El pasado año debía haber salido a la luz la última obra de S Spielberg, sobre el secuestro del niño judío Edgardo Mortara, que luego sería el Padre Mortara (Aita Mortara en vasco) ¿Qué pasó?
“El secuestro de Edgardo Mortara”, de David Kertchere , es una novela sobre hechos reales -un hecho histórico novelado, como un reportaje periodístico- que se anunció llegaría a las pantallas de todo el mundo a través del arte cinematográfico de Steven Spielberg. David Kertcher, premio Pulitzer 2015 por su ensayo biográfico “El Papa y Musollini: La historia secreta de Pío XI en el triunfo del fascismo en Europa” , es un antropólogo e historiador judío, catedrático de Ciencias Sociales y especializado en la Historia de la Religión en Italia. En 1997, noveló la escandalosa vivencia existencial de un niño judío llamado Edgardo Mortara, secuestrado por la Iglesia de Roma.
Pero también era una historia que estaba rodando Harvey Weinstein, con Robert de Niro en el papel del Papa. Parece ser que secretas desavenencias entre estos dos conocidos cineastas norteamericanos -y judíos- paralizaban el estreno. Harvey Weinstein ahora está sumido en la escandalosa ola de denuncias por abusos sexuales y su carrera podría haber llegado al fin o al menos sufrir un gran varapalo. Y ese hecho podría ser la solución a la película de Spielberg.
Edgardo Mortara Levi nació en Bolonia el 29 del mes de Av del año 5611, o lo que es lo mismo en el calendario gregoriano , el 27 de agosto de 1851. Sexto entre ocho de los hijos que tuvo Salomón Mortara , mercader, y su mujer Mariana -nacida Podovani. Por aquel entonces en los Estados Pontificios, vivían muy pocas familias judías y no había ni rabino ni sinagoga. La ley prohibía a los judíos que en sus casas tabajaran cristianos, pero de facto se hacía oídos sordos a esto. Los Montara contrataron unos meses después del nacimiento de Edgardo a una muchacha de dieciocho años, Ana Morisi, católica, analfabeta, sin más horizonte que ahorrar algunas liras para tener una pequeña dote con la que poder casarse un día. Cuatro años después de empezar a servir, cayó embarazada. Los Mortara, en vez de despedirla -esa era la norma- pagaron cuatro meses de embarazo en una casa de una aldea donde ella dio a luz y entregó a la criatura a un hospicio. Después regresó a su trabajo como criada.
Pier Gaetano Fileti, inquisidor dominico -como todos los inquisidores, todo hay que decirlo- oyó decir en 1857 que en cierto hogar judío había sido realizado el bautizo secreto de uno de sus miembros. Y eso, según la ley, convertía al niñó en alguien tan católico que tenía que ser separado de sus padres por el bien de la Iglesia. Sus padres lucharon durante doce años para conseguir que fuera liberado, empeño que fue obstaculizado sistemáticamente por Pío IX. Ni siquiera podían ver a su hijo.
Con el tiempo se convirtió en fraile agustino y se asentó en el País Vasco, concretamente en la localidad de Oñati, Gupúzcoa, atraído por su lengua vascuence. Predicaba en el balneario de Cestona, donde pretendía recaudar fondos de la alta burguesía tomando las aguas para construir un seminario que hoy sólo es convento. Incluso hay constancia de entrevistas con Unamuno, que le define «un genuino israelita y un israelita italiano, vivo y sagaz, ingenioso y emprendedor.».
Murió en Lieja, Bélgica, en 1940.
El famoso caso volvió a tener eco a comienzos de este siglo, cuando la Iglesia comenzó las diligencias necesarias para canonizar al papa Pío IX. Numerosas organizaciones judías y descendientes de la célebre familia protestaron en el vaticano en el año 2000. Incluso, el diario The New York Times publicó varias editoriales sobre el tema, reclamando la vuelta de Mortara al seno familiar.
La autobiografía de Mortara trajo cola: fue traducida por uno de los mayores periodistas italianos, Vitorio Messori. Pero no duró en manipular el texto original, permitiéndose añadir y suprimir párrafos enteros del relato de Mortara para convertir lo que es una historia de antisemitismo lamentable en un triunfo de la ley de la Iglesia sobre las libertades civiles. Así lo denuncia el historiador David I. Kertzer, quien sostiene que la traducción al italiano, realizada desde una versión de inglés, resulta ser “una historia reconfortante de un niño de seis años encantado de que le quiten de sus padres para que se pueda convertir en católico”
Más bien, las autoridades “secuestraron de forma violenta” a aquella criatura -así dice el propio Mortara en el original castellano , de 1888.
Vitorio Messori es el periodista especializado en asuntos católicos más traducido del mundo, además de un defensor intelectual del Opus Dei, para quien escribió una dudosa obra de investigación destinada a limpiar el estigma de la Obra.
La obra que tradujo , Io, il bambino ebreo rapito da Pio IX, del año 2005, que es la que ahora critican como manipulada en la revista de Historia “The Atlantic”, dicen que está escrita para ensalzar como modelo papal a Pío IX y por extensión denigrar así al actual Papa.