
Parashá: Koraj, קֹרַח, Koraj, Números 16:1–18:32 . Haftarat Ha´Jodesh: Isaías 66:1–24. Darshán : Morenu Verabenu, Ribí David Jananiá Pinto, shlit
“Tomó Kóraj hijo de Yitzhar
hijo de Kehat hijo de Leví…”
(Bamidbar 16:1).
Respecto de este versículo, Rashí explica que Kóraj “se tomó a sí mismo” hacia el otro lado de la congregación para impugnar la ley de la kehuná. Por eso, Onkelos tradujo la expresión vayikaj (‘tomó’) al
arameo como vaitpaleg, que significa ‘se separó’; es decir, Kóraj se separó del resto de la congregación para permanecer en disputa. Es sabido que en el alma de cada judío se encuentran incluidas el resto de las almas del Pueblo de Israel, porque todas las almas tienen una misma raíz, una misma conexión. La influencia que tiene sobre la congregación en general el alma de un judío, particularmente la de aquel que es ben Torá, que se sienta a ocuparse de la Torá de Hashem todo el tiempo, es muy poderosa. La responsabilidad que pesa sobre él es enorme, porque el resto del Pueblo de Israel se encuentra conectado con él.
Por medio de su dedicación y esfuerzo en el estudio de la Torá, ellos, los bené Torá, tienen el poder de influir espiritualmente sobre el resto del pueblo para que éstos también se refuercen en la Torá y las mitzvot. Hoy en día, en las sagradas yeshivot, se encuentran personas baalé teshuvá que, en el pasado, estaban vacías de todo contenido espiritual. ¿Cómo lograron cambiar su rumbo para bien? Sin duda, gracias a los bené Torá dedicados con abnegación a la Torá, cuya Torá influye sobre la congregación en general, incluso hasta sobre los más simples del pueblo, porque las almas de todos los miembros del pueblo están conectadas con fuerza. Como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, respecto de que la Torá, Hakadosh Baruj Hu e Israel son un mismo ente.
La aflicción de Kóraj fue que, a pesar de que él era uno de los que transportaban el Arca del Testimonio y era profeta, por cuanto él se había separado de la congregación, su alma ya no estaba incluida en la asamblea de Israel. Él se quitó de encima la responsabilidad de la congregación, de forma tal que el mérito de la congregación no estuvo más de su lado. Por eso, él fue arrancado del mundo y perdió su Mundo Venidero. Jazal dijeron que Moshé Rabenu equivalió a toda la congregación de Israel. Es decir, en el alma de Moshé Rabenu, se encontraban incluidas todas las almas del Pueblo de Israel; y sobre los hombros de Moshé Rabenu, pesaba una gran responsabilidad que influía para bien en todas las almas.
Por ello, Moshé Rabenu mantuvo la cualidad de la humildad en extremo, porque, si no hubiera sido humilde, no cabe duda de que, con el solo pensamiento de que él tenía el poder de influir en toda la congregación de Israel, se le habría introducido la altanería en el corazón. Y así como Moshé Rabenu equivalía a todo el Pueblo de Israel, así mismo ocurre con el alma todo otro judío. Siendo así, sin duda, toda persona, al levantarse de su sueño, si tan solo pensara y meditara acerca de estos elevados temas, de inmediato, se emocionaría en el alma por la grandeza del mérito que tiene en las manos. A la vez que, por otro lado, comprendería la responsabilidad que pesa sobre su persona de rectificar sus actos y enderezar sus senderos, porque de ello aprenderán los demás y lo imitarán en su conducta.
El Midrash (Kohélet Rabá 7) dice que cuando Hakadosh Baruj Hu creó a Adam Harishón y le mostró todos los árboles del Gan Eden, y le dijo: “Observa Mi creación, cuán agradable y alabable es. Todo lo que creé, lo creé para ti. Presta atención y cuídate de no dañar ni destruir Mi mundo”.
Y así dice la Mishná (Tratado de Avot 1:14): “Si yo no soy para mí, ¿quién será para mí? Y si yo soy solo para mí, ¿quién soy?”.
Esto quiere decir que el hombre tiene que rectificar y enderezar su sendero, y sentir muy dentro de sí que, si él no lo hiciere, no hay nadie que lo hará por él. Así cuentan acerca del Gaón de Vilna, zatzal. Cuando era tan simplemente un niño, se sentó solo en el Bet Hamidrash a la culminación de Yom Kipur y se puso aestudiar Torá toda la noche. En la mañana, su padre lo encontró sumergido en sus estudios. Cuando su padre le preguntó: “¿Por qué te has comportado de esta manera?”, el infante Eliahu le respondió con humildad: “Cuando termina Yom Kipur, todos se van a comer y a comenzar a construir la sucá. Entonces, queda un gran vacío de estudio de Torá. Y ya que es sabido que el mundo se mantiene solo por el estudio de Torá, ¿quién se va a ocupar de mantener el mundo en estos momentos? Por eso, me senté a estudiar Torá, para crear el mérito por el cual mantener el mundo para todos”.