PARASHAT HA´SHAVÚA. «VAIKRÁ»

Parashá. «וַיִּקְרָא‎» , Vayikrá, Llamó. Leviticus 1:1–5:26, Haftará:  Isaías 43:21–44:23. Darshán:e Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


 

“Y llamó a Moshé, y le habló Hashem
a él desde la Tienda de Reunión, para
que dijera…” (Vaikrá 1:1).

Rashí explica: “… que la palabra salía de dentro del Kódesh Hakodashim y llegaba a la Tienda de la  Reunión, y se detenía. Con esto, Hakadosh Baruj Hu quiso decirle a Moshé:

‘Ve y diles [al Pueblo de Israel] palabras
conmovedoras: «Por vuestro mérito, Él
me habla a mí» ’.

Así encontramos que los treinta y ocho años que los Hijos de Israel deambularon por el desierto estuvieron como excomulgados, pues [todo ese tiempo], la palabra [de Hashem] no se había dirigido a Moshé”.

Aparentemente, ¿por qué la voz llegaba a Moshé Rabenu a través de la Tienda de Reunión y no, directamente, a la tienda de Moshé? Además, hace falta dilucidar lo que Rabenu Hakadosh, Morenu Harav Yoel de Satmer, zatzukal, en sus Jidushé Torá, deduce de las palabras de Rashí, citadas anteriormente. Él dice que en las palabras de nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Taanit 16a), encontramos que “palabras conmovedoras” son las palabras que conquistan el corazón de los Hijos de Israel y los llevan a hacer teshuvá y retornar al bien. No obstante, aquí, aparentemente, este llamado que debía hacer Moshé Rabenu a los Hijos de Israel es uno de alabanza, pues les dice que por el mérito de ellos Hashem le hablaba a él.

Y, además, allí escribió Ribí Yoel de Satmer que cabe sorprenderse por el hecho de que se citó al Yalkut Shimoní: “Podría decirse que [Hashem] hablaba con [Moshé] para sus necesidades particulares, pero el versículo reza ‘para que dijera…’, lo que implica que Hashem hablaba con Moshé por las necesidades de Israel y no por las necesidades particulares de Moshé. O podría explicarse de modo contrario: podría decirse que [Hashem] no hablaba con él sino para lo que necesitara la congregación, pero el versículo dice ‘para que dijera…’; es decir, hablaba con él para sus necesidades particulares (de Moshé)”. Estas palabras requieren de un esclarecimiento, pues hace falta comprender la diferencia práctica entre si la palabra a Moshé era solo para su necesidad propia o solo para la necesidad de Israel.

Para explicar este tema, es necesaria una pequeña introducción. Es conocida la gran virtud de Moshé Rabenu, alav Hashalom, el Señor de todos los Profetas, hombre de Dios. Él nos legó y enseñó que las palabras de la Torá no se mantienen sino en quien es humilde. Todo hombre debe estar en condición de “el hombre que ofrendare de vosotros una ofrenda”; es decir, el hombre debe considerarse a sí mismo como un korbán, anularse y someterse como una bestia que extiende el cuello para la degollación. En efecto, así debe ser la intención en el estudio de la Torá y la extenuación en su dedicación a dicho estudio. El hombre debe ser sabio y saber cuál es la voluntad del Creador, estudiando la Torá solo con sumisión y humildad, y no —jas veshalom— para honrarse con la Torá. Éste es el enfoque importante que nos inculcó Moshé Rabenu, quien estudió la Torá y no se consideró a sí mismo como nada, sino solo como el más humilde ser, como la sagrada Torá misma atestigua acerca de él (Bamidbar 12:3):

“Y el hombre Moshé era muy humilde, más
que todo hombre sobre la faz de la tierra”.

Aquella cualidad de la humildad —la corona de todas las cualidades buenas y nobles— encuentra su expresión al comienzo del Jumash Vaikrá con la letra álef escrita en forma más pequeña que el resto de las demás letras. Incluso cuando los niños comienzan a estudiar la sagrada Torá, se comienza a educarlos estudiando del Jumash Vaikrá. Y Moshé Rabenu se sintió como si él mismo comenzara a estudiar como un pequeño, por cuanto las palabras de Torá fueron preciadas a sus ojos, hasta que incluso la letra álef pequeña, con la que comienzan los niños a estudiar donde su maestro, era muy preciada ante sus ojos.

Eso es lo que implica la palabra en hebreo vaikrá (ויקרא ,(que se puede separar y leer como yikrú álef (א ירקו’ :lean álef’). Y, en efecto, los niños comienzan su estudio de Torá con la lectura de parashat Vaikrá, con el fin de que las palabras de la Torá les sean preciadas a sus ojos, así como fueron preciadas a los ojos de Moshé, el Maestro de todo Israel.

Tanto fue el amor de Moshé por la Torá, que aun antes de su muerte, cuando Moshé les dejó su legado a los Hijos de Israel, él se arrepintió delante su Creador y Le dijo (Devarim 3:24):

“Tú comenzaste a mostrarle a Tu siervo…”.

Es decir, Moshé Rabenu consideró que a la edad de ciento veinte años —luego de haber estado en el recinto de Hakadosh Baruj Hu por cuarenta años, y ver lo que ningún hombre ha podido ver nunca; luego de haber subido a las Alturas, en donde no comió pan ni bebió agua y se dedicó a la Torá—, recién entonces, comenzó a alcanzar a comprender la palabra de Hashem. Éste es el nivel de humildad de Moshé Rabenu, en condición de una álef pequeña. Si somos honestos en todo este asunto, comprenderemos muy bien las preguntas que formulamos al principio. Recibimos de nuestros Maestros que “por el camino que el hombre quiere ir, lo llevan” (Tratado de Macot 10b). Por lo tanto, Hakadosh Baruj Hu, al ver la cualidad de humildad de Su siervo Moshé Rabenu, alav Hashalom, le mostró de forma afectuosa que todo lo que le había revelado y todo lo que había hablado con él había sido solo porque el Pueblo de Israel necesitaba de aquello. Y en lo que respecta a Hakadosh Baruj Hu, a esto se lo llama que
“habló para [las necesidades particulares de] Moshé”, por cuanto Moshé equivalía a todo el Pueblo de Israel. Y ciertamente es correcto que era considerado que Hashem habló con Moshé debido a la importancia de los Hijos de Israel. No obstante, de hecho, Hakadosh Baruj Hu habló con él debido al aprecio que le tenía. De esta forma, se comprende también por qué hubo necesidad de que la palabra de Hashem le llegara a Moshé a través de la Tienda de Reunión, por cuanto el lugar en donde se encuentran los Hijos de Israel es el “Mishcán del Testimonio y la Tienda de Reunión”, lo cual, a su vez, alude al Pueblo de Israel. Por lo tanto, la palabra era considerada como que atravesaba por allí (la Tienda de Reunión), debido a la elevada virtud de los Hijos de Israel y para satisfacer la necesidad de ellos. Incluso aquello que fue para su necesidad particular, Moshé Rabenu lo consideró como necesario para el Pueblo de Israel. Por cuanto Moshé Rabenu sabía que la palabra que Hashem le dirigía a él era para los Hijos de Israel, comprendió que Hakadosh Baruj Hu se conducía con él de una forma tal que Su palabra le llegaba a él cuando el Pueblo de Israel era apto y meritorio. Por eso, Hashem le aconsejó a Moshé: “Ve y diles a ellos palabras conmovedoras”. Es decir, Moshé Rabenu debía decirles: “Estad siempre dispuestos en tefilá y arrepentimiento para que por ese mérito vuestro —y de acuerdo con vuestras necesidades—, continúe la palabra llegándome a mí en favor de vosotros”.

De acuerdo con estas palabras, se comprende bien el uso de la frase “palabras conmovedoras”, porque Moshé Rabenu, el pastor fiel, le rogó a Israel: “¿Acaso no es por vuestro mérito que Hakadosh Baruj Hu habla conmigo, y no por mi necesidad particular? Por lo tanto, continúen yendo por el sendero de Hashem, y sean aptos y anúlense delante de Él. Por vuestro mérito, Hashem hablará conmigo para lo que vosotros necesitéis”. Siendo así, queda bien respondida, de forma maravillosa, la dificultad que presentó el Admor de Satmer, zatzukal. Lo que surge de todo esto es que el hombre tiene que amar a Hakadosh Baruj Hu con toda el alma, sin límites. Siempre debe examinar y calcular sus pasos, verificando que está haciendo lo suficiente para lograr esta meta. Ésta es la explicación de las palabras del versículo: “Y llamó a Moshé desde la Tienda de Reunión”, porque Hashem, por Su gran bondad, hace un llamado a toda alma judía para que se conecte y adhiera a la “Tienda de Reunión”; y por este medio, el amor por Hashem quedará fijo en el corazón de la persona como una estaca inamovible.