta obra es el fruto del estudio en las academias de Babilonia, las cuales estaban en las ciudades de Nehardea, Nisibis, Mahoza, Pumbedita y Sura. Está escrito mayormente en arameo. Contenidos y carencias a partir de la Mishná:

  • del orden Zeraim incluye solamente el tratado “Berajot” (el de las bendiciones)
  • del orden Moed falta el tratado “Shekalim”
  • el orden Nashim está completo
  • del orden Nezikín faltan los tratados “Eduyot” y “Avot”
  • del orden Kodashim faltan los tratados “Midot” y “Kinim”
  • del orden Toharot solamente incluye el tratado “Nidá”

 

A pesar de que al Talmud de la tierra de Israel se le llama Talmud Yerushalmí, nunca se compuso en la ciudad de Jerusalén. Fue concluido alrededor del año 350 por Rav Muna y Rav Yossi, fruto del estudio en las academias de Tiberíades, Séforis, Beit She’án, Beit Alpha, Lod y Cesarea. También está escrito principalmente en arameo, si bien con un estilo y léxico más finos y un lenguaje más complejo que el de Babilonia. Tiene otra diferencia fundamental con éste: mientras en Babilonia las discusiones rabínicas concluyen con una decisión, en el Talmud Yerushalmí raramente se dictamina entre opiniones divergentes. Contenidos y carencias a partir de la Mishná:

  • el orden Zeraim está completo
  • el orden Moed está completo
  • el orden Nashim está completo
  • del orden Nezikín faltan los tratados “Eduyot” y “Avot”
  • falta todo el orden Kodashim
  • del orden Toharot solamente incluye el tratado “Nidá”

 

Debemos entender, no obstante, que el Talmud de Jerusalén está incompleto. Las circunstancias sociales e históricas hacían muy difícil la labor de estudio y de redacción. Las persecuciones y prohibiciones no cesaban en la tierra de Israel, frente a la considerable tranquilidad que se disfrutaba en Babilonia. Aunque, al menos en mi humilde opinión, el Yerushalmí es más hermoso y más enriquecedor, finalmente fue el Bavlí la obra que se convirtió en fuente principal de autoridad, debido a la debilidad y a la pobreza de las comunidades judías en Israel, y a veces a su exterminio (bizantinos, árabes, cruzados, …).

 

En toda esta época posterior a la destrucción del Templo de Jerusalén se desarrolla también la explicación de las escrituras con una finalidad didáctica: el Midrash. Existen múltiples midrashim y aquí citaremos solamente los más importantes: el Midrash Rabá (Bereshit Rabá, Shemot Rabá, Vayikrá Rabá, Bamidbar Rabá, Devarim Rabá), el Midrash Tanjumá, y los ya citados Mejiltá, Sifrá y Sifré.

 

Tampoco la labor de estudio fue interrumpida. Una vez concluido el Talmud Bavlí, las academias de Babilonia continuaron escribiendo y expandiendo. Los gueonim, líderes de las academias, nos han dejado como herencia obras importantes como el libro de oraciones y múltiples responsa. Sin embargo, a partir del siglo X el centro de la vida judía se trasladó de Babilonia a la cuenca del Mediterráneo y finalmente a Europa. A los autores más importantes hasta el siglo XVI los llamamos rishonim, “primeros”. A los que son posteriores a la publicación del “Shulján Aruj” (código de leyes compilado por Rav Yosef Karo) los llamamos ajaronim, “últimos”. Así hasta la actualidad.

 

En el judaísmo el estudio es un pilar fundamental. Talmud Torá, “el estudio de la Torá” (la escrita, la oral, el Tanaj, el Talmud, etc.), es un precepto que debe cumplirse diariamente.

 

Pensad en la cantidad de obras y comentarios que se han escrito a lo largo de los últimos mil años por autores de lugares y épocas tan distantes, con opiniones tantas veces diferentes. La tradición textual del judaísmo es colosal, y al final resulta inevitable, en tan amplia e insondable laguna, picotear aquí y allá. Cada judío tiene al final a sus autores de referencia: sus libros del Tanaj favoritos, sus profetas favoritos, sus salmos favoritos, sus tratados del Talmud favoritos, sus rabinos favoritos, ¡es inevitable!

 

Una de las grandezas del judaísmo reside en que en el instante en el que coges un libro judío (¡el que sea!), debes dejar que tu olfato te guíe. Aquello que se cite y te llame a profundizar, ¡anímate! Al seguir el rastro, sin darte cuenta, y después de otras lecturas, una tarde te descubrirás leyendo una página del Talmud y cuestionando tú mismo a los rabinos que discuten en ella. En ese instante comprenderás, con todo tu corazón y con toda tu alma, qué significan la palabra escrita y el estudio en el judaísmo.

Shavúa tov