Historia de un edificio en el centro de Jerusalén en el que muchos judíos pudieron seguir siéndolo.
A fines del S XIX, la desidia de los pachás otomanos sobre Jerusalén -y sobre el resto del país- era infame. La ciudad, comprimida en el recinto amurallado, sufría un gran hacinamiento y sobrevívía en unas ínfimas condiciones higiénicas; sus habitantes, azotados por múltiples epidemias de cólera, elevaban mucho la tasa de mortandad. Así que, como resultado de todo ello, se produjeron dos fenómenos: por un lado, las iniciativas filantrópicas de Yehudá Touro y Moshe Montefiore sacaron a los judíos de dentro de las murallas construyendo el primer barrio extramuros: Yemin Moshé. Y por otro lado, había un gran número de huérfanos abandonados a su propia suerte.
En 1857, las autoridades otomanas de Jerusalén, una vez acabada la guerra de Crimea, entre rusos y otomanos, permitieron el establecimiento de misioneros ortodoxos en la ciudad, para gestionar las necesidades de los peregrinos cristianos. Dadas las circunstancias, también empezaron a ocuparse de labores de beneficiencia para el bienestar de los niños cristianos de familias palestinas. También estaban los protestantes, con la Iglesia de los Templarios de Alemania, fundadores del barrio Moshavá Germanit, y otras misiones cristianas en Tierra Santa, muchas de las cuales tenían sus propios hospicios, como el de los austriacos, en Vía Dolorosa. O la comuna de suecos y norteamericanos que hoy es el hotel American Colony.
El Consejo de los Sefardíes de Jerusalén, el órgano oficial que representaba a los judíos ante el Imperio Otomano, fundado en el S XII por Ha´Rambán (Najmánides, en griego) celebró una asamblea, presidida por el Rishon Le´Tsión -presidente de dicho Consejo,- en la cual acometieron el asunto de los huérfanos judíos. Si se permitía que esos niños fueran atendidos por los cristianos, acabarían por dejar de ser judíos y, además, sometidos a un proselitismo enorme, muchos de ellos llegarían a ser legos de las comunidades cristianas. La desgraciada muerte de los padres ya era una significativa merma de judíos como para aumentarla con la de sus hijos. Sólo había una solución: ocuparse seriamente de esos niños. Formarlos en un oficio para que salieran adelante, pero como judíos. El Rishon Le´Tsion r. Yaakov Meir y r. Meir Uziel , tras aquella reunión, alquilaron unas dependencias junto a la Puerta de Sión, en la Ciudad Vieja.
R. Meir, viendo que las instalaciones se quedaban pequeñas y que no había medios para sufragar la enseñanza de oficios, en 1904 tuvo la idea de dirigirse a una rica familia de comerciantes bujarím (de Uzbekistán) Los hermanos Brojof -Mesiaj, Abraham, Yitzjak y Yaakov- junto a la familia Isaajarof, también de Bujara, podrían sufragar los gastos para la construcción de un hospicio extramuros. Fue así como se adquirió un solar hoy entre las calles Yafo y Agripas, al sur del mercado de Majané Yehudá. En 1908 se inauguró el hospicio con el nombre Casa de Enseñanza General para Huérfanos de Jerusalén. Pero para todo el mundo -pues se enviaron emisarios para recaudar fondos por todo el mundo- el Hospicio Sefardí.
El esta institución estudiaron niños entre seis y quince años. Todos los estudios se realizaban en hebreo -es la época de la Guerra de las Lenguas, cuando los askenazíes querían imponer el yidish como lengua vehicular en todo Eretz Israel. Además de árabe y turco, estudiaban judaísmo en general y también se impartían clases de formación profesional. Parte luego continuaron los estudios de los oficios en el colegio de L´Alliance, que estaba al lado y que hoy está demolido.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, el edificio fue confiscado por los alemanes, para usarlo como cuartel general. En el piso de arriba montaron sus oficinas y en el piso de abajo, almacenes y establos. Luego el edificio pasó a manos de los askenazíes, que allí fundaron la sinagoga Yeshurun. LLegados los años ´80 el edificio albergó una yeshivá bajo el liderazgo de r Abraham Shalem. Y la sinagoga de Ajdut Israel, que lleva el nombre de los que murieron en el patíbulo durante el Mandato Británico (la cárcel estaba no lejos del edifico, en la otra acera de la calle Yafo) También se abrió una sinagoga para los emigrantes de Salónica.