PARASHAT HA´SHAVÚA: «JAYEI SARAH»

Parashá : «Jayei Sarah», La Vida de Sarah, חַיֵּי שָׂרָה .  Génesis 23:1–25:18. Haftará sefaradit: Reyes I, 1-31. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita.


Apreciar el valor del tiempo

“Tomó el siervo diez camellos de los camellos
de su patrón y se fue; y todo lo bueno de su patrón
llevó consigo; se levantó y fue a Aram Naharaim,
hacia la ciudad de Najor” (Bereshit 24:10)

 

Abraham Avinu le ordenó a su siervo Eliézer que fueraa la ciudad de Jarán y tomará de allí una de las jóvenes del lugar como esposa para su hijo Yitzjak, que fuera apta para él. Nuestros Sabios, de bendita memoria, explican en el Midrash (Bereshit Rabá 59:11) que el camino de Eliézer se le acortó de modo tal que llegó a Jarán en un solo día,a pesar de que se trataba de un camino que normalmente tomaba dos semanas en recorrerse. Esto presenta un dificultad, pues, ¿por qué a Abraham Avinu, que era conocido
por su rectitud y justicia extraordinarios por todo el mundo, no se le acortó el camino cuando Hakadosh Baruj Hu le ordenó que dejara Jarán para ir a la tierra de Kenaan? ¡Si su siervo Eliézer fue meritorio de tal milagro, con más razón, su patrón, que era mucho más Tzadik y merecedor de ello!

Rivja sacia la sed de Eliezer, el esclavo de Abraham N. Poussin

Esta dificultad se puede responder con el hecho de que Hakadosh Baruj Hu no le pone a una persona una prueba demasiado difícil que no pueda pasar exitosamente. Cuando una persona se ve enfrentando alguna prueba, cualquiera que sea, está claro que es una prueba que puede pasar. Si dicha persona no logra pasar la prueba, por lo visto, no invirtió el esfuerzo suficiente para atravesarla victoriosamente.
Eliézer tenía una hija que él quería casar con Yitzjak Avinu, y como Hakadosh Baruj Hu sabía que teniendo este interés Eliézer no iba a poder pasar la prueba del encargo que tenía de ir en busca de esposa para Yitzjak de la forma debida, yendo todo el largo camino entre Jarán y la tierra de Kenaan, Hashem le acortó el camino, para que pudiera completar el encargo de su patrón.

En contraste, Abraham Avinu, que estaba en un nivel mucho más alto, podría haber recorrido toda la distancia entre Jarán y la tierra de Kenaan sin objetar en lo más mínimo a Hakadosh Baruj Hu, ni haciendo todo tipo de preguntas —como de hecho hizo cuando salió de su tierra
natal—. Sin embargo, Abraham salió al camino por la orden de Hashem, sin saber hacia dónde iba. Se entiende que cada paso que dio en cumplimiento de la orden de Hashem fue en sí una prueba. Ya que a Hakadosh Baruj Hu Le interesa recompensar enormemente a quienes siguen Su sendero sin objetar, Hashem le dejó el camino completo a Abraham Avinu y no se lo acortó, para que recibiera la recompensa
por cada paso que daba, lo cual hacía siguiendo la orden de Hashem.
De acuerdo con esta explicación, se puede comprender por qué Hakadosh Baruj Hu le acortó el camino a Eliézer,pero a Abraham se lo dejó completo. Y de aquí podemos concluir cuán grande es la virtud del tiempo, que cada momento que es aprovechado sobre la faz de la tierra en el servicio a Hashem como es debido, convierte al hombre en merecedor de una gran recompensa que no se puede cuantificar. Asimismo, Hakadosh Baruj Hu no pone a una persona una prueba que no puede atravesar con éxito, por lo que Hashem le acortó el camino a Eliézer; él no iba a poder pasar esa prueba victoriosamente, no iba a resistir todo el tiempo en viaje, llegar a tiempo, y de esa forma cumplir con el encargo de su patrón.

Cuando Eliézer vio desde lejos a Laván con armas en las manos, pronunció el Nombre inefable de Hashem de inmediato, y Eliézer y los diez camellos que había traído consigo se elevaron por el aire. Esto es difícil de comprender. ¿Por qué Eliézer no salió a batallar contra Laván? ¡Si es sabido que Eliézer era poderoso en guerra! Esto lo sabemos de cuando Abraham salió a guerrear contra los cinco reyes y
llevó consigo solo a Eliézer. ¿Por qué Eliézer temió guerrear contra Laván, y evitó pelear contra él y pronunció el Nombre inefable de Hashem?

Mearat Ha´majpelá, Jebrón

Podemos decir que, puesto que sabía que el encargo de ir en busca de una esposa para Yitzjak era una prueba grande para él (Eliézer), no quiso desperdiciar su tiempo vanamente en una pelea contra Laván, sino que todo lo que quería era cumplir con el encargo de su patrón con la mayor prontitud posible, para no tropezar y fallar en la prueba, ya que tenía un interés ulterior. Por ello, Eliézer pronunció aquel Nombre y así evitó entrar en un confrontamiento directo con Laván; de esa forma, podía continuar
con el motivo que lo llevó a ese lugar con mayor diligencia que con una guerra abierta.

Cuando Eliézer regresó con Rivká a la tierra de Kenaan, a la casa de su patrón, el camino de regreso permaneció tal como debía haber sido, pues ya no existía el temor de la prueba que representaría un camino largo; Eliézer ya había cumplido con la misión, y el camino largo de regreso no representaba
un obstáculo para culminar su cometido. Debido a que su idea de que Yitzjak se casara con su hija ya no era factible, luego de tomar a Rivká por esposa para Yitzjak, y particularmente debido a que Eliézer vio que Hashem quería que él tuviera éxito en encontrarla, Eliézer comprendió que todo había sucedido por providencia Divina, y no hay sabiduría que pueda vencer los planes de Hashem.

En su regreso, Eliézer no quiso que el camino se le acortare, sino que quiso que fuera normal, ya que de regreso ya no había más prueba que pasar victoriosamente; y, en efecto, Hashem no retuvo la recompensa que le correspondía a Eliézer por todo el camino que recorrió de regreso a la casa de su patrón. Como es sabido por los libros de Kabalá, Hakadosh Baruj Hu creó todo el mundo ya desde el primer día, solo que cada día fue componiendo aquello que correspondió a tal o cual día, y finalizándolo.
La división del año en días, semanas y meses, la realizó Adam Harishón, quien fue la corona de la Creación, de modo que pudiera él mismo encontrar su camino; si era astuto, iba a saber aprovechar el amplio tiempo que tenía en las manos como debía ser, o —jalila— iba a desperdiciarlo en vano con las vanidades del mundo terrenal. Se cuenta que un día los alumnos vieron que Marán, Harav Shaj, zatzal, irrumpió en llanto, y él les dijo a sus alumnos eso se debió a que aquel día no había recitado el Keriat
Shemá en el mejor tiempo del día, como siempre lo hacía, día a día; y como el día pasa y no regresa, él lloraba muy adolorido por esa pérdida.