PARASHAT HA´SHAVÚA: «NOAJ»

Parashá: נֹחַ‎, Noaj, Noé- Génesis  6:9–11:32. Haftará sefardit: : Isaías  54:1–10, Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlitá.


“Y entró Nóaj, y sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos con él,
en el arca, por causa de las aguas
del Diluvio” (Bereshit 7:7).

Rashí escribió, en nombre de nuestros Sabios, de bendita memoria, que, antes del Diluvio, Nóaj permaneció parado enla puerta del arca que había construido, y no quería entrar, debido a que tenía poca fe, y a que no estaba seguro de que fuera a caer el Diluvio; pero las aguas lo empujaron, y entonces, se vio forzado a entrar al arca.

Sobre esta explicación, podemos decir que, aparentemente, se trata de algo asombroso. ¿Acaso en verdad Nóaj no creía que fuera a caer el Diluvio? ¡Pero si Hakadosh Baruj Hu le había dicho que iba a hacer caer un Diluvio sobre todo el mundo, cuando le dijo (Bereshit 6:17):

“Y heme aquí que traigo el Diluvio, agua
sobre la tierra, para exterminar de debajo
de los cielos toda carne que tenga hálito
de vida”!

Siendo así, ¿acaso podía ser que Nóaj no creyera en lo que le había dicho Hashem ? Y cuando las aguas ya habían comenzado a caer, ¿todavía Nóaj permanecía sin poder creerlo, y ésa fue la razón por la que no quiso entrar al arca?

No obstante, como aclaración de este tema, podemos decir que “Nóaj anduvo con Dios”; es decir, Nóaj se preocupó solo de sí mismo y estudió únicamente para sí; él anduvo sólo con Dios, y no “llevó consigo” a nadie más. A él le faltó haber estudiado Torá con gran extenuación en favor del prójimo. Particularmente, él careció de la virtud de proveer méritos a los demás, como lo hizo Avraham Avinu, alav Hashalom, quien se había extenuado en hacer ingresar a su tienda a muchas personas para atraerlas a albergarse debajo de las alas de la Shejiná, y convertirlas a la creencia de un solo y único Dios.

Por lo tanto, sin un estudio de Torá realizado con extenuación y abnegación para dar méritos a los demás, la persona puede llegar a una situación de “no estar seguro de ser creyente”. Esto es lo que le sucedió a Nóaj, que llegó a esta deplorable y terrible situación. Pero, después de todo, debemos juzgar a Nóaj para bien. Pues, en verdad, él estuvo rodeado por todos lados de personas malvadas, ya que todos los miembros de su generación fueron malvados en extremo y se rebelaron contra Dios. Solo Nóajy su familia fueron personas dignas. Mas, por cuanto él no se había comportado de la misma manera que Avraham Avinu, y carecía de la virtud de extenuarse en el estudio de Torá —así como su nombre lo indica, pues Nóaj significa ‘grato, confortable, sereno’—, Nóaj se “sentó” tranquilamente en su lugar y no se extenuó en hacer que los miembros de su generación se arrepintieran de sus terribles actos.

Jacob II Savery, S. XVII

Nóaj careció de la cualidad de proveerméritos a los demás, pues él sabía que aquellas “aguas de Nóaj”, las aguas del Diluvio, no le iban a hacer a él ningún daño. Por eso, se sentó con tranquilidad y llegó a la situación en la que solo cuando las aguas lo presionaron, él se vio forzado a entrar al arca. Ése era el nivel de Nóaj. Él no se preocupó por los miembros de su generación, ni antes del Diluvio, ni después de que empezó, por cuanto pensó solo en sí mismo, como vemos que se encargó de llevar consigo una planta de vid con la que después poder hacerse vino. Y así lo hizo y se embriagó. Es decir, en lugar de buscar la manera de rectificar el mundo entero de alguna forma —por ejemplo, mediante el establecimiento de una yeshivá, como la de Kérem Beyavné (‘el viñedo en la ciudad de Yavné’, yeshivá en la que los estudiantes se sentaban en filas como las de un viñedo, y de ahí, su nombre) y beber del vino de la Torá—, lo que hizo fue literalmente beber vino y embriagarse, y causó así un deterioro en lugar de una reconstrucción del mundo.

Reflexioné al respecto y, a mi humilde parecer, si la Torá atestigua que Nóaj fue un Tzadik íntegro en su generación, se entiende de ello que tenía las fuerzas extraordinarias para actuar y ascender incluso en el campo de proveer méritos a los demás. El haber tenido el mérito de educar a sus tres hijos para que fueran igualmente Tzadikim, así como también a sus respectivas esposas, es una señal de que él tenía el poder de hacer volver en teshuvá a los demás. Y el hecho de que Nóaj tuvo influencia sobre Og, rey de Bashán, quien fue el único de toda aquella generación del Diluvio que sobrevivió, implica que también tenía el poder de influir en el resto de la generación.

Pero esto —el hecho de que los miembros de su generación no lo siguieran— Nóaj se lo provocó a sí mismo, por cuanto él anduvo con Dios solo, y no anduvo conlas personas, y no se extenuó en el estudio de la Torá, ni se dedicó a ameritar a losdemás, ni se preocupó en volver a laspersonas en teshuvá. Por eso, hay entrenuestros Sabios quienes hablan despectivamente de él en comparación con la generación de Avraham Avinu, quien hizo que muchas personas de su generaciónretornaran a Hashem Yitbaraj.

Y ya son sabidas las palabras temiblesque dijo sobre sí mismo el sagrado Ribí Zushe, ziaa, de Hanipol: “En el Mundo Venidero, no me van a preguntar por qué no fui como Avraham Avinu, sino que me preguntarán simplemente por qué no fui como Zushe”. Y para esclarecer estas palabras, podemos decir que a ninguna persona le piden del Cielo llegar a los niveles de un hombre tzadik y sagrado, que nació con un alma especial y sublime, con fuerzas y poderesmaravillosos. A la persona se le exige llegar al máximo de sus propias fuerzas especiales, las cuales la persona puede lograr alcanzar por cuenta propia, y llevar el potencial a la realidad, materializando todo lo que está a su alcance para servir a Hashem en este mundo. Y si el hombre no cumple con su deber en el mundo tal como se requiere de él, entonces, acabará rindiendo cuentas en el Mundo Venidero.

Eso es lo que le preguntarán en el Cielo: “¿Por qué no fuiste Zushe?”, es decir, “¿Por qué no fuiste como podías haber sido con las fuerzas de que te dotaron?”. Y, ciertamente, todo hombre tiene la buena predisposición para cumplir con la voluntad del Creador, pero la Inclinación al Mal se le opone y trata incesantemente de evitar que el hombre reconozca las fuerzas de las que dispone. Pero, por otro lado, el hombre tiene que guerrear siempre contra la Inclinación al Mal, como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Kidushín 30b):

“La Inclinación al Mal del hombre se renueva cada día, se incrementa, y somete al hombre cada día, buscando su final”.

Ciertamente, todo hombre tiene poderes asombrosos, pero utiliza solo una mínima porción de ellos. Y la prueba reside en que en un momento de peligro el hombre es capaz de hacer uso de fuerzas que tiene escondidas y que nunca antes había utilizado. Una pequeña muestra de ello es, por ejemplo, si a un hombre que cojea y, con dificultad, arrastra los pies al caminar, se le apareciera un león a lo lejos, entonces, en ese momento, lograría correr y escaparse de él con rapidez, con la agilidad de un niño. Y si el hombre quisiera de verdad ganarle a la Inclinaciónal Mal, entonces, recibiría una ayuda del Cielo para lograr ese propósito sublime, y también en la extenuación en el estudio de la Torá y en el hecho de ameritar a los demás. De esa forma, ameritaría siemprela cercanía de Dios