SHABAT SHUVÁ Y YOM KIPUR

Una reflexión de Adi Cangado sobre este Shabat especial, Shabat Shuvá, que es el Shabat entre rosh Ha´Shaná y Kipur.


Este Shabat es Shabat Shuvá, es decir, el “Shabat del retorno”, o también Shabat Teshuvá:  el “Shabat de la teshuvá” o arrepentimiento. Debe su nombre a la primera palabra de la haftará o porción de los libros de los Profetas que se lee en ese día: es el Shabat que acaece en los diez días de teshuvá, es decir, los diez días entre el yom ha-zikarón “día de recordación” (el Año Nuevo) y el yom ha-kipurim “día de expiación”.

¿Por qué un día como Yom Kipur?

Los antiguos israelitas dependían de la tierra. De los frutos de la cosecha en el campo, recolectados en los días previos a Sukot, se alimentarían ellos y sus rebaños y ganado. La puntualidad de las lluvias, tanto las primeras en el mes de octubre como las últimas en el mes de abril, condicionaba sus vidas. Los ciclos agrícolas y las cosechas determinaron las festividades de los primeros israelitas: Pésaj, la Pascua de los panes ázimos, en la primavera (luna llena); Shavu’ot, la Pascua de las semanas, el quincuagésimo día contando cuarenta y nueve días desde el segundo de Pésaj (siete semanas); y Sukot, la Pascua de las cabañas, en el otoño (luna llena). Posteriormente, y tras el regreso deL exilio en Babilonia, dos festividades fueron añadidas al ciclo agrícola: un día de recordación (yom ha-zikarón) para advertir de la cercanía del yom ha-kipurim  (y de la urgencia de confesar los pecados y enmendar la mala conducta) , y un día de expiación (yom ha-kipurim), de ayuno y aflicción, para purgar lo malo y así llegar limpios y puros a Sukot y merecer la buena cosecha y las lluvias que han de venir.

Esta conexión entre el arrepentimiento y la prosperidad, entre la confesión de pecados y las lluvias, queda claramente reflejada en Joel 2:15-27, uno de los párrafos de los Nevi’im que leeremos este Shabat.

Así, en el versículo 2:15 dice:

תִּקְע֥וּ שׁוֹפָ֖ר בְּצִיּ֑וֹן קַדְּשׁוּ־צ֖וֹם קִרְא֥וּ עֲצָרָֽה:

“Haced sonar un shofar en Sión, proclamad un ayuno, convocad una asamblea.”

En los versículos 19, 22, 23 y 24, el Dios Eterno dice a Su pueblo que les enviará el grano, el mosto y el aceite. Los animales del campo tendrán hierba abundante, los árboles darán su fruto, y se fortalecerán la higuera y la vid. Caerán las primeras y las últimas lluvias en el primer mes, y los graneros rebosarán. Es evidente aquí la conexión entre el día del ayuno y la recogida de la cosecha, entre la expiación y la petición de lluvias. Para los antiguos israelitas dos ciclos protagonizaban el año: desde Pésaj hasta Shavu’ot, y desde Rosh ha-Shaná hasta Sukot.

En la actualidad, no obstante, la mayoría de judíos no conservamos esa vinculación tan estrecha a la tierra que pisamos,  ni al trabajo en el campo o con el ganado. El antiguo día de recordación se transformó, con el paso de los siglos, en el primer día del año, y Yom Kipur en la fiesta más importante del calendario.

¿Qué es Yom Kipur?

La palabra hebrea kipur (כיפור) no es fácil de traducir. Rashi traduce lejaper (לכפר) como aplacar, aliviar o suavizar el enfado (ver por ej. Gén. 32:19). Ibn Ezra, sin embargo, como ocultar, en relación a kapóret (כפורת), el manto que separaba la parte más sagrada del Templo, o a kefor (כפור), la helada que cubre la hierba. También puede significar purgar o purificar, cubrir o preservar, incluso liberar mediante el pago de kófer (כופר) un rescate (ver por ej. Salmos 49:8). Esta última acepción es la que prefieren Najmánides y Kimji. La traducción inglesa es atonement, es decir, at-one-ment, ser uno con Dios nuevamente: men at one with God, reconciliarnos con los cometidos más elevados.

¿Por qué ofrece el calendario hebreo una fecha específica para el perdón y el arrepentimiento?

Cualquier día es propicio. En cualquier día de nuestra vida podemos experimentar esta conversión y redirigir nuestra atención y nuestras obras a lo que más importa, a los cometidos éticos y a las enseñanzas de nuestros sabios. Pero con frecuencia, dada la naturaleza humana, aquello que cualquier día puede llevarse a cabo, muchas veces nunca se lleva a cabo. De ahí que sea tan adecuado Yom Kipur: un día de ayuno, oración, confesión de los errores cometidos, y teshuvá o arrepentimiento. Afligir nuestra alma, dice la Torá, y nuestro cuerpo (a través del ayuno) para dar media vuelta.

Debemos recordar que Yom Kipur no expía por los daños y errores que cometemos hacia el prójimo, sino solamente hacia Dios. Por eso antes de que llegue esta fecha tan destacada, debemos reparar el daño causado a los demás, si aún fuese posible resarcirlo, y pedir perdón al agraviado.

¿Qué pasos deben darse para una teshuvá completa? Con enorme acierto, en su comentario a la Biblia Hebrea (“Bible for Home Reading”), Claude G. Montefiore explica el camino a la teshuvá a través del significado que la palabra “arrepentimiento” tiene en distintas lenguas:

 

  • en inglés se dice repentance y en español arrepentimiento – este es el primer paso para la teshuvá. Ambas proceden del latín repoenitere, de poena “pena”, y expresa la pena que siente quien ha cometido un error. Sorrow, pena, en inglés (y de ella, sorry). Si el error cometido no produce en nuestro interior este sentimiento de tristeza, caeremos en la misma piedra. Si la conducta errada nos insufla placer y satisfacción, tal vez cesemos en ella durante un tiempo, pero se repetirá sin duda en el futuro.

 

  • en griego se dice metania (μετάνοια), de metanoó (μετανοώ) “cambiar la mente” o “cambiar de disposición” – este es el segundo estadio. Cambiar de actitud, de percepción: un acto de conversión.

 

  • en hebreo se dice teshuvá (תשובה) “retorno”, pero también “respuesta” – pero la teshuvá es el resultado práctico: sentimos pena por lo acontecido o lo hecho, cambiamos nuestra mente, reparamos el daño si aún es posible, pedimos perdón (verbalizamos los errores cometidos), mejoramos la conducta, y llegados a este punto ya estamos de vuelta en la dirección correcta. “El arrepentimiento verdadero no equivale al mero espasmo momentáneo de remordimiento: para merecer tal nombre debe influir y dejar su marca sobre el carácter, y por lo tanto sobre nuestras acciones y nuestra vida.” (Claude G. Montefiore)

Por mucho que multipliquemos las oraciones en Yom Kipur, este día no es para Dios sino para nosotros. Dios no cambia; nosotros cambiamos. ¿Cómo pedir a Dios que cambie mientras nosotros seguimos actuando como antes? La transformación debe acontecer en nosotros: en el pensamiento, en la palabra, en nuestras acciones.

En la haftará de este Shabat Shuvá, el profeta Oseas nos dice (14:2-10):

  • Shuvá “¡Retorna!” (v. 14:2),
  • Kjú imajem devarim “tomad con vosotros palabras” (v. 14:3), estad preparados para confesar los errores cometidos y verbalizadlos,
  • Imrú elav kol tisá avón ve-kaj tov “perdona toda iniquidad y toma lo bueno” (v. 14:3),
  • Unshalemá farim sefatenu “y ofreceremos (en pago) el fruto de nuestros labios” (v. 14:3).

Este último versículo es fundamental para entender Yom Kipur. Tal y como indicaba el Rambán (Najmánides), Yom Kipur es también el pago de un rescate: pedimos perdón a Dios pero la respuesta (teshuvá) no será suya sino nuestra; ofrecemos como pago a Dios el fruto de nuestros labios, es decir, la confesión de nuestros errores. ¿En pago de qué? De la vida que fluye continuamente a pesar de los tropiezos, del árbol que sigue dando su fruto, de las lluvias que caen nuevamente, de la hierba que reverdece después del verano; del grano, el mosto y el aceite, símbolos de los regalos que recibimos cada día y que, tantas veces, no merecemos.

 

Tal y como dice el profeta Miqueas (7:18-20),

ki jafets jéded hu “pues Él se deleita mostrando amor”.

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© ADI CANGADO