
Nota biográfica de un rabino que destacó en el S XIX por la originalidad de su obra universalista.
Aunque nacido en Livorno, el 24 de abril de 1823, su origen era marroquí, pues su padre, Abraham ben Shem Tov -que lo concibió a la edad de 70 años- era de Fez; su madre, Clara, era hija del dayán de Mogador, r Abraham Rafael Coriat, tetuaní de nacimiento, que pasó la última etapa de su vida en Livorno, donde escribió su obra «Gracias a los Patriarcas». La ascendencia rabínica de la vía materna era notable: el padre de Clara era r Yehuda, uno de los más importantes jueces rabínicos del lugar, y su madre era hija de r. Moshé Ha´Kohén, yerno de r. Jalifa ben Malka. Abraham Rafael Coriat -el suegro de Eliahu, pasó al rabinato de Livorno en 1796, donde se casó y fue padre de Clara, que con el consentimiento de la primera esposa de r Abraham ben Shem Tov, de 70 años de edad, cayó embarazada de Eliahu.
A los cuatro años, el niño se quedó huérfano, pero no como cabría esperar por defunción de su padre, sino de su madre. A partir de entonces pasó a vivir con su tío, r Yehudá Coriat, que fue también su maestro en el judaísmo. A los 18 años fue ordenado rabino y fue rabino principal de Livorno durane casi cincuenta años. Además, fundó una imprenta que sería una de las más activas dentro de la impresión de literatura sagrada, en la que publicaron sus obras los más grandes rabinos de Marruecos y Aram Tsobá, así como alguno de Bagdad y de Damasco.
No sólo se dedicó a la teología, sino que fue un hombre de su tiempo y se interesó también por la ciencia de la filosofía -Hegel y Kant sobrevuelan sus páginas constantemente- y también despuntó en las disciplinas de la antropología, la arqueología, la historia y la filología. Dominaba además del italiano, el hebreo, el inglés y, sobre todo, el francés, que es la lengua en la que más escribió.
Su obra magna, titulada «Israel y la Humanidad» ya anuncia el tema primoridial de su intelecto: el universalismo y la fraternidad de los hombres, pues según él, el judaísmo no es sólo una religión nacional determinada, sino universal (teoría muy bien recibida por los noájidas, por supuesto)
También observó y analizó las diferencias y similitudes entre la moral judía y la moral cristiana, argumentando que la primera está sostenida por la misericoridia, pero la segunda sobre la piedad y la Ley. Publicado en 1867, su obra «Moral Judía y Moral Cristiana» tuvo tal éxito que de inmediato fue traducida y editada en inglés. Todavía se estaba publicando en hebreo en 2007, dado el innegable interés que hay para los exégetas.
Otra de sus importantes obras, formada por cinco volúmenes, es «La Madre del Tanaj», que recoge las últimas innovaciones de la investigación tanájica en tanto materia filológica y arqueo-histórica, con un audaz tono universalista que solicita el fin de la enemistad entre Esaú -el cristianismo- y Yaakov, -el judaísmo, interpretando que el versículo de amar a tu prójimo como a ti mismo, indica que el prójimo no indica sólo al prójimo judío, sino a toda la Humanidad. Los rabinos de Aram Tsobá llegaron a pedir que se quemara su obra. r Jaím Palache, estupefacto por esto, escribió a los rabinos de Alepo pidiéndoles consideración al menos. Los sabios de Jerusalén, por su parte, no llegaron a tanto: en vez de quemarlos, prefirieron dejarlos cerrados en las estanterías y sólo usar los que hablaban de la Torá Oral, publicados como antología de lo que fue publicando en un periódico libanés.

Para muchos, r Ben Amozeg -o Benamozeg en ocasiones´- es posiblemente el mayor intelectual judío del S XIX.
Bibliografía:
- Guetta, Alessandro. Philosophie et cabbale: Essai sur la pensée d’Elie Benamozegh (Paris and Montreal: Editions l’Harmattan, 1998).