LAS LLAVES DE SEVILLA

Historia de las famosas y hermosas llaves de la ciudad de Sevilla, de la primera mitad del S. XIII


El 23 de Noviembre de 1248,  tras un acoso de más de tres meses con barcos de los puertos cantábricos, Fernando III El Santo, rey de Castilla y de León, toma  la ciudad de Sevilla,  entonces capital de los almohades.

El pendón real de las huestes cristianas ondea en la ciudad portuaria  de Ysbilia: el Alcázar,  fortaleza que pasará a ser residencia real,  ya no está en manos del cadí Axataf, el gobernador de la plaza (quien  había accedido al poder tras un asesinato, hecho  por el cual se rompió el pacto con el rey castellano, que entonces se sintió autorizado a comenzar  su asedio desde el Río Guadalquivir)

Es un momento importante: no sólo se ha conquistado Sevilla y sus aledaños, sino que el mundo de la Reconquista ha reducido al mundo musulmán a lo que llaman Reino de Granada (sin que sus regentes fueran reyes, sino meros caudillos militares de una teocracia coránica)

Actual aspecto de un callejón de la aljama sevillana

Unos días después de la toma de ciudad, se efectúa la entrada simbólica de Fernando III en Sevilla: Axataf, el caudillo de los musulmanes, se arrodilla ante Fernando III  y le hace  entrega,  de forma  simbólica, de  la llave de la ciudad, en señal de vasallaje; la  reducida comunidad hebrea de la ciudad, por su parte, hace lo propio y sale a recibir al rey con la llave de la judería. El moro, luego, parte hacia Ceuta, Septa, donde es asesinado un par de años después.

Los judíos sevillanos, en gran parte huídos hacía años hacia los reinos cristianos a causa de  la violencia almohade, van a vivir  en este momento un punto de inflexión importante, que durará hasta la matanza de 1391; en el año de 1215, por decreto papal del IV Concilio de Letrán, los judíos deben portar una escarapela identificatoria en sus ropas, pero el rey Fernando encuentra que esto sería lo suficientemente ominoso como para que los hebreos sevillanos huyeran a Granada, lo que privaría al monarca disfrutar de sus impuestos e incluso de sus servicios, viendo menguado su poderío.  Este gesto benévolo  para con la comunidad hebrea abrirá una nueva etapa: el hijo de Fernando III, Alfonso X El Sabio,  repuebla la aljama sevillana con judíos castellanos y leoneses; tantos debieron ser esos judíos que  Alfonso X El Sabio les entrega cuatro mezquitas para que las conviertan en sinagogas. Luego, esas sinagogas serán convertidas en iglesias: Santa María la Blanca, del S XVII,  la iglesia de Santa Cruz, del S XVIII,  Convento de Madre de Dios y la de San Bartolomé (S XVIII)

Las llaves entregadas al rey Fernando III están hechas en  plata sobredorada con  un   anillo en forma de estrella de ocho puntas;  hay una inscripción en castellano que reza  «Dios abrirá y el Rey entrará». En la orla del perfil, en hebreo, la inscripción  reza «El Rey de Reyes abrirá, el Rey de la Tierra entrará.» (Con rey de la tierra se refieren a que Fernando III, casado con la germana Beatriz de Suabia fueron padres de Alfonso X, pretendiente legal a la corona imperial del Sacro Imperio Germánico, además  de que su plan incluía, tras la reconquista de toda la Península Ibérica,  conquistar todo el Magreb)

La otra llave es de hierro y, en árabe,  está escrito lo mismo.

En el S. XVI, es decir, tras la  promulgación del Edicto de Granada,  con su opción de conversión o exilio de la Corona castellano-aragonesa, estas llaves estaban  guardadas en el relicario de la catedral de Sevilla. Hoy hay orfebres que las reproducen como producto de regalo -souvenir que incluso se exhibe en algún museo toledano…

En el ayuntamiento de Sevilla, un cuadro -por supuesto muestra del barroco-  representa el momento de la entrega de las llaves de la ciudad, con los dos representantes de las comunidades sevillanas rindiendo honores al rey.

En esta fotografía podemos contemplar una no muy conocida -y anacrónica- tela del pintor D. Francisco Pacheco,  pintada en 1634 sobre un pequeño cobre de 46 cms. Está colgada  en el trascoro de la Catedral de Sevilla. Representa  la entrega de las llaves de la ciudad tras la rendición musulmana,  según la narración que hace la «Crónica Genera»l. Todas las obras de arte plástico que hacen alusión a este relevante  momento histórico representan a dos hombres ofreciendo las llaves. No podemos identificar quién es quién, porque además, no lo olvidemos, son obras que idealizan un momento acaecido siglos antes.

En la misma catedral sevillana está el sepulcro del rey Fernando,  fallecido en la ciudad que quiso fuera su capital,  en 1252; aunque dejó estipulado que no quería sepulcros monumentales, por orden de su hijo y sucesor -Alfonso X- se creó el el sepulcro que hoy contemplamos y  que  tiene una larga inscripción en hebreo en uno de sus lados (que se cree es redacción del propio rey huérfano)

La inscripción en hebreo -hay otras,  en latín,  y  al lado de la hebrea, también en árabe- reza lo siguiente:

“He aquí el sepulcro del  gran rey Don Fernando, señor de Castilla y de Tolaitola (Toledo) y de León y de Galicia y de Isbilya y de Cortova y de Murcia  y de Jaén. Sea su alma en el  Gan Eden. El que conquistó toda  Hispania , el Recto, el Justo, el  Prudente, el Magnífico, el Fuerte, el Piadoso, el Humilde, el  Temeroso de Dios , a quien  sirvió todos sus días; él quebrantó y destruyó a todos sus enemigos, ensalzó y honró a todos sus amigos y conquistó la ciudad de Isbilya, que es cabeza de toda Sefarad y en ella  murió  la noche del  vigésimo segundo  día del mes de  siván, año de  cinco mil doce»