Historia de las dos familias sefardíes más importantes de París desde el S XVIII.
Abraham Rodriguez Henriquez, nacido hacia 1660, fue hijo de uno de aquellos judíos que se habían reunido en el puerto franco de Livorno, Italia, y que con el esplendor comercial de este lugar se expandieron -como judíos francos- en importantes núcleos comerciales entre Constantinopla y Argel. Pero Abraham, vía el puerto de Marsella, despues de establecerse en Toulousse, acabó radicándose en Burdeos. En 1690 se casó con Rachel Fernandez, bordelesa de nacimiento, que le dará tres hijos: Isaac, Rafael y Jacob. Isaac, apodado El Joven -para distinguirlo de su abuelo- también había nacido en Livorno y fue con su padre Abraham hasta Burdeos. Con el tiempo será nombrado síndico de la nación portuguesa, nombre que entonces se daba a la comunidad sefardí de Burdeos. El 29 de mayo de 1729 se casó con Rica Francia, con quien tuvo 13 hijos. Uno de ellos fue Abraham, agente de cambio y también presidente de la comunidad sefardí. Casado con Rebeca Mendez, será padre de Benjamín. Y de Isaac. Ambos hermanos son los que pasan el banco familiar a París, después de que los judíos bordeleses pasen a tener un nuevo status tras la creación del Consistorio Israelita por parte de Napoleón.
Pero los Rodriguez Henriquez – la familia paterna de Léonie- no eran la familia más notable y antigua de Burdeos. Ese honor lo ostentaban los Gradis, la familia paterna. De origen aragonés, refugiados en Lisboa, luego en Toulousse y asentados en Burdeos desde 1495, primero comerciaron con telas y luego con vinos espirituosos. En 1711, no obstante, Diego Gradis cierra el comercio y se instala en la isla de La Martinica, en el Mar de las Antillas, que hace pocos años había sido colonizada por Francia. La población judía de la isla caribeña se había aumentado notoriamente desde el momento en que los portugueses conquistaron los territorios americanos de los holandeses. David Gradis fundó un comercio allí con sucursal en Sto. Domingo, en la isla de la Hispaniola. De regreso a Burdeos (casado con Sara Mendes Moreno) monta, junto a su hijo Abraham, la Compagnie David Gradis et fils, empresa naviera de creciente importancia que conservará el nombre hasta entrado el S XX, cuando cambia el nombre a SFCO: Société française pour le commerce avec l’Outre-mer, la Sdad. francesa para el comercio con ultramar. Se convierten así en una de las familias más ricas de Francia. Tal es así que en el S XVIII, Luis XVI propone ennoblecerlos para agradecer su contribución al reino: pero sin embargo, los Gradis tenían tal compromiso con el judaísmo que rechazaron la oferta de convertirse en barones -no más- por no tener que ponerse a jurar sobre el Evangelio.
Esther Gradis casó con Alexandre Isaac Rguez. Henriquez. Tuvieron cuatro hijos: Rebeca Eugenia, que se casará con Joseph Foa. Será una conocida escritora durante la primera parte del S XIX. Hoy un tanto olvidada. La segunda hija, Sarah Laura, se casó con su primo, Benjamín III Gradis. El tercer retoño fue varón y se llamó Jacob Hypollyte, que aunque agente de cambio también cultivó las letras, especialmente la historiografía y la teología. Miembro fundador de la Sociedad Científica Israelita y la Sociedad FRancesa de Música. Su hermana, Leonie, la benjamina de la familia, estaba muy unida a Jacob. Cuando Leonie se casó con Fromental Halévy, éste y su cuñado compraron a medias el castillo de origen templario de Fromont, a unos 25 kms al sur de París, junto al Sena y frente a la residencia de Delacroix
Léonie nació el 31 de enero de 1820 en París, cuando- tras la nueva coyuntura para los judíos después de la creación del Consitoire por Napoleón, que restituye el Sanhedrin!!!- ya no hay por qué quedarse en la periferia de Burdeos; además, su familia se consolidada a las orillas del Sena como uno de los linajes más notables de la alta burguesía parisina del S XIX. Al padre de Léonie le llamaban «El Rey de Burdeos», pero ya no vivía en esa ciudad, sino que ahora los judíos tenían derecho de vivir en la capital del reino. Y más él, con todo lo que había ofrecido a ese reino expandido ultramar.
A la edad de 14 años, Léonie, que ya está avezada en el mundo de lo artístico, quedará huérfana de padre. Ocho años más tarde, en 1842, conocerá a quien será su marido, Fromental Halévy, viudo de 42 años y famoso desde 1835 por haber compuesto la ópera «La Judía». Leónie, por aquel entonces se dedicaba al estudio de la escultura de manos de Frémiet, suegro del músico Gabriel Fauré. Viven rodeados de cultura.
Puesto que su alta posición social lo permite, Léonie se convierte en una salonniére -una propietaria de un salón- en el que una vez a la semana recibe a un grupo de personajes del mundo de la cultura y, sobre todo, intelectuales del círculo del filósofo y conde de Saint Simon. (Este aristócrata post-revolución francesa afirmaba que las necesidades de la clase trabajadora debían ser reconocidas y satisfechas mediante una nueva reorganización social «positiva». Positiva desde el punto de vista del positivismo filosófico, no se confundan) Toda la familia va a ser ferviente sansimoniana, desde que lo conocieron por medio de su primo, el reconocido matemático Benjamin Olinde Rodriguez, uno de los principales discípulos del conde. Por sí solo ya merece una entrada futura.
El 26 de febrero de 1849 Léonie y Fromental fueron padres de una niña a la que llamaron Geneviéve. Pero la agitada vida social de los padres hizo que la niña creciera sin ellos, en manos de niñeras e institutrices. Leónie, cuando la niña tenía cinco años, fue ingresada en un sanatorio psiquiátrico. Y cuando tenía diez, la niña se quedó huérfana de padre. La madre, una vez viuda, sólo vive para la escultura. En la imponente fachada del edificio de la Opera Garnier hay un busto de ella para honrar a su marido. La madre sufrió otra crisis y fue ingresada entre los años 1862 y 1869. Su hermana Esther, en 1866, había decidido pasar dos semanas junto a Léonie en la clínica, pero en circunstancias misteriosas, Esther muere. A los pocos meses Léonie se entera de esa muerte y acusa a su hija de haberla matado. Y además , la echa de casa y la pone en manos de un pariente, Emile Pereira, de la banca de los Pereira.
Geneviève, tres años después, contando ya con veinte años, se casa el 3 de junio, totalmente enamorada, en la oficina del alcalde del Distrito Nueve (entonces ya epicentro emergente del judaísmo parisino) Y lo hace con el alumno preferido de su padre: Bizet. Léonie, dada su precariedad mental y confinamiento en lo que se llamaba «casa de reposo», no asiste a la boda. Quizás ni le dijeron que su hija se casaba. El matrimonio en poco tiempo tendrá un hijo, Jacques, que será desde la infancia amigo de Marcel Proust. En el edificio en el que vivían, su tío, Leon Halevy, y su primo, Ludovico, tienen un salón donde para todo París: la baronesa de Rothschild , la princesa Potocka, la duquesa de Richelieu, Edgard Degas, Guy de Maupassant. Tres meses después del estreno de «Carmen», Bizet muere. Y ella rehará su vida con el abogado de los Rotschild, Emile Strauss (de quien se decía era bastardo del propio barón de Rothschildl) Al cabo de muchos años, Proust tomará a la madre de su amigo Jacques Bizet como uno de los prototipos para la duquesa de Guermantes cuando escriba «En busca del tiempo perdido» (una obra de no escaso talante saint-simoniano, para que todo quede dentro de la alta burguesía judía asimilada en los estertores de la Belle Epoque.)
Pero hubo algo que la riqueza no le dió. Su hijo Jacques, el gran amigo de Marcel, se suicida en 1922, unas semanas antes de que muera su amigo Marcel Proust. Génevieve se retira del mundo, presa de una gran depresión y muere en 1926.
Bibliografía:
- Halévy, Léon: F. Halévy, sa vie et ses oeuvres (Paris, 1863).