YOSEF HA´LEVY

Biografía del sefardí que encontró a los judíos etíopes y propuso que el hebreo fuera la llingua franca de los judíos treinta años antes que E . Ben Yehudá.


Yosef Ha´Levy fue a nacer en Adrianópolis -la antigua ciudad que reconstruyó en el año de 125 el Emperador Adriano- y que los otomanos llamaron Edirne, siendo la primera capital de su imperio. Halevy nació en esta localidad tracia -parte europea de la actual Turquía-  el 15 de diciembre de 1827, que ese día fue el 26 de kislev, osease, en la segunda vela de Januká de ese año.

Por aquel entonces en occidente triunfaban las ideas del romanticismo, que buscaba la solución a la opresora realidad buscando lo auténtico y primigenio de las culturas, germen del auge del nacionalismo decimonónico. Esto va a influir notoriamente en la tarea de orientalista de Yosef.

Su padre, Aharon Halevy, como era tradición, le puso a estudiar los primeros fundamentos del judaísmo en el Talmud Torá de la ciudad de Adrianópolis y fue tal su aprovechamiento que, a la edad de quince años, ya empezó a dar clases de teología hebrea en su localidad natal. A la vez, despertaba su tendencia a la reforma de la docencia y a la preocupación por el bienestar de la comunidad: convenció a la comunidad de la necesidad de construir un nuevo edificio para estudiar y, al terminarlo, se convirtió durante cinco años en su profesor de hebreo, además de ser el director de la institución. Los estudiantes de la ciudad conocieron con él la modernidad de su tiempo, mientras el Imperio Otomano se lanazaba a la ineludible tarea de modernizar su política: el proceso de La Tanzimat. Halèvy,  no contento con su actividad docente, también se preocupó de los ancianos, a los que llevaba los periódicos que se escribían entonces, en ladino y en francés, en Salónica y Esmirna, que aún no era Izmir. Hasta pusieron su nombre al colegio de tanto carisma como desprendía su ser.

Por supuesto, no tardaron en asomar sus detractores -críticos con las novedades, que consideraban perniciosas para el mantenimiento de la tradición- y acabó yéndose durante un tiempo a Bucarest, donde se dedicó también a la docencia y donde por primera vez tuvo noticia de que en en Etiopía había una comunidad judía. Pero en Bucarest también se encontró con oposición a su innovación pedagógica y dejó Rumanía para radicarse en la más amplia de miras ciudad de París.

Por aquel entonces, el erudito Solomon Munk, judío silesio del Colegio de Francia, especialista en epigrafía caldea, persa y asiria, junto al señor Nathan Adler, cabalista alemán -de los primeros askenazíes en adoptar la pronunciación sefardí del hebreo- publicaron un escrito en el que afirmaban estar  proyectando un gran viaje a las profundidades de Etiopía para buscar a los judíos que allí debía haber. Estos trabajos están inspirados en un sefardí, DAVID BEN SALOMON IBN AVI ZIMRA, que en el S XVI y en Tsfat, declaró que los judíos etíopes eran totalmente halájicos. (Algo que volvió a decretar r. Shlomo Amar en nuestro tiempo)

Yosef Halevy, no lo dudó un momento: él era la persona indicada para semejante aventura. Y en un hebreo de altura -en un hebreo de Shabat, como se dice- les dijo que él era, desde la pubertad, un hombre de viaje (…) » que incluso un día juró que llegaría a la tierra de Kush para conocer a mi hermano y mejorar su existencia.» Kush, el país de los cusitas, es el antiguo nombre hebreo para el reino de los negros del norte de Nubia y Sudán.

La expedidicón partió hacia Etiopía en diciembre de 1867 y habría de regresar en el mes de marzo, a cuenta de L´Alliance Israeliete Universelle. el fue el primer judío que entró en contacto con los falashas, los judíos abisinios también llamados Beta Israel (no beta en griego, sino una corrupción lingüística de Beit Israel, La Casa de Israel)

No regresó solo. Después de que se lo pidieran reiteradas veces, volvió a París con un niño, Daniel Adhanan -el danita, el de la tribu de Dan, que es de quienes los etíopes dicen descender cuando estos, con el acoso babilonio -y no con historietas de la Reina de Saba- huyeron hacia Egipto y luego, catarata a catarata, Nilo arriba, llegaron al norte de Eritrea e incluso cruzaron el Mar Rojo para llegar al Yemen.

Según se publicó en Ha´Maguid, el informe que Yosef HaLévy hizo sobre los judíos de Etiopía, se multiplicaron los filántropos dispuestos a ayudar a los judíos Beta Israel, como el judío etíope se llama a sí mismo. (Falasha es para ellos un término peyorativo que nosotros no debemos usar por respeto)

Dado el éxito de la expedición, entre 1869 y  1870 fue enviado por el Instituto Francés al Yemen, con el objetivo de hacer unos estudios epigráficos. Trajo 700 referencias de inscripciones cuyo estudio fue publicando mientras se sumergía en el conocimiento de las lenguas antiguas.  Fue nombrado catedrático  de lengua abisinia de la universidad de La Sorbonne, a la vez que empezó a dirigir la Sociedad Asiática. En este marco le debemos el desciframiento de la escritura safaítica, un alfabeto consonántico -como el hebreo- utilizado por tribus árabes pre-islámicas, descubierto en 1857 al sur de Damasco, muy cerca de la frontera actual con Israel.

A su regreso a París, L´Alliance le envió a Mogador, Marruecos, para estudiar la fundación de un colegio en esa localidad. En Israel impartió conferencias en hebreo a las que asistió Eliezer Ben Yehudá, que fue muy influenciado por los puntos de vista de HaLevy, como el propio Eliezer reconocería después. Yosef haLevy ya propuso que en la  tierra de Israel se hablara en hebreo de forma cotidiana treinta años antes del proyecto que encabezó Ben Yehuda. Hay libros que cuestionan por qué las tres personas que se anticiparon a Ben Yehuda fueron borrados del mapa de la historia. «Los tres que precedieron a Ben Yehuda», de Shlomo Jarmí, por ejemplo.

En el ámbito de la investigación tanájica, escribió “Investigación Bíblica, donde analiza los primeros veinticinco capítulos del Génesis a la luz de documentos asirio-babilónicos entonces recientemente descubiertos. Creyó haber encontrar de esta forma un antiguo mito semítico casi completamente asirio-babilónico, aunque considerablemente transformado por el espíritu del monoteísmo profético. Sin embargo, él considera que los relatos de Abraham y sus descendientes son fundamentalmente históricos, aunque considerablemente embellecidos, y obra de un solo autor, mientras que las contradicciones encontradas en estos relatos dirigen a los críticos modernos hacia una multiplicidad de autores. También se opone a la hipótesis documental, tesis fundamental de la crítica bíblica moderna.

La actividad científica de Halévy fue muy diversa y sus escritos sobre filología y arqueología orientales le valieron fama mundial. Es particularmente conocido por sus polémicas con destacados asiriólogos sobre el idioma sumerio -no semítico- en las inscripciones asirio-babilónicas -el asirio sí es semítico. Contrariamente a la opinión generalmente aceptada, Halévy propuso la teoría (después abandonada) según la cual el sumerio no era una lengua, sino simplemente un método ideográfico de escritura inventado por los propios babilonios semíticos.

En el seminario de profesores de lengua hebrea de París impartió bajo el método de hebreo en hebreo, un verdadero éxito de inmersión que formó a toda una generación de profesores de lenguas semíticas que luego dieron clases  por todo el orbe sefardí a todos los niños y niñas de las escuelas de L´Alliance Israelite Universelle.

Se fue a su mundo el 7 de febrero de 1917 en París, habiendo recibido la gran condecoración francesa de la Legión de Honor. Algunos poetas le dedicaron eulogios líricos; grandes personalidades del mundo del sionismo -pertenecía a Jibat Tsion- le dedicaron alabanzas por ser un gran erudito esclarecedor del hecho semítico. Mientras el mundo occidental se sobrecogía por el desastroso invierno de plena Primera Guerra Mundial y el Imperio Otomano sucumbía por completo al poderío del imperio anglosajón.

Bibliografía básica:

  • Bibliothèque nationale de France, « Notice d’autorité personne : Halévy, Joseph (1827,1917) 
  • שלמה הרמתי, שלושה שקדמו לבן יהודה, ירושלים: יד יצחק בן-צבי, תשל»ח 1978 (ספריה לתולדות היישוב היהודי בארץ ישראל).