PARASHAT HASHAVUA: «AJAREI MOT»

 

Parashá: Ajarei Mot, Tras la muerte, אַחֲרֵי מוֹת, Levitico 16:1–18:30.Haftará sefaradit:  Ezekiel 22:1–16. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


“Y sagrados seréis, porque Yo soy
Sagrado; Yo soy Hashem” (Vaikrá 19:1).

En el Midrash Torat Cohanim, se explica que “Y sagrados seréis” quiere decir separados estaréis’. Y en la parashá de Sheminí, el versículo (Vaikrá 11:44) dice:

“Y os consagraréis; y seréis sagrados,
porque Yo soy Sagrado”,

sobre lo cual se explica en Torat Cohanim que “porque Yo soy Sagrado” quiere decir que ‘Así como Yo soy Sagrado, vosotros debéis ser sagrados; así como Yo estoy separado, vosotros debéis estar separados’.
Aparentemente, hace falta comprender las palabras del Midrash, pues ¿qué hombre de carne y sangre, criatura terrenal, podría siquiera imaginar comparar su santidad a la santidad superior del Rey que es Rey de reyes, Hakadosh Baruj Hu?, ¡si los ángeles que Lo rodean apenas si Le sirven temblando por el temor insondable que Le tienen! La Inclinación al Mal reside en el corazón del hombre y trata de hacerlo tropezar a cada paso que da, y desviarlo del camino correcto. ¿Acaso es posible que a pesar de todas
las pruebas y dificultades que enfrenta el hombre, éste tuviera éxito en escalar niveles de santidad muy elevados? Y, si así fuere, ¿cómo se lo podría comparar en absoluto al Creador del universo, alabado sea Su Nombre? Y, además, dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Nidá 30b), que la frase del versículo “jurará toda lengua” se refiere al día en el que uno nace, pues le hacen jurar: “Sé tzadik
y no malvado. Y aun cuando todo el mundo entero te diga que eres un tzadik, considérate como si fueras un malvado. Y sabe que Hakadosh Baruj Hu es puro, y Sus siervos son puros, y el alma que te dio es pura. Si la conservas con pureza, muy bien; pero si no, te será quitada”. Aparentemente, este juramento , en su base, es equivocado y no tiene validez, pues ¿acaso el hombre sabe qué se espera de él en el mundo terrenal? ¿Acaso sabe qué grandes dificultades le esperan y que se tiene que enfrentar contra la Inclinación al Mal? Antes de bajar a la tierra, el alma se encuentra allí, en los mundos superiores; esos mundos están totalmente depurados de cualquier indicio de maldad, y la Inclinación al Mal no gobierna allí para nada. No cabe duda de que el alma del hombre piensa que la misión de ser tzadik y no malvado no involucra un gran esfuerzo, y que se puede lograr con facilidad. No obstante, cuando llega a este mundo y se ve enfrascada en pruebas muy difíciles; el alma, a simple vista, se repliega y arrepiente del juramento que hizo, pues no le dijeron desde un principio que debía luchar contra la Inclinación al Mal.
Pensé en decir, besiatá Dishmaiá, que cuando el alma del hombre se encuentra en las Alturas, antes de bajar a la tierra y de hacer el juramento, le muestran todas las vicisitudes del mundo terrenal y todas las pruebas que aquí suceden, y le enseñan que la guerra que le espera cuando baje a la tierra será difícil. Solo después de ver toda esa travesía, lo juramentan. De esta forma, resulta que el hombre sí sabe claramente a qué se va a enfrentar cuando baje, por lo que su juramento no es sobre una base errónea.

Y podemos decir que a esto se refiere la Guemará (Tratado de Nidá 31b): un feto en el vientre de su madre tiene una luminaria encendida sobre su cabeza con la cual puede ver desde un confín del mundo hasta el otro. Le muestran cómo es el mundo terrenal, con todas sus dificultades y sus pruebas,
de modo que sepa a qué se va a enfrentar; y le dicen que si quiere tener éxito en esta guerra, debe ser meticuloso de mantener encendida la luminaria sobre su cabeza siempre, es decir, que la luminaria
de la Torá siempre se encuentre encendida, brillando sobre él. Entonces, obviamente, le estará asegurado el éxito que tendrá en la batalla contra la Inclinación al Mal. En fin, aun cuando todavía no ha jurado, el hombre conoce el futuro que se le depara, y el juramento que hace es con pleno conocimiento, y tiene validez. El hombre debe prestar juramento precisamente cuando se encuentra en los mundos superiores, lugar que rebosa de santidad y pureza, libre de cualquier impurificación, de modo que
al momento de hacer el juramento, seabsorba en él la santidad del lugar. De esta manera, al aspirar en su ser las enormes fuerzas de la santidad de los mundos superiores, podrá conducir su vida en el mundo terrenal con santidad, y enfrentar las pruebas de la vida que se le presenten en el camino. Resulta que
aun cuando todavía se encuentra en los mundos superiores, antes de bajar a la tierra, Hakadosh Baruj Hu le provee de las fuerzas necesarias para enfrentar ala Inclinación al Mal, y el alma carga sus
“baterías” hasta el tope a partir de los tesoros de santidad y pureza celestiales.Entonces, el hombre llega a este mundo equipado debidamente de alimento espiritual y sagrado que es, de hecho, el arma con la cual deberá luchar contra la Inclinación al Mal; y de las fuerzas para cumplir con su juramento, pues,
al hombre no le ponen una prueba que no pueda pasar.

Por lo tanto, Hakadosh Baruj Hu le ordenó al hombre:

“Sagrados seréis, porque Yo soy Sagrado” (Vaikrá 19:1).

Definitivamente, la intención de esta orden no es la de que el hombre sea sagrado en el nivel de Hakadosh Baruj Hu, ya que eso es simplemente imposible. Más bien, el hombre debe ser sagrado
en el mismo nivel en el que se encontraba antes de bajar a la tierra, delante del Trono de Gloria, absorbiendo de esa santidad y de esa pureza. Si logra atraer hacia sí esa santidad, Hashem le
aumentará incluso más de Su santidad. Eso es lo que pide Hakadosh Baruj Hu del hombre, que sea sagrado. Y así dice el Zóhar Hakadosh: todas las mitzvot que entregó Hakadosh Baruj Hu son, más bien, consejos y herramientas para lograr el nivel de la santidad requerida.

Si, en efecto, el hombre tiene las fuerzas para cuidar de la maravillosa santidad, también tendrá en sus manos las herramientas que le posibilitarán obtener esa santidad.

El versículo (Vaikrá 19:3) continúa:

“El hombre a su madre y a su padre, ha de temer”

. ¿Cómo se puede explicar la yuxtaposición de estos versículos? ¿Qué tiene que ver “sagrados seréis” con “temer a los padres”? En mi opinión, los hechos de los padres son una señal para los hijos; cuando el hombre se conduce así, también sus hijos se conducirán así después de él, siguiendo el sendero pavimentado por los padres, pues aprenden de ellos. Y lo normal es que el hijo imite a su padre en cuanto a su conducción y comportamiento. Por ello, la Torá le dice al hombre que debe saber que tiene que conducirse con santidad y pureza.

Esta santidad será obligatoriamente transmitida a su descendencia, porque lo principal de la educación de los hijos es el ejemplo que ven de los padres. “El hombre a su madre y a su padre, ha de temer”, le insinúa al padre y a la madre que con la santidad con la que ellos se conduzcan, estarán instruyendo a sus hijos a continuar en ese mismo sendero después de ellos.


Mosaj Marruecos,  Yitzjak ben Jamu