ENTUERTOS DE LA JUDERÍA DE TORO

 

Bofetadas del rabino, destrucción de vergeles, madres que demandan a sus hijos: todo lo que sabemos de la judería de Toro.


La monumental localidad zamorana de Toro, en Castilla y León, fue repoblada en 899 con asturianos, vascones y navarros, pero también con mozárabes y mudéjares del sur. ¿No iba a haber también judíos entre ellos?  Lo poco que sabemos de los judíos toresanos proviene de la formulación de este tipo de preguntas; sus respuestas se construyen atando cabos paleográficos de lo archivado en Simancas (Valladolid) y en la Colegiata de Toro. Y eso lo hizo el sacerdote Antonio Jesús Martín de Lera cuando, en 1987, presentó su memoria de licenciatura en la Facultad de Filología Bíblica Trilingüe de la Universidad Pontificia de Salamanca, que es quien hasta ahora más ha indagado en el pasado hebreo de Toro.

Calle de la Judería

Toro tenía tal  populosa judería que tenía categoría de aljama. La primera mención de su existencia data de 1264, en los libros de cuentas de Sancho IV,  pero sólo consta registro de sus impuestos desde 1464, ( diez años antes de la Guerra de Sucesión Castellana, cuando la Batalla de Toro, entre los partidarios de Juana La Beltraneja y los de su prima Isabel.)

Otra cosa que sabemos de esta judería es que también fue víctima de las matanzas de judíos de 1391; Cantera Burgos se hizo eco una bula papal, de 1404, en la cual Benedicto XIII permite a los judíos toresanos reconstruir una de las dos sinagogas destruidas en la revuelta antijudía. Muchos judíos debía haber para necesitar dos sinagogas. No queda sino el eco legendario y tradicional del nombre de la Calle de la Judería, que vertebraba un barrio judío, que iba desde el actual ayuntamiento hasta el convento de Santa Sofía. En el 17 de la calle Perezal hay una imagen azulajada de una virgen y, a su lado, un balcón desde donde la tradición dice que los cristianos predicaban para convertir a los judíos. A la altura del número 4 de la misma calle, donde hoy está la Bodega del Judío, se cree que estaba la sinagoga mayor.

 En 1953 se hicieron unas reformas en la casa que el Barón de Covadonga poseía en Toro. Y entonces se encontró casualmente un sello de bronce del S XV perteneciente a Abraham bar Moisés Crudo.

Pero este no es el único nombre propio que conocemos en la judería de Toro, pues algunos más han quedado archivados en procesos judiciales, de los cuales se extraen datos que sirven para hacernos una idea de cómo era la vida de esos judíos.

Uno de ellos es Abraham Abenjamím; en 1487, los Reyes Católicos enviaron una carta desde Tordesillas para pedir al corregidor de Toro que hiciera justicia en el caso de la bofetada que le propinó en la plaza pública, frente a la sinagoga, el rabino Salomón Colodro. Moshé Colodro, familiar del rabino, también se querelló contra Abraham, e igualmente el propio rabino, que denunciaba que Abraham le había destrozado las parras y viñedos que tenía en el jardín de su casa.

Igualmente consta el contencioso que una judía llamada Açibuena, viuda de Rabó Abraham Davidm emprendió contra sus propios hijos,  Rica y Daniel, vecinos de Villafranca,  a cuenta de una dote. La madre acaba siendo la ganadora del juicio.

Por último, un caso posterior a 1492, en el que una conversa, Aldonza de Castilla, solicita a Nicolás de Andújar, siervo del marido de ella, para que entregue los 45.000 maravedíes de la confiscación de bienes ejecutada contra Gonzalo Gomez, condenado por judaizante. Su hacienda se había entregado al convento de San Estebán, de Salamanca, pero a su siervo se le habían entregado 45.000 que Aldonza solicita como suyos.

Bibliografía:

  • Antonio Jesus Martín de Lera, La Aljama judía de Toledo, Instituto de Estudios Zamoranos Florian de  Ocampo, 1987