PARASHAT HA´SHAVÚA: «VA´YISLAJ»

Parashá: וַיִּשְׁלַח, Va´Yishlaj, Envió,  Génesis 32:4–36:43. Haftará sefardit: Ovadia  1:1–21. Darshán: Morenu veRabenu HaGaón HaTzadik Rabí David Janania Pinto shlita


 

“Y regresaron los mensajeros
a Yaakov, y le dijeron: ‘Fuimos
donde tu hermano, donde Esav, y
él también viene a tu encuentro,
y cuatrocientos hombres con él’. Y
temió mucho Yaakov y se angustió”
(Bereshit 32:7-8).

En el boletín Yabía Ómer, leí unas palabras de Torá de Rabenu, el Rishón Letzión, el Gaón, Ribí Ovadia Yosef, zatzukal, quien objetó que he aquí que, a simple vista, encontramos una contradicción en el  comportamiento de Esav. Por un lado, vemos que Esav no temía en absoluto de Yaakov Avinu, ya que los ángeles regresaron a Yaakov Avinu y le contaron acerca del encargo que acababan de cumplir yendo donde Esav, y le dijeron que Esav no tenía miedo en absoluto.

¡No solo eso, sino que él iba a ir al encuentro con Yaakov con cuatrocientos hombres! Pero, por otro lado, encontramos que después, en el encuentro mismo con Yaakov Avinu, Esav se sometió y se anuló a sí mismo ante su hermano Yaakov, como un siervo ante su patrón, como dice el versículo (Bereshit 33:4):

“Y Esav corrió a su encuentro, y lo abrazó y se
echó sobre su cuello, y lo besó etc.”.

Según lo que leímos en la parashá, Esav no se sintió intimidado por los ángeles que le había enviado Yaakov, ni tampoco éstos le infundieron miedo en el corazón, a tal punto que incluso al ir a su encuentro con Yaakov, Esav llevó consigo cuatrocientos hombres con la intención de hacer guerra contra él. Entonces, hace falta esclarecer, ¿cómo puede ser que un malvado como Esav, cuando estuvo cara a cara con Yaakov, se sometió y corrió hacia él y lo abrazó y lo besó, como un siervo se somete ante su patrón?

A mi humilde parecer, pensé que cuando Yaakov Avinu, alav Hashalom, envió a los ángeles hacia su hermano Esav, le dio, ya desde el principio, una “introducción”, al decirle (Bereshit 32:5):

“Con Laván he convivido y me he demorado hasta ahora”,

sobre lo que nuestros Sabios, de bendita memoria (Midrash Agadá, ibíd.), dicen que Yaakov le mandó decir que no temía de él, por cuanto él (Yaakov) había vivido con Laván el Malvado y aun así, había logrado observar las 613 mitzvot, y no había aprendido de las malas conductas de Laván. Yaakov había tenido éxito en vencer a Laván. Entonces, incluso ahora que Iiba a encontrarse con él (Esav), iba a tener éxito en vencerlo.

Pero Esav, por otro lado, no temió de aquellas palabras en absoluto, por cuanto ya se ha dicho (Yad Mitzraim, en la introducción) que no es lo mismo “ver” que “escuchar”. Es decir, todo el tiempo que Esav no vio con sus propios ojos a Yaakov, entonces, no consideró en absoluto el poder de Yaakov y no creyó en las palabras de Yaakov, por cuanto para Esav todo era solo habladurías. Por lo tanto, cuando Yaakov le dijo “Con Laván he convivido y las 613 mitzvot he cumplido”, Esav no le creyó del todo, ya que pensó que su ángel ministerial (de Esav) en el cielo iba a vencer a Yaakov. Y no solo eso, sino que aquellas palabras que Yaakov envió decirle precisamente por medio de los ángeles, enojaron a Esav, quien no se dejó infundir miedo a causa de aquel mensaje de Yaakov. Por eso, Esav fue intencionalmente al encuentro con Yaakov con cuatrocientos hombres, para guerrear contra él. Pero después, cuando Esav vio ante sus ojos a Yaakov Avinu, entonces, el “verlo” no fue lo mismo que “escuchar” que Yaakov había tenido éxitoen el cumplimiento de las mitzvot; fue entonces que ahí Esav verdaderamente temió. Temió porque al ver a Yaakov se percató del poder de la Torá, a tal punto que Yaakov Avinu se había hecho muy poderoso gracias a toda la Torá que había estudiado.

Por eso, cuando Esav llegó donde Yaakov, se reconcilió con él, lo abrazó y lo besó, y hasta quiso acompañarlo en el camino. Particularmente, Esav sabía ahora que Yaakov había vencidoa su ángel (de Esav) ministerial, quien había aceptado que Yaakov recibiera las bendiciones que le había dado su padre Yitzjak. Y, ciertamente, a pesar de esto, todo este episodio resulta asombroso, porque he aquí que Esav vio cómo Yaakov era más fuerte que él por el poder de la Torá que había estudiado, y por la fuerte conexión que tenía con la Torá, gracias a lo cual había vencido a Laván y también había vencido al ángel ministerial de Esav. Aun así, Esav no aprendió de ello una moraleja y no hizo teshuvá. ¿Acaso es posible? ¡Si estaba viendo con sus propios ojos cómo Yaakov Avinu se había convertido en alguien mucho más importante y poderoso que él! ¿Cómo pudo ser que todo aquello nohubiera llevado a Esav a arrepentirse y hacer teshuvá?

A mi humilde parecer, se puede responder de acuerdo con lo que dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (Tratado de Berajot 33b), que “Todo depende del Cielo, excepto el temor del Cielo”. Es decir, el hombre puede recibirlo todo del Creador del Mundo, pero el temor del Cielo es algo sobre lo que el hombre mismo debe trabajar, solo. En ello se basaba la maldad de Esav. Él no tenía temor del Cielo, razón por la que él no tuvo éxito en ascender y superarse a sí mismo, y volver en teshuvá. Pero con seguridad Esav fue embargado por una terrible desesperanza al ver cuán exitoso era su hermano y cuánto había logrado ascender, mientras que él permanecía en su maldad, sin temor del Cielo, motivo por el cual no había logrado tener éxito en ascender como Yaakov. Y por cuanto Esav no quiso someterse al yugo de Hashem Yitbaraj, después de que Esav murió, Hakadosh Baruj Hu les dijo a los Hijos de Israel,a través del Profeta (Malají 1:2-3):

“… y amo a Yaakov; pero a Esav aborrecí”,

debido a que Esav había tenido la posibilidad de retornar en teshuvá en vida, y aun así, él permaneció en su maldad y no se arrepintió. Esto nos enseña que el que se arrepiente del pecado y se acerca al Creador, es amado, codiciado, cercano y querido por Hakadosh Baruj Hu. Como dijo el Rambam (Hiljot Teshuvá 7:6): “… y Hakadosh Baruj Hu lo ama”.