
Historia de uno de los tres guetos que los nazis crearon en Tesalónica
Moritz Freiherr von Hirsch auf Gereuth, (Diciembre de 1831 – 21 de Abril 1896) fue un financiero y filántropo judío del reino de Baviera. Su abuelo -el más grande terrateniente bávaro- había sido ennoblecido con el título de señor; y su hijo, que fue banquero del rey Maximiliano I de Baviera, fue nombrado barón, título que heredó su primogénito, Moritz de Hirsch. La fortuna de éste se unió vía esponsales con la de Clara Bischoffsheim, hija de un importante banquero judío de Bruselas. Ambos eran el quinto matrimonio más rico de Europa y juntos se embarcaron en una aventura filantrópica que expertos han calculado en una donación general de 18 millones de libras esterlinas de la época. Sus intereses, por ejemplo, pasaban por saldar las deudas millonarias contraídas por el enorme proyecto de las escuelas de l´Alliance Israelite Universelle, epicentro de la formación académica de todo sefardí de fin de siglo en toda la cuenca mediterránea. También fundó la Asociación de Colonización Judía, responsable de grandes actividades en Argentina, Canadá y Eretz Israel. Y en Salónica, la Jerusalén de los Balcanes.
En el terrible año de 1941, la población judía de Salónica -hoy Tesalónica- era de 55.000 almas (de un total de 77.000 en todo el reino de Jorge II de Grecia) Desde 1913, cuando Salónica deja de ser otomana para ser griega, la judería tesalonicense, cuyo puerto tenía tal predominio judío que cerraba en Shabat, empieza a experimentar un paulatino declive. Las grandes fortunas dejan la ciudad para radicarse en ciudades europeas tras la obtención de ciudadanía española por gracia de Alfonso XIII. Otros han decidido hacer aliá y levantan comunidades en Tel Aviv, Jaifá, y otros lugares. Pero los más desfavorecidos, los más pobres, aún permanecían en Salónica después del gran incendio que se llevó por delante cinco siglos de comunidad, después de haberse quedado sin casa -por oscuros movimientos de expropiación del Banco de Grecia- y haber sido hacinados en campos de refugiados donde sufrieron ocasionales violencias antisemitas. Como eran pocos los problemas, llegaron los nazis.

En la década de los ´90 del S XIX, cuando Salónica sobrevivía a la decadencia otomana, ya en claro declive, se produjo un terrible incendio en la judería de la ciudad. (No nos estamos refiriendo al gran incendio de 1917) Fue entonces cuando el Barón Hirsh y su esposa, Clara, decidieron sufragar los gastos de la construcción de un nuevo barrio que, por dignidad, llevó el nombre de su benefactor: Barón de Hirsh. Todo se hizo de forma rápida -urgía- y con miras a dar casa a la mayor cantidad posible de de vecinos, en su inmensa mayoría de las clases más desfavorecidas. De hecho estaba cerca del puerto, cuyas labores de pesca y demás estaban tan ocupadas por judíos que en Shabat se cerraba. Y también estaba al lado de la estación de ferrocarril, es decir, no era un barrio para la clase alta de la ciudad.
El 9 de abril de 1941 la ciudad fue pisada por las botas de los nazis. Nueve meses después, comenzaron las medidas anti-judías, como trabajos forzados. El once de julio de aquel año, el Shabat Negro, en la Plaza de la Libertad, donde concentraron a todo varón judío mayor de 18 años y menor de 45. Para enero de 1943 llegaron los alemanes de la SS dispuestos a ejecutar la llamada «solución final». A uno de ellos, Maximiliam Marten, se le encomendó la gobernación militar de la ciudad.
La primera actividad de Marten fue en febrero, cuando promulgó un bando por el cual todo judío mayor de cinco años debía portar sobre su pecho una escarapela amarilla en forma de Estrella de David. Y se exigió al rabino Korets que recluyera a la población judía en tres guetos delimitados por una alambrada. El mayor de ellos era el barrio de Barón Hirsh. Pero en este gueto, a diferencia de los otros dos, también había una empalizada de madera especialmente vigilada por agentes nazis. A eso hay que sumarle que los allí reconcentrados estaban sometidos a un toque de queda nocturno, además de tener prohibido el uso de teléfonos o de transporte público. Responsables, dos judíos: Vital Hasson y Jack Albalá. (Tras la guerra fueron sometidos a juicio y el primero fue condenado a pena capital, mientras que el segundo a quince años de cárcel) Mientras tanto, las medidas se fueron incrementado: el 6 de marzo se prohibió a los judíos -16.000 adultos- salir del gueto de Barón Hirsh. Muchos otros judíos tesalonicenses había logrado huir a Atenas, pensando ingenuamente que les iría mejor, pero no sabían que al puerto de El Pireo estaban llegando los judíos de las islas del Dodecaneso -Rodas- o del archipiélago jonio -Corfú, por ejemplo.

El 14 de marzo de aquel año faltaban siete días para Purim-.Es la fecha en que el rabino anunció que los hombres solteros serían obligados a trabajos forzados y que los casados permanecerían en el gueto. Hubo una especie de oleada de bodas: unas cien al día. Fue entonces cuando llegaron los judíos que habían sido recluidos en los otros dos guetos, y en carromatos repletos de enseres llegaron los judíos de las localidades cercanas de Veria, Florina y Didimotijo. El hacinamiento de Barón Hirsh era sólo comparable a la angustia que sentían los allí recluidos contra su voluntad, la incertidumbre de las personas que allí pasaban las noches en blanco, la negra sombra de los raíles del tren con destino al lugar polaco de mierda de donde no se salía vivo: Auschwitz.
También es digno de mencionar que un valiente grupo de jóvenes logró escapar del gueto para unirse a las fuerzas de resistencia.
El 14 de marzo, 8.200 judíos del gueto de Barón Hirsch fueron subidos a vagones de carga de animales. Lo único que había en su interior, en una esquina, era una lata donde durante los próximos seis días los allí recluidos tendrían que hacer sus necesidades delante de los demás. En las dos semanas que quedaban de marzo salieron más transportes, se cree que también a Treblinka. Unas 13. 000 personas en total. 1000 jóvenes fueron reclutados para trabajos forzados. Entre abril y mayo salieron 11 convoyes de la estación de Barón Hirsh. El uno de junio salió el convoy en el que iban todas las personas que trabajaban para la comunidad. El dos de agosto salió un tren con 367 personas que tenían ciudadanía sefardí con destino el campo de concentración de Bergen Belsen. El último tren de deportación a Auschwitz salió el 10 de agosto- En total, del gueto de Barón Hirsch salieron a los campos de exterminio unos 48.800 judíos.
