Reseña sucinta sobre la figura de un pedagogo de niños sordo-mudos que amplió el campo educativo para educaciones especiales.
En la localidad portuguesa de Chacim, cerca de Braganza, vivía un comerciante cripto-judío llamado (Juan) Abraão Rodrigues Pereira; casado con Abigaïl Rivka Rodrigues, en 1698 el matrimonio decidió cambiar de residencia y se instalaron en Berlanga, hoy en la provincia española de Badajoz. Y allí, el once de abril de 1715, fueron padres de un niño -el séptimo de nueve- al que llamaron Jacob ( para la sociedad se llamaba Francisco Antonio).
Según la muy autorizada opinión de eruditos de la talla de D. Marcelino Menéndez Pelayo y de D. Julio Caro Baroja, en 1725, la familia se vio envuelta en un proceso inquisitorial por judaizantes en el tribunal de Llerena (Badajoz). Así que consiguieron huir, primero a Cádiz, luego a Portugal, para terminar en 1732 en Burdeos, Francia, entonces ya un importante refugio de cripto-judíos hispano-lusos. Parece ser que en la localidad los Rodriguez Pereira tenían un pariente ya afincado. Jacob, en Burdeos, abrió una escuela donde ayudaba a la enseñanza de niños sordo-mudos. El once de abril de 1745 -así consta- fue circuncidado, por lo que comienza a hacer una vida plenamente judía.
La escuela par niños sordo-mudos tuvo mucho éxito y se hizo famosa, por lo cual en 1745 le invitaron a trasladarse a París, donde sin duda había más niños sordo-mudos que en Burdeos.
El 11 de septiembre de 1749, Rodríguez Pereira presentó en la Academia Real de las Ciencias de París a dos niños sordomudos a los que había enseñado a escribir -y, por tanto leer- además de hablar. Uno de eso críos ellos, llamado Azy d’Etavigny, encantó a los académicos, como consta en los informes que se redactaron y guardaron al respecto de este avance en la sociedad cercana a la Revolución Francesa. No fue el único informe que redactó la Academia: en 1751 se escribió otro sobre otro niño, llamado en este caso Saboureux de Fontenay, ahijado del duque de Chaulnes. La fama de Rodriguez Pereira como pedagogo para niños con necesidades especiales le hizo tan famoso que Luis XVI decidió premiarlo con una gratificación de 800 libras.
Por supuesto, esto generó envidias: el jesuita español Lorenzo Hervás y Panduro afirmaba que no era nada premiable porque no era ninguna innovación, sino que había sido fiel ejecutor del método publicado por su compatriota español Juan de Pablo Bonet en su obra Reduction de las Letras y Arte para enseñar á ablar los Mudos, editada en Madrid en 1620. Según Rodríguez Pereira, resultaba cierto que su “alfabeto dactilológico” era el mismo que se usaba de antiguo en España, hecho que él mismo había reconocido ante la Academia Real de las Ciencias en 1749; pero también era cierto que lo había aumentado y perfeccionado y adaptado al idioma francés, dado que en dicho idioma es frecuente que los mismos sonidos vocales expresaran diferentes letras, motivo por el cual el alfabeto manual de su invención debería llamarse “dactilogía” [sic], al estar exento de aquellos inconvenientes, que no existían en el idioma castellano. La Academia de Ciencias de París lo admitió como miembro de la institución. En la famosa Enciclopedia de Alambert y Diderot se le dedicó un artículo al hablar de los mudos. Y el rey Luis XVI le otorgó una pensión anual de 320 escudos de oro a la vez que le nombró intérprete real en 1765 para todos los documentos y embajadas con españoles y portugueses.
Falleció en París el quince de septiembre de 1780 -alav ha´shalóm-y está enterrado en el Cementerio de Montmartre, muy cerca de donde tenía su residencia.
sin que sepamos nada de obra escrita, perdida, o que quizás ni escribió. En 1766 se casó con una judía bordelesa treinta años más joven que él. Fueron padres de seis criaturas.
Uno de sus hijos, Isaac, fue padre de dos de los más famosos miembros de la dinastía de los Rodriguez Pereira, Emile y Henry, importantes financieros, empresarios y políticos de la Francia post-revolucionaria. La familia adquirió un importante patrimonio y fue dueña de numerosos castillos -algunos joyas del S XII- y hotelitos particulares por diferente lugares de la campiña francesa.
En 1981, la república de Portugal decidió grabar su efigie en unas monedas.