USHPIZIN

  Generalidades sobre los invitados especiales de la Suká cada día de Sukot.


 Según «Ha´Zohar (Ha´Kadosh)» -la obra que hace resplandecer la ciencia mística de La Kabalá- durante los siete días de la fiesta de la alegría y la cosecha -Sukot- cada suká, cada cabaña,  es visitada (espiritualmente hablando) no sólo por nuestros invitados particulares, amigos y familiares, sino también por siete invitados de entre todos los tsadikím de nuestros Patriarcas. Esos invitados son denominados con el término arameo «Ushpizin» (palabra que, desafiando la lógica de las leyes en  la Lingüística Comparada, suena un poco a «Huéspedes»)

 El Zohar habla de los ushpizin para aclarar que el origen de esta tradición del Pueblo de Israel está en rabí Amanuna El Viejo, quien aun habiendo nacido en Babilonia vivió en la época de finales del Segundo Templo en una aldea de La Galilea; fue un importante tanaíta de la tercera generación rabínica de esa era, aunque  asombrosamente no lo nombre ni la Mishná ni el Talmud. Para Sh. Bar Yojai era, no obstante,  uno de los más grandes rabinos habidos y tenidos en cuenta. Por qué el destierro de El Talmud, es un misterio (y una evidencia de que no todos los grandes nombres consiguieron el honor de entrar en la enciclopedia de la Torá Oral, lo cual nos debe hacer pensar que había muchísimos)

 Entre muchas de las leyendas -agadot- que se cuentan sobre ester rabino, hay una que hace referencia a Sucot. Dice así: un año, por esas fechas, el jol ha´moed de Sucot, cuando todavía había Templo y era preceptivo peregrinar hasta Jerusalén para la fiesta de la cosecha, resultó que el año no fue bendecido. Preguntaron entonces a rabí Amanuna el porqué. Y éste les dijo que porque entre los peregrinos que entraron al Templo había infiltrados algunos incircuncisos. Al año siguiente, por las mismas festivas fechas, algunos discípulos del rabi localizaron a los incircuncisos y los mataron para que no impidieran que Israel fuera bendito.

  Para rabí Amunana la fiesta de Sucot debía ser muy importante. Cuando iba a entrar a su Suká -dice El Zohar Ha´Kadosh–  una fórmula en arameo, «נזמן לאושפיזין», invitemos a los huéspedes. Y antes de sentarse para cumplir la mitzvá de la alimentación dentro de la Suká, decía:

בסוכות תשבו שבעת ימים. תיבו אושפיזין עלאין תיבו. תיבו אושפיזי מהימנותא תיבו.»

«Volved, por SuKot, invitados supremos, volved, invitados de la fe, volved.

Según la tradición, cada día se presenta en la Suká el alma de uno de los siete tsadikím.

Pero el orden de estos honorables huéspedes incorpóreos no es el mismo para todos. Aunque sí hay convenio en los tres primeros -Abraham, Yitzjak y Yaakov- al cuarto día hay diferencias entre los askenazíes y los sefardíes.

Ilustración del orden askenazí. El cuarto, Yosef. Para los sefardíes es Moshé. Yosef es el penúltimo.

Para los askenaziés el primer invitado es Yosef. Para los segundos, el invitado es Moshé, que se erige así en el centro de los siete grandes patriarcas.

El quinto día, para los askenazíes, sí es Moshé, pero entonces para los sefardíes ya es Aarón, y sólo al día siguiente es Yosef. Ambos acaban con David.

Por supuesto, cada uno de ellos representa las características de una de las esferas cabalísticas, y el día en cuestión se celebra girando en torno a las cualidades místicas de esas esferas y los atributos espirituales de cada huésped.

Las tres esferas superiores no corresponden a ninguno, porque están consideradas en el mundo sobrenatural, pero desde la esfera de Jesed -Piedad- y hacia abajo -Maljut, Reino- cada inivitado recibe y otorga a la Suká las características de cada esfera. Con una condición: que en la Suká se invite al menos a un pobre al que darás de comer y beber, porque si eso no ocurre, los ushpizin abandonan la suká. Ha ´Rambám también escribió sobre este asunto en Halajot de Yom Tov, capítulo 6.

Algunas comunidades de la Diáspora, al día siguiente de acabar Sucot- la fiesta llamada Shminí Atseret- sostienen que invitan a Shlomo Ha´melej, el rey Salómón,  como octavo (shminí) ushpizin.

Los sefardíes colocan en la suká una silla que cubren con una tela costosa y cara, la mejor que haya en la casa, y será como en Pesaj la Silla de Elías, la silla en la que se supone reposa la personalidad patriarcal que ese día le toque estar en la Suká