Nota sobre un olvidado intelectual renacentista de origen converso tanto por vía paterna como materna.
Valdés es un concejo de Asturias cercano a donde estaba el cementerio judío de Cangas de Narcea; pero Alfonso de Valdés nació en Cuenca, dos años antes del Edicto de Granada. Su padre fue Hernando de Valdés (al que no debemos confundir con Fernando de Valdés, asturiano de 1483, inquisidor general bajo la protección del cardenal Cisneros y gran enemigo de los erasmistas) Hernando de Valdés era regidor perpetuo de la ciudad de Cuenca y procurador en Cortes (diputado, en el Antiguo Régimen) Estaba casado con doña María de la Barrera, también conversa. Un hermano de ésta, Fernando de la Barrera, en 1491, aun siendo clérigo en la iglesia de S. Salvador de Cuenca, fue denunciado ante la Inquisición por judaizante y, después, fue conducido a la hoguera del Campo de San Francisco el miércoles 21 de diciembre de ese mismo año. Su sobrino, Alfonso de Valdés, tenía ocho años, edad más que suficiente para tener conocimiento de los avatares que atenazaban a su familia. Y lo mismo su hermano gemelo, Juan (autor del «Diálogo de la Lengua») E igualmente conscientes del asunto los otros diez hijos que tuvieron los Valdés-de la Barrera. El primogénito, Andrés, también fue víctima de la neurosis inquisitorial con la intransigencia y la intolerancia. Y el propio Alfonso cada dos por tres tenía que verse señalado por su origen converso, como cuando Baltasar Castiglione, nuncio del papa, le envió desde Roma una inclemente carta a propósito de su Diálogo de las cosas acaecidas en Roma (donde critica al pontífice) recriminándole sus orígenes conversos: “meravigliomi che abbiate mai creduto ch’io debba far piú conto dell’onor vostro, il quale voi avete perduto prima che nasceste” (honor (…) que perdiste antes de nacer)
¿Pero por qué Alfonso de Valdés criticaba al papa?
Porque era fiel seguidor del erasmismo, doctrina creada por Erasmo de Rotterdam que critica la perniciosa corrupción del clero, la piedad supersticiosa y los aspectos más exteriores de la religiosidad católica (culto a los santos, reliquias, etc.) porque prefiere una religiosidad interior y espiritual, fundada en la oración mental, abstracta, como la hebrea, pero adaptada al cristianismo.
Además fue fiel vasallo del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Pero no todo el tiempo de su vida en España, sino que comenzamos a conocer su trayectoria política en la Corte en los Países Bajos en 1520 y 1521; luego, desde 1522 a 1529e estuvo en España (Valladolid, Tordesillas, Madrid, Toledo, Granada, Valladolid, Palencia, Burgos, Valencia, Madrid, Toledo, Zaragoza y Barcelona); en 1529 fue con el Emperador y la Corte a Italia (en Bolonia, Gattinara recibió el cardenalato, y Clemente VII coronó al Emperador el 24 de febrero de 1530). Participó en las conversaciones de la Dieta de Augsburgo; escribió desde esta ciudad al cardenal de Rávena, Accolti (desde julio a septiembre de 1530) y la Relación de lo que en las cosas de la fe se ha hecho en la Dieta de Augusta, en septiembre de 1530. Luego estuvo con la Corte en Colonia, Bruselas, Gante, Bruselas, Ratisbona (se conservan cartas de Valdés desde esta ciudad de octubre de 1531 a septiembre de 1532), Passau y Viena, donde murió, víctima de la peste bubónica. Antes de iniciar el viaje —ya nunca volvió a España—, escribió a Erasmo, el 15 de mayo desde Barcelona, deseoso de sosiego, cansado de tanto ir de un lugar a otro: “No sé a qué lugar o país hayas de enviar los libros que escribes y vas a comprar para mí, porque ignoramos, lo mismo que vosotros, dónde estaremos dentro de un mes. […] Mas viendo que mi destino es el carecer de sosiego, que es lo que más deseo, no hay más remedio que correr adonde llama la suerte”.
Según la filóloga Rosa Durán, sería el autor de la obra cumbre de la novela picaresca castellana: «Vida del Lazarillo de Tormes», tesis que sostiene con argumentos de peso irrebatibles para acabar con su autoría anónima.
La foto principal es retrato de c. 1531, preservado en The National Gallery, Londres, Identificado por el retrato del canciller Mercurino Gattinara que lleva en la mano, el propio Valdés alude a su retrato hecho en Flandes en carta a Juan Dantisco.
Bibliografía:
- Valdés, Alfonso, Obra completa, ed. y prólogo de Ángel Alcalá, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 1996