PARASHAT HA´SHAVÚA: «VA´ETJANAM»

Parashá: Va´atjanán, וָאֶתְחַנַּן, Suplicó, Deuteronomio 3:23–7:11. Haftará sefaradit:  Isaías, 40 . Darshán:  Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


“Por tu aflicción, te llegaron todas
estas cosas al final de los días;
y retornarás a Hashem, tu Dios, y
escucharás Su voz”
(Devarim 4:30).

Hakadosh Baruj Hu busca amar a Su pueblo —el pueblo elegido—, pero sabe que, según las reglas de la naturaleza, bajo la meticulosidad del juicio, no se puede posar el amor entre Él y Su pueblo. Por lo tanto, Él prolonga [el punto en el que se enciende] Su enojo, y “cubre” (‘oculta’) la transgresión de ellos con el fin de que la armonía y el amor se posen entre Él y Su pueblo. Ciertamente, sabemos que el hombre es juzgado cada instante de su vida. En el Tribunal del Cielo, le mostrarán al hombre todo lo que hizo en su vida en el mundo terrenal; no le mostrarán una síntesis de sus días, semanas y años, sino que le darán un reporte extremadamente detallado de todo lo que hizo a lo largo de su vida. Y todo el que dice que Hakadosh Baruj Hu siempre cede está equivocado, por cuanto Hakadosh Baruj Hu se cobra de aquellos que transgreden Su palabra. Pero como Hashem Yitbaraj quiere que reine la armonía, el amor y la cercanía entre Él y todos los miembros de Su pueblo, Él no aplica el castigo que les corresponde inmediatamente después del pecado, sino que Él domina Su enojo y extiende Su paciencia en espera de que el transgresor corrija sus actos y se arrepienta de sus pecados.

Cuando un hombre recibe un golpe, se pone una venda sobre la herida que sangra, pero ello no representa una cura total del golpe; simplemente, con ello, el hombre oculta la herida y se considera como que “cubre el daño”. Solo si el hombre unge sobre la herida algún ungüento curativo, la herida podrá sanar como es debido y recuperar su condición original.

Así mismo Hakadosh Baruj Hu “cubre el daño (‘la transgresión’)” de Su pueblo y “cierra un ojo” temporalmente, con la esperanza de que el hombre retorne en arrepentimiento de sus malas acciones. Y en la condición en la que Hakadosh Baruj Hu “cierra un ojo” para no ver las transgresiones de Israel, el amor puede continuar residiendo entre Hashem e Israel.

Todo el que quiere volver en teshuvá hacia su Creador puede hacerlo con facilidad, ya que los senderos para regresar son conocidos y evidentes para todos; y por eso, todo lo que hace falta es contar con la buena voluntad de la persona de querer acercarse a Hashem, su Dios. Escuché una vez de mi Maestro, el Gaón, Ribí Shamay Tzahán, zatzal, que presentó una dificultad: encontramos que la Torá se extiende en detallar las ciudades de refugio, y la Torá vuelve y cuenta los lugares en donde se encuentran localizadas dichas ciudades y reitera la necesidad que hay de preocuparse, en toda época, de que los caminos que llevan a dichas ciudades sean adecuados, así como también hay que preocuparse de que los letreros que indican el camino para llegar a dichas ciudades estuvieran en buenas condiciones de modo que el asesino involuntario pudiera llegar a la ciudad refugio en buenas condiciones y no tuviera que retrasarse en el camino —cosa que lo podía poner en peligro de ser alcanzado por el vengador del muerto—. Por otro lado, no encontramos que la Torá explique con detalle que había que establecer los caminos que dirigieran a la persona directamente hacia Jerusalem para cumplir la mitzvá de peregrinaje en las tres festividades anuales. Aun sin indicaciones en el camino, Jerusalem es el centro del universo, en donde se encuentra el Bet Hamikdash, en el que se posa principalmente la Shejiná, fuente de pureza. Siendo así, ¿por qué la Torá no ordenó indicar con exactitud los caminos que llevan a Jerusalem, mientras que sí nos reiteró la advertencia acerca de la importancia de marcar los caminos hacia las ciudades refugio? ¿Acaso podemos decir que la virtud de una ciudad refugio es mayor que la de la ciudad sagrada de Jerusalem, cuya existencia fue indicada solo con insinuaciones? Vemos que el versículo se refiere a Jerusalem como: “el lugar que escogiera Hashem, vuestro Dios, de todas las tribus, para posar allí Su Nombre. Busca Su Shejiná y ve allí”.

Podemos esclarecer que la Torá no indicó la ubicación exacta de la ciudad de Jerusalem intencionalmente, para enseñar que todo el que quiera acercarse a la santidad y apegarse a ella, no necesita de explicaciones precisas para llegar a ella, ya que en el seno de todo judío late un corazón sabio que lo dirige hacia el lugar sagrado y correcto. El judío no puede excusarse diciendo que no sabe “dónde” está el lugar, pues, comodijimos, la santidad de Jerusalem es percibida por todos en todas direcciones; ella atrae hacia sí con gran potencia a todo el que quiere su cercanía. Pero, en contraste, la Torá se tomó la molestia de advertir a Israel acerca de la necesidad de componer los caminos que llevan hacia las ciudades refugio, para evitar una situación que pueda llegar al derramamiento de sangre.

Hakadosh Baruj Hu les dice a Sus hijos que Él quiere el amor de ellos, por lo tanto, Él extiende Su paciencia para no enojarse por los pecados que cometen, y no se apresura a castigarlos. Pero para aquellos que continúan asiéndose de sus pecados y no retornan en arrepentimiento completo, poniendo como excusa que Hakadosh Baruj Hu cede siempre, o que el camino del arrepentimiento no les es claro, entonces, el enojo de Hashem crece y no acepta el alegato de dichos pecadores, pues tienen en la mano la llave de la teshuvá, y, con ella, la posibilidad de retornar en arrepentimiento hacia Hashem, su Dios, en todo momento dado, pero no hacen uso de ella. Una vez, llegó donde mí un hombre rico, dueño de muchos buenos negocios en todas partes del mundo, para pedirme un consejo acerca de en qué nuevo proyecto invertir su dinero, pues tenía delante de él varias opciones, y no sabía por cuál empezar. Le respondí que él no estaba frente a la persona correcta pues, para recibir un consejo de esa índole, debía dirigirse hacia una persona entendida en el campo de las inversiones, que conociera todos los detalles del mercado; solo una persona versada en ello podía aconsejarlo dónde invertir mejor. Además, yo estaba seguro de que, aun cuando yo le aconsejara un proyecto X, quizá, de todas formas, él se inclinaría hacia lo que a él mejor le pareciera y no precisamente a lo que yo hubiera escogido, sobre la base de que, según sus conocimientos en el campo y su instinto, sentía que su idea era la mejor opción. Y como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Macot 10b): “Por el sendero que el hombre quiere ir, lo llevan”; por lo tanto, si el hombre muestra su deseo de apegarse a Hashem Yitbaraj, entonces, esa voluntad lo llevará inequívocamente hacia Él.



Lectura de r Avi Zarki