PARASHAT HA´SHAVÚA: «SHOFTIM»

Parashá: Shoftim, שֹׁפְטִים‎ , Jueces.  Deuteronomio  16:18–21:9, Haftará sefaradit: 4ª de consolación.  Isais 51:12–52:12. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


“Pondrás jueces y oficiales en
todos tus portones, los que Hashem, tu Dios, te dará, por tribus,
los cuales juzgarán al pueblo con
juicio justo” (Devarim 16:18).

El Shelá Hakadosh, al principio de parashat Shofetim, esclarece que el versículo trata de los portones del cuerpo del hombre: la boca, los oídos, etc., y el versículo viene a enseñarnos que el hombre tiene que colocar en dichos portones jueces y oficiales que no permitan que entre por ellos aquello que está prohibido, es decir, que no coma alimentos prohibidos, que no escuche palabras prohibidas, y así sucesivamente.

Aquellos jueces y oficiales de los portones son aquellos cercos que el hombre se impone a sí mismo. Luego de que el hombre empieza a ver algo que está prohibido, le resulta muy difícil bajar la mirada, particularmente cuando va por la calle y hay muchas personas a su alrededor. Y si anduviera por la calle con la mirada baja, parecerá como un loco. De modo que el hombre tiene que imponerse cercos y limitaciones que lo alejen de la prueba; debe decidir, por ejemplo, no ir por las calles en donde la inmodestia reina desenfrenada; o no sentarse en medio de un grupo de personas conocidas por ser provocadoras de peleas y pleitos, que hablan lashón hará; y así mismo debe hacer con los demás “portones”. De esa forma no llegará a estar a prueba en absoluto, porque el “oficial” lo detuvo antes de que entrara al sector peligroso.

No obstante, todos debemos saber que aquellos “oficiales” tienen que trabajar también en sentido contrario, es decir, tienen que cuidar de que, de la misma forma como el hombre no debe permitir que entre por los portones lo que está prohibido, tampoco debe permitir que salga de dichos portones nada que esté prohibido o que implique una transgresión. Muchas veces, el hombre tiene una inclinación muy fuerte a decir lashón hará a su compañero, o contar a su javrutá, en medio del estudio, un relato que escuchó (aunque el relato en sí no sea algo prohibido), con lo que provoca que ocie del estudio de Torá. Y así como éstos, otros ejemplos de numerosas transgresiones que pueden “salir” del hombre. Los jueces y oficiales tienen que cuidar del hombre, frenar su boca de decir lo que no debe, y conservar dentro de él todas las prohibiciones, que no salgan a la luz del mundo.

La Guemará (Tratado de Berajot 34b) dice que “En donde un báal teshuvá está parado, un tzadik absoluto no se puede parar”. La razón por la cual es así se origina en el hecho de que aquellos baalé teshuvá no solo lograron llegar al nivel en donde se encuentran, sino que ellos tuvieron que someter sus malas cualidades y anularlas. Así lo explica Marán, Ribí Israel de Salant, ziaa, que el anular una mala cualidad es muchísimo más difícil que ascender en los niveles de la santidad. Por lo tanto, el nivel de los baalé teshuvá es más grande que el de los más grandes Tzadikim.

Los Hijos de Israel que estuvieron en el Monte Sinai para recibir la Torá tuvieron que estar en un nivel de lo más elevado. Por ello Hakadosh Baruj Hu les dio una gran ayuda a aquella generación, ascendiéndolos de los 49 portones de impureza (en los que se encontraban mientras estuvieron en Egipto); con cada día que pasaba desde que salieron de Egipto, les anulaba una mala cualidad del corazón, a la vez que los introducía por un portón de pureza; así el nivel de ellos sería mucho más elevado que el de un tzadikabsoluto que llegó al portón 49 de santidad. Porque ellos fueron baalé teshuvá que rompieron sus malas cualidades y se elevaron hasta donde llegaron y, como es sabido, a un báal teshuvá le es mucho más difícil enfrentar la Inclinación al Mal, porque ésta se preocupa de recordarle constantemente todos los pecados del pasado, y el báal teshuvá tiene que esforzarse mucho para no romperse y no escuchar las maquinaciones de la Inclinación al Mal.

Mi respetable padre y Maestro, ziaa, — que el recuerdo del sagrado Tzadik sea para bendición— se cuidaba mucho la vista, de forma extraordinaria; se preocupaba de no ver lo prohibido. Los “cercos” y “guardias”que puso en sus ojos no pueden ser concebidos por la mente humana. No obstante, a lo largo de toda su vida fue de lo más meticuloso en colocar también “guardias” en su boca, y no solo que no habló lashón hará ni rejilut en absoluto ni permitió que se hablara a su alrededor, sino que incluso de su boca no salió el menor rastro de mentira, aun en casos en los que las personas se permiten ser indulgentes y se autorizan a decir alguna que otra mentira “blanca”.

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Recuerdo que cuando mi padre, ziaa, emigró de Marruecos hacia la Tierra de Israel, en su maleta llevaba plata y oro que tenía paralas dotes de sus hijas. La ley en Marruecos establece que está prohibido sacar plata de los límites del país. No obstante, mi padre, ziaa, no sabía de aquella ley, de modo que no había escondido su plata ni su oro, sino que los había colocado en su maleta como cualquier otro objeto que transportaba consigo.

Cuando estaba en la fila de aduanas para salir, un judío que lo conocía y que sabía que estaba llevando consigo oro y plata estaba parado detrás de él. Se le aproximó aquel judío y, con gran menosprecio, le dijo a mi padre acerca de aquella ley y que esperaba que mi padre, por la plata y el oro que estaba llevando, no les fuera a causar un retraso a todos los que estaban en el mismo vuelo. No obstante, mi padre le respondió, que no sabía que aquello estaba prohibido, y si Hakadosh Baruj Hu, en Su infinita sabiduría, decretó que así sucediera, que no pudiera sacar su plata ni su oro, entonces, él iba a dejar todo ese dinero allí mismo, e iba a ascender a la Tierra de Israel como todo un verdadero pobre. Cuando llegó el turno de mi padre, ziaa, para presentar los documentos, el oficial le preguntó si tenía en su maleta plata u oro. Mi padre le respondió con total seguridad y sinceridad que, en efecto, tenía plata y oro, y declaró todo el dinero que se encontrabaen su poder, sin omitir un centavo. El oficial le preguntó si él no sabía que aquello estabaprohibido, y mi padre le respondió sinceramente que no lo sabía, y que, si la ley estipulaba que él tendría que dejar su dinero allí, élno podía hacer nada, porque él no pretendía transgredir la ley en absoluto.El oficial llamó a su superior y éste abrió la maleta de mi padre; contó la plata y el oro y vio que mi padre no había ocultado nada de lo que había declarado. Hashem ayudó a mi padre, y él encontró gracia a los ojos del oficial, quien cerró la maleta, se la dio a mi padre en la mano, le dijo que procediera a dirigirse al avión y hasta le deseo un buen viaje. Cuando llegó el turno de aquel judío que estaba detrás de mi padre, le preguntaron también si tenía algo que declarar. Al principio, les dijo que no, pero, como había visto que con facilidad habían liberado a mi padre con todo su dinero, decidió declarar todo el dinero que él pretendía sacar ilegalmente. El oficial volvió a llamar a su superior, pero en esta ocasión fue más estricto, y se lo llevó para investigarlo. Solo después de tres horas lo liberaron, pero sin la gran suma de dinero que pretendía sacar. La verdad que salió de la boca de mi padre fue la que lo salvó, mientrasque aquel judío a quien le molestaba la idea de que lo retrasaran y que había menospreciado a mi honorable padre fue castigado, yfue precisamente él quien provocó un gran retraso en el vuelo.

En la última generación, la mano de la Inclinación al Mal lo domina todo y se encuentra más difundida que nunca. En el pasado, si un hombre quería pecar, tenía que salir a la calle y, por ejemplo, dirigirse a un cine. Hoy en día, el hombre puede estar sentado en el Bet Hamidrash escuchando un shiur, y tener el cine en el bolsillo. Tenemos que crearnos cercos a fin de no tropezar, pero si introducimos aparatos como aquellos albolsillo, ya no tenemos más “guardias” quenos protejan de pecar.

Por lo tanto, toda persona debe tratar dedeshacerse de la Inclinación al Mal que se encuentra en su bolsillo, alejar del alcance de la mano lo inmundo y todo lo que se le asemeje. Y aun en ese caso, debe rezar mucho y pedir misericordia del Cielo para que la Inclinación al Mal no tenga éxito en hacerlo tropezar con los pecados que se encuentran a la vuelta detoda esquina, en todo lugar.