PARAHSAT HA´SHAVÚA: » BE´HAR / BE´JUKOTAI»

Parashá : Be´Har, En el Monte, y Be´Jukotai, Con mis Leyes. Levitico 25:1-27:34. Haftará sefaradí:  Jeremias.  16:19–17:14. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


“Y habló Hashem a Moshé en
el Monte Sinai, diciéndole […] y
descansará la tierra un reposo para
Hashem” (Vaikrá 25:1-2).

Explica Rashí: ¿qué tiene que ver el tema de Shemitá con el Monte Sinai? ¡Si todas las mitzvot fueron dichas en el Monte Sinai! Más bien, así como todas las reglas y los detalles del tema de Shemitá provienen de Sinai, así también todas las reglas y detalles de todas las mitzvot provienen de Sinai; así está enseñado en Torat Cohanim. Aparentemente, la dificultad no queda resuelta: ¿por qué la Torá eligió
precisamente la mitzvá de Shemitá como ejemplo para las demás mitzvot? Se podría haber establecido alguna otra mitzvá en cuanto al tema del Monte Sinai y no necesariamente la de Shemitá. Siendo así, ¿qué tiene de particular la mitzvá de Shemitá para que ésta sea la mitzvá que representa la procedencia de todas las mitzvot desde el Monte Sinai?

Además, en la parashá anterior, parashat Emor, el versículo (Vaikrá
21:1) dice:

“Diles a los cohanim, hijos de Aharón, y les dirás a ellos que por ninguna persona se impurificarán en su pueblo”.

La Guemará (Tratado de Yevamot 85a) dice que la repetición del término “diles… y les dirás…” es, entre otras cosas, para advertirles a los grandes que deben preocuparse también por la educación de los pequeños. ¿Por qué precisamente con esta mitzvá la Torá acentúa la obligación de los grandes de educar a los pequeños?, ¡si los grandes tienen la mitzvá de educar a los pequeños también en el resto de las mitzvot! En mi opinión, besiatá Dishmaiá, podemos responder que la palabra “cohanim” en dicho versículo no proviene del aspecto “kehuná” (‘sacerdocio’), sino del aspecto de “autoridad” y “grandeza”, como dice el versículo (Shemot 19:6):

“Y vosotros seréis para Mí un reino de cohanim y una nación sagrada”.

 

Rashí escribe: “Cohanim: ministros”, como está dicho: “y los hijos de David eran cohanim (‘ministros’)”. Y es posible que Hakadosh Baruj Hu haya necesitado dirigirse a ellos así, utilizando un lenguaje de afecto y de honor, para elevar y animar a Elazar e Itamar, los hijos de Aharón que habían quedado en vida, debido a que ellos siempre se sintieron menores en nivel de santidad y pureza en comparación con el nivel de sus hermanos mayores, Nadav y Avihú, que murieron incinerados por un fuego Divino en el Mishcán. Y Elazar e Itamar no se sentían lo suficientemente aptos para cumplir con el servicio sagrado en lugar de sus hermanos mayores, porque ellos consideraban que sin duda sus actos eran febles, y que ellos carecían de Torá y mitzvot en comparación con los actos de sus hermanos sagrados y puros, quienes estaban en un nivel extraordinario, incluso mayor que el de Moshé Rabenu y el de Aharón. Y así mismo Moshé Rabenu le dijo a su hermano Aharón, cuando fallecieron Nadav y Avihú: “Hashem dijo:

‘Con los cercanos a Mí, Me santificaré’.

Ahora veo que ellos eran más grandes que yo y que tú” (Rashí). Por lo tanto, Elazar e Itamar no se
enaltecieron ni se atrevieron a adoptar grandeza alguna para ellos mismos, aun del servicio sagrado y elevado del padre de ellos, Aharón Hacohén Hagadol. Ellos se sorprendieron y se dijeron que no podía ser que pudieran servir en conjunto con su padre en el servicio del Kódesh, porque una gran humildad
les llenaba el corazón, y no se consideraban a sí mismos como cohanim que sirven en el Mishcán. Y con el fin de insuflarles un ánimo de elevación y exhortarlos, Hakadosh Baruj Hu se dirigió a ellos utilizando un lenguaje de importancia: “los cohanim, los hijos de Aharón”, con la connotación de “autoridad” e “importancia”. No cabe duda de que ellos sí eran aptos para servir delante de Hashemen el Mikdash, tal como sus hermanos mayores lo habían sido, pues también a veces la humildad debe darle paso a una porción ínfima de importancia y grandeza. Esto se debe a que el hombre debe reconocer la grandeza que posee, y cumplir en su persona el versículo “y elevó el corazón en el sendero de Hashem”. Y, ciertamente, la grandeza de Nadav y de Avihú fue mayor que la de Moshé Rabenu y Aharón, pero a la sazón, Elazar e Itamar fueron extremadamente importantes para Hakadosh Baruj Hu; fueron cohanim elevados por
encima del resto del pueblo. Un siervo fiel es aquel que está dispuesto a cumplir las mitzvot de su amo
con alegría, a cumplir todo lo que su amo le encomiende hacer. Incluso si tuviera que entregar su vida para cumplir con la voluntad del patrón, no le sería difícil en absoluto, y lo llevaría a cabo voluntariamente, de todo corazón, debido al amor que siente por su amo, y porque desea proveerle satisfacción.

De aquí, entendemos por qué la Torá yuxtapuso precisamente la mitzvá de Shemitá al Monte Sinai. Aquella es una de las mitzvot de mayor importancia que hay en la Torá, pues no es algo simple para el hombre dejar de trabajar la tierra que tiene bajo su dominio y abstenerse por completo de labrar sus campos por todo un año entero. Y no solo eso, sino que el hombre tiene también la obligación de repartir el producto que el campo produce ese año a todo aquel que pase por su campo. Para hacer esto, el hombre requiere de una grandiosa entrega total. Incluso los ángeles ministeriales se asombraron de cómo Israel cumple con esta mitzvá, pues dijeron:

“Los poderosos héroes que cumplen Su palabra”, dice el Midrash (Vaikrá Rabá
1:1):

“¿De qué habla el versículo? Dijo Ribí Yitzjak: ‘Ese versículo habla de los que observan el año de Shemitá’.

La costumbre del mundo es que el hombre realice una mitzvá por un día, por una semana, por un mes… ¡Pero Shemitá es todo un año! ¿Acaso existe un héroe poderoso como éste?”. Y ya que esta mitzvá es muy difícil de cumplir y llevar a cabo, existe el temor de que el hombre afloje —jas vejalila— en su cumplimiento. Por eso, la mitzvá que la Torá yuxtapuso a la noción del Monte Sinai fue precisamente la de Shemitá, para advertirle al hombre y decirle que debe saber que la mitzvá de Shemitá, con todas sus minuciosidades y detalles, fue dada en el Monte Sinai; y por ello, tiene la obligación de cumplirla tal como se ha prescrito, según la Halajá, a pesar de toda la dificultad que ello pudiera implicar. Pues es un decreto de Hashem, y no existe autoridad que pueda apelarla. Y así como esta mitzvá fue dada en el
Monte Sinai, así mismo todo el resto de las mitzvot nos fueron dadas en el Monte Sinai, y tenemos la obligación



Be´Har, Sfaradí Yerushalmi, por Nisim Sheked