DIEZ CONSEJOS PARA REZAR MEJOR

1. Menos inspiración y más concentración

Si escuchamos por primera vez una sinfonía de Beethoven es muy poco probable que logremos captar todas las sutilezas y genialidades del compositor. Beethoven es considerado uno de los más sofisticados “arquitectos musicales” de la historia pero solamente podremos reconocer esto si hacemos el esfuerzo de estudiar el “patrón” que ha decido utilizar en cada una de sus obras.
Con la plegaria judía ocurre lo mismo. El Sidur (libro de rezos judíos) es una obra arte. Y como ocurre con cualquier obra de arte, el primer paso para saborearla es decidir indagar en su estructura y entender su poesía. Para eso debemos separar entre “expresión” y “técnica” y entender que una cosa no va en detrimento de la otra sino que se complementan. Debemos estudiar los textos de nuestras plegarias fuera de los momentos en los que estamos utilizándolos para rezar. Así, cuando volvamos a utilizarlos, los mismos van a tener aún más sentido e inspirarnos mucho más. Del mismo modo que se sientan a leer un libro sobre historia u otros temas, siéntense con el Sidur a leerlo (incluso estudiar en el judaísmo es considerado como rezar).

2. Debemos pedir y agradecer literalmente

Quizás pueda resultar obvio pero rezar es hablar con Di-s. Y cuando uno habla con Di-s no existe lo correcto o incorrecto. Solo hay que tener ganas de hacerlo. Uno tiene que pedir lo que quiere, anhela o desea. Pero también es fundamental reconocer y agradecer todo lo que uno ya tiene. No pienses en la plegaria como algo que solo algunos saben y pueden hacer bien. Todos somos exactamente iguales ante el Creador: simples mortales que atraviesan momentos buenos y momentos no tan buenos.

3. Relájate y no te juzgues

Es muy difícil hablar con alguien en forma sincera si lo estamos juzgando. Lo mismo ocurre con nosotros mismos al rezar. Cuando hables con Di-s no te juzgues. Simplemente deja que fluya. Lo que salga de tu boca o tus pensamientos es lo que tiene que salir (de todos modos Di-s ya sabe lo que estás pensando en realidad, así que no te preocupes por ser específico o políticamente correcto). Tampoco te desesperes si no conoces absolutamente todas las palabras del Sidur. Entrégate a lo que estás haciendo.

4. Reza en comunidad

Tal vez en soledad podemos creer que nos conectamos más con Di-s y en forma más personal o íntima. Pero para la tradición judía la conexión con Di-s es aún más grande cuando rezamos con otras personas. Rezar mejor implica reconocer que es una responsabilidad hacerlo no solo por nosotros mismos y nuestras necesidades sino también por lo que los otros necesitan.

5. Sé humilde ante Di-s

La vida del arrogante es terriblemente aburrida. No hay nada peor que creer que “lo sabemos todo”. Pero la humildad no implica sentirse una insignificante criatura. Significa darse cuenta que todo el mundo fue creado para nuestro deleite y simultáneamente no somos más que polvo de la tierra. Sostener esta tensión es muy efectivo para entrar en un estado de humildad y reconocimiento ante lo efímero de nuestra existencia y la relativa pequeñez que a veces tienen “nuestros grandes problemas”.

6. Sé apasionado

La pasión se transmite. Uno tiene que tener ese entusiasmo al rezar. Uno tiene que imaginar que literalmente se encuentra ante una Presencia que espera lo mejor de nosotros. Aunque tengamos dudas sobre qué es realmente lo que estamos haciendo al rezar (o si realmente funcionan nuestras peticiones), no debemos perder el entusiasmo ni la pasión por lo que estamos haciendo. Por lo tanto debemos creer todo lo que estamos diciendo y haciendo en nuestras plegarias, y no rezar solo por rutina o hábito.

7. Pide ayuda

Todos sabemos lo mismo cuando llegamos al mundo. Ninguno de nosotros dijo “Shemá Israel” como primera palabra. Rezar es un arte más que debemos aprender. Pero NO debemos caminar solos en la búsqueda. Todos hemos tenido maestros. Cualquier comunidad que tiene un Rabino o a alguien capacitado para ayudarte a rezar mejor ¡pero tienes que pedir ayuda!

8. Hay que desenchufarse un poco

En nuestra era esta idea ha recobrado un lugar muy importante. Cada día nos cuesta más y más ponernos “offline” (fuera de línea) de nuestros teléfonos y demás artilugios que nos mantienen encadenados al mundo físico. Es importante aprender a soltar un poco la invasión de información. Implica reconocer que el mundo sigue su curso aún cuando nosotros no estamos por unos instantes. Esto no significa que no nos importan los problemas del mundo y nos refugiamos en nuestras plegarias sino que, por el contrario, el mundo nos necesita con nuestra mayor atención y dedicación posible. Justamente desenchufarnos es el acto que permite afinar nuestras conexiones para servir mejor en este mundo.

9. Encuentra tú lugar físico

Di-s es el mismo en todas partes. Pero nosotros no. Los lugares y la gente que nos rodea nos afectan en nuestras plegarias y concentración. Por eso en la tradición judía hay un concepto llamado “makóm kavúa” que no puede ser traducido literalmente al español pero lo más cercano sería algo así como “lugar permanente”. Este lugar no es simplemente una locación geográfica en el planeta sino que implica un estado presencial nuestro que se activa cuando estamos en determinados lugares. Hay mucha discusión en la tradición judía sobre qué constituye un makóm kavúa y si acaso la sinagoga en sí no es toda un makóm kavúa. Lo importante sentir que hay lugares en los que se nos concentramos y rezamos mejor que otros.

10. Simplemente sé quien eres

Si todas estas cosas te sobrepasan intenta estar (literalmente) donde estás. Siente el peso de tu cuerpo sentado en la silla. Siente tus pies conectando con la tierra. Siente el aire que entra y sale de tu cuerpo. Siente todas las emociones que pasan por tu mente. Cierra los ojos unos instantes. Entona alguna melodía tipo ningún (canción sin letra) que te haga sentir bien. Pregúntate quién hizo el mundo, quién eres tú, de dónde vienes, hacia dónde vas, qué quieres dejar como huella en este mundo, qué quieres que la gente recuerde cuando no estés más físicamente. Luego toma un respiro profundo y di gracias.
Pero no te quedes solamente con este último punto. Vuelve siempre al primero: menos inspiración y más concentración. Nuestro Sidur es una colección milenaria de deseos y agradecimientos que fueron creados por gente como nosotros. Gente que tenía las mismas inquietudes y temores. El Sidur te está esperando. Siempre estuvo ahí. Solo necesita que lo leas.

Autor: Diego Edelberg