¿QUÉ ES SIMJAT BEIT HA´SHOEVÁ?

En tiempos del Templo,  durante  Sukot,  se realizaba una costumbre que culminaba con el vertido de agua sobre las cenizas del sacrificio. El resto del año se vertía vino. Hoy aún se celebra.


En  los días de Jol Ha´Moed de  Sukot, cuando todavía había Templo en Jerusalén, se realizaba  una ceremonia que culminaba con el vertido de agua sobre el altar de los sacrificios. A esa ceremonia se la denomina -aún hoy-  la Alegría de  Beit Ha´Shoevá, la alegría de la  extracción del agua. Duraba toda una  noche y,  hoy,  es el motivo por el cual en los atardeceres de Jol Ha´Moed de Sukot se celebran fiestas llenas de alegría, bailes y música tanto en los salones de las yeshivot como en las mismas sucot y en un momento dado también por las calles, al menos en Jerusalén.

La fuente de la tradición es talmúdica, no de La Torá; los herederos de los saduceos  -de Tsadok, el Sumo Sacerdote de tiempos de Salomón, en el Segundo Templo intentaron detener su práctica. Por eso Nuestros Sabios -jasal, los que compilan La Mishná- decidieron que la ceremonia fuera pública y solemne, además de divertida. De hecho hay un versículo talmúdico que dice que quien no ha visto la alegría de la fiesta de la Shoevá no ha visto nunca la alegría.

 En  Deuteronomio -el último, como su propio nombre indica- o Dvarím -Dichos- (resumen de lo dicho en los cuatro libros precedentes)  se nombran,  en orden inverso a su proceso de maduración, los siete géneros de fruto que da la Tierra Prometida al pueblo que salió de Egipto:  el trigo, la cebada,  la vid, la higuera, el granado, el olivo y  la palmera datilera. Las siete especies. Shivat Ha´Miním. Recordamos que la festividad de Sukot tiene lugar al finalizar el periodo de la cosecha, por lo que está muy ligada a la tierra. Pero para fructificar necesitan el agua.

Según la Mishná, o según Jaza´l, las primicias de estos frutos de la tierra se llevaban al Templo de Salomón. Destruido el Templo, al regreso del Cautiverio de Babilonia (586 a.d.c) Nehemías ordena el precepto de la celebración de Sukot en recuerdo de los fatigosos cuarenta años de errabundez del pueblo bajo la égida de Moshé Rabenu.  Del Libro de Nehemías, 8,15:

«צאו ההר והביאו עלי זית ועלי עץ שמן ועלי הדס ועלי תמרים ועלי עץ עבת לעשת סכת ככתוב»

ספר נחמיה, פרק ח’, פסוק ט»ו

«(…) Salid al monte y traed ramas de olivo, pino, mirto, palmera y de otros árboles frondosos para construir cabañas tal cual está escrito.»

Esta relación de Sukot con el agua queda manifiesta con la ceremonia del día de la Shoevá.

Como decíamos antes, en tiempos del Templo, durante los siete días de Sukot se realizaba la ceremonia del Nisuj  HaMáim,  (el»Vertido del agua») para invocar al hacedor de lluvia que hiciera fértil la tierra.  El agua para la ceremonia de libación se sacaba  del estanque de Siloé,  en la Ciudad de David,  y era llevada en  procesión por Jerusalén hasta llegar al Templo.

Imaginemos el Beit Ha´Mikdash al empezar el día -con las primeras estrellas del anochecer. Cuatro altos candelabros de oro en las cuatro esquinas del patio. Cuatro Kohanim jóvenes tomaban un cántaro de aceite en sus manos y subían una escalera de plata hasta  llegar a  las lámparas y verter sobre ellas el aceite en los platillos dorados de las menorot (candelabros). Los levitas, de pie sobre los quince escalones del patio, tañen arpas, soplando cada uno un  shofar, además de tocar  flautas y clavicémbalos. Los grandes hombres de la ciudad  se arremolinaban en el círculo de bailarines: rashei ieshivá , esto es , principales de yeshivot,  miembros del Sanhedrín y hombres que hubieron destacado ese año por sus acciones. Bailaban mientras que el resto los contemplaba y alababa a Ha´Shem en una efusión del fervor sagrado. También se hacían juegos malabares con antorchas.

Y ambos grupos solían cantar: “Dichoso es aquél que nunca pecó, pero dejemos que aquél que ha pecado se arrepienta y será perdonado”.

La música era cada vez más fuerte, el baile cada vez más entonado. Todos daban las gracias y alababan a Hashem.

“Alábenlo a El con el sonido del shofar (cuerno de carnero); alábenlo a El con tambor y baile”. Salmo 153.

Al amanecer, el gallo cantaba. El canto  de los hombres entonces se tornaba en silencio y el baile cesaba. Los ecos de los instrumentos se extinguían gradualmente. En el Portal Superior, el cual separaba el patio de los hombres del patio de las mujeres, estaban los Kohanim , con un shofar en su mano. Apenas cantaba el primer gallo, soplaban una tekiá, teruá, tekiá, los tres grandes sones del shofar. Luego,  bajaban al décimo escalón y sonaban otra serie. Al llegar al patio, sonaba el canglor del shofar  una tercera vez y desde allí continuaban, sonando mientras caminaban, hasta que llegaban al portal oriental. Allí se detenían, se volvían para mirar hacia el oeste y decían:

“En este sitio nuestros antepasados solían volver sus espaldas al hejal y miraban hacia adelante mientras se inclinaban hacia el este. Pero nuestros ojos están dirigidos hacia Ha´Shem”.

Desde allí,  solían volverse y continuar hacia la fuente de Shiloaj. Uno de los Sabios solía tomar un recipiente dorado y extraía tres jarras de agua fresca del manantial , que fluye desde la Creación para este propósito. Solían volverse hacia el Beit Ha´Mikdash y entraban al Portal del Agua. Este portal estaba cerrado con llave a lo largo de todo el año y sólo se abría en Sukot,  cuando se traía el agua desde Shiloaj para la libación.

Cuando llegaban, otra serie de tekiá, teruá, tekiá. Un Kohén hacía el sacrificio de la mañana, shajarit, rociaba su sangre y colocaba las partes adecuadas sobre el mizbeaj (altar).El Kohén que llevaba el agua solía subir la rampa que se encontraba en el lado del sur del mizbeaj (altar). Había dos conductos que eran cóncavos sobre el mizbeaj,  los cuales desaguaban profundamente en la tierra. Uno tenía una boca angosta, el otro tenía una boca ancha. El Kohén solía tomar el cántaro de agua con una mano y un cántaro de vino con la otra. Alzaba los cántaros y vertía el vino en el conducto que tenía la boca ancha y el agua en el otro.

Era importante que todos vieran que el Kohén estaba haciendo como los Sabios indicaron, ya que los Tzadikim, los saduceos, no creían en este mandamiento y solían verter el agua en la tierra. En una ocasión, fue elegido un sacerdote saduceo;  en vez de verter el agua sobre el mizbeaj, la vertió sobre sus pies. Cuando la gente vió esto, le arrojaron sus etroguim, matándolo. A partir de ese momento, los Sabios establecieron la práctica de levantar los cántaros para que todos pudieran ver cuándo el Kohén vertía el agua sobre el mizbeaj.

Los levitas, inmóviles en sus sitios,  tañían y tocaban sus instrumentos,  cantando el salmo diario.  Cuando terminaban, soplaban una serie de trompetazos con sus shofar mientras toda la gente se inclinaba, se prosternaban y caía sobre sus rostros. Todos iban a decir sus plegarias matutinas, contentos y regocijados en el corazón.

Rabí Yehoshua ben Jananiá dijo: “Durante la semana de Simjá Beit Hashoevá, la alegría de extraer el agua, no dormíamos del todo”.

Luego comenzaba el servicio de shajarit propiamente dicho, sacrificaban el musaf  y después iban al Beit Midrash para estudiar  hasta la hora de comer.  Tras el sacrificio de la tarde, minjá,  comenzaban las celebraciones de Simját Beit Hashoevá, que duraban toda la noche. No había tiempo para dormir.

Y esa alegría es la de la tradicional costumbre de los ushpisin, los invitados en arameo, que se sientan en tu suká a celebrarlo, cada día en honor de un patriarca, por este orden según la costumbre sefardí: Abraham, YItzjak, Ya´akov, Moshé, Aharón, Yosef y David. Una alegría que viene de ser y estar -como Nehemías supo tras el Cautiverio de Babilonia- en una tierra fructífera, dentro de una suká nacional, motivo más que suficiente para celebrar -con familia , amigos e incluso desconocidos- de todos esos frutos que la lluvia mandada por el cielo crea en la tierra.

Y entonces, en esa alegría líquida y terrestre, al final de los siete días de fiesta –los dos últimos son fiesta- llegado Shminí Atzeret (La Octava Asamblea) se rezaba la plegaria por la llegada de la primera lluvia , esgrimiendo en la mano los lulavím  en símbolo de gratitud por el Creador del Jag Ha´Así, la fiesta de la Cosecha; los lulavím están compuestos de símbolos terrestres que tienen que ver con el agua: el sauce, por ejemplo, sólo crece a la vera de los ríos ( su aspecto decaído no es porque sea  un árbol sin fruto, sino porque sus ramas buscan el agua) Y es para esta época, día arriba, día abajo, cuando cae la primera y siempre deseada  lluvia bendita  sobre Israel. Se renueva el ciclo regando la Tierra que será fértil para una nueva cosecha. Y eso es motivo, desde luego, de alegría.