Repaso general a la dinastía de los Ibn Labi, de importancia para el conocimiento de los hispano-hebreos e incluso de los sefardíes.
El importante linaje de los Labi en la Península Ibérica se remonta a los primeros años del S XI, cuando muchos judíos de los últimos años de la era rabínica de los Gueoním (con sus enormes academias talmúdicas de Sura y Pumbedita, en lo que hoy es Irak) llegan a Barcelona y dan comienzo a una nueva era rabínica, la de los Rishoním (los primeros).
Yosef Oroved Nasí -cuyo nombre ya nos indica su relevancia, pues «Nasí» significa líder de la comunidad judía- nació en Bagdad hacia el año de 1026 y murió en Barcelona. No sabemos el año exacto de la migración, pero sí sabemos que en 1045 tuvo un hijo que nació en la ciudad condal, Oroved Barzilai Al Bargeloni (el barcelonés), que fue kadí (juez) en la taifa de Denia (hoy provincia de Alicante, Comunidad Valenciana). Su esposa fue Bonadona bat mar Shealtiel. (mar significa «don» en hebreo). Oroved murió en Denia en 1113, pero antes de eso debió de tener algún cargo en Gerona, pues allí fue padre en 1095 de rabí Yitzjak Ha´Levi. Fue un rabino que se dedicó a la escritura de piutím (poemas litúrgicos). Su hijo, Zejaria, autor del libro «Sefer Ha´Maor», el Libro de la Iluminación, también traducido como «Almenara de la luz», publicó allí alguno de esos piutím. De éste nacieron muchos hijos: Yosef Hanassi ben Zrachya HaLevi; Isaac Gracian Jen, HaLevi de Gerona y r. Yehuda Halevi Shealtiel-Jen Ibn Labi y hacia 1185 r. Avraham Ha´Levi ben Zejaria. Este último fue padre de r. Yehuda Girondi en 1210, pero murió en Toledo en 1263. También fue padre de Yehudá de La Cavallería Ha´Levi, «Nasi» y de Nasi Salomon Ha´Levi Ibn Labi de la Cavallería.
De éste desciende Secrino ibn Labi, nacido ya en 1290 y del que desciende Salomon Ibn Labi de la Caballería, filósofo nacido en 1335 probablemente en Zaragoza, pero que dicen es el mismo Salomon Ibn Labi de Hijar (hoy provincia de Teruel) y que fue a Zaragoza para gestionar los dineros de la Corona de Aragón. También se dedicó a la vida intelectual y sabemos que tradujo del árabe al hebreo una obra de Abraham ibn Daud (David), «Ha´Emuná Ha´Ramá», que traducen hoy como «La Noble Fe», pero que debería traducirse como «La Fe Elevada». Fue padre de Benveniste ibn Labi.
El hijo de éste, Yosef Vidal ibn Labi, también zaragozano, fue uno de los 25 rabinos convocados por el anti-papa Benedicto XIII cuando desde su ocupado castillo de Peñíscola se perpetró la llamada Disputa de Tortosa, un acto de antisemitismo disfrazado de debate teológico que sólo perseguía convertir al mayor número de judíos. La «Disputa» terminó el 12 de noviembre de 1414 y sí, provocó conversiones en masa. Como su abuelo Solomon, también fue un hombre de letras y tradujo al hebreo, con el título de «Guerem Ha´Maalot» un manual de herboristería medicinal que había escrito r. Yehoshúa Ha´Lorki ibn Vives. Su hijo, Vidal de la Caballería, fue uno de los que se convirtió al cristianismo, sin sospechar lo que esto iba a traer cuando a fines del S XV se emita la bula papal que creó la Inquisición de los Reyes Católicos. Otro hijo, Samuel, también se convirtió y con el nombre de Juan fue un teólogo prior de Ejea de los Caballeros. Y un sobrino, que tomó el nombre de Alfonso, fue vicecanciller de Fernando El Católico además de presidente del Consejo del Reino de Aragón.
Otro hijo de Salomón ibn Labi fue Benveniste, que dejó Zaragoza en favor de Alcañiz, en Teruel. Rico y erudito, fue muy respetado por otros intelectuales. Por ejemplo Meir Alguadez, médico real ya en tiempos de Juan I y rabino mayor de las aljamas castellanas, a petición de Benveniste tradujo al hebreo la Ética nicomáquea de Aristóteles. También se relacionó con Jasdaí Crescas, Isaac ben Sheshet, Yosef Orabuena, rabino jefe de Navarra, y con el médico Astruc Rimoc, o como se llamó a sí mismo tras su conversión al cristianismo, Francisco Dios Carne. Le tocó vivir los aciagos días de 1391, marcados por las violentas persecuciones que sufrieron las aljamas españolas y desde su privilegiada situación dedicó buena parte de su vida a rehacerlas y a renovarlas. No obstante, también tuvo, claro está, enemigos: en la obra «Émeq Ha-beka», de Yosef Ha´Kohen de Tordesillas, se habla de su supuesta participación en el robo y profanación de una forma consagrada, hechos relacionados con la sinagoga mayor de la ciudad de Segovia, hoy iglesia del Corpus Christi. Detenido y torturado, confesó el delito, cuenta el franciscano fray Alonso de Espina, quien también dice que, siendo médico de Enrique III, fue acusado de haber sido el responsable de su fallecimiento por la administración de veneno, por lo que fue condenado a muerte.
No todos se convirtieron. En 1485 nació Shimón Labi, pero sus padres, cuando lo de 1492, se refugiaron en Fez, hoy Marruecos. En la primera mitad del S XVI, cuando Shimon Labi ya era un hombre adulto, estallaron los conflictos territoriales de la dinastía saadí de Marraquesh con el Imperio Otomano, apoyado por la dinastía watasida (el pirata Barbaroja había tomado Argel). Es así que después de algunas intervenciones militares, Labi, en 1555, decide abandonar el sultanato magrebí y radicarse en Eretz Israel, donde ya se ha configurado la imponente Escuela Kabalística de Tsfat. Sin embargo, en el viaje se le presentó un imprevisto: llegando a los desiertos de la antigua Cirenaica, fue secuestrado por bandidos árabes que pedían un rescate por él. Al final, fue liberado; al llegar a Trípoli, hoy en Libia, se encontró con que la comunidad judía de la ciudad estaba en unas condiciones de terrible abandono. Así que decidió quedarse allí y tomar las riendas de la rehabilitación de la vida comunitaria, judicial y espiritual. Según se supo tiempo después mediante algunas cartas, fue así como los judíos libios adoptaron el rito sefardí. Se quedó en Trípoli durante 30 años y los judíos libios le consideran su mayor erudito, además de responsable de que resurgiera la vida judía hasta el punto de haber once grandes yeshivot en la ciudad. Labi también se desempeñó como médico del gobernador otomano y representó a la comunidad judía ante las autoridades gobernantes. Se dice que era muy respetado por los ministros del gobierno. Murió en 1585 a muy avanzada edad. Junto al Tanaj y El Talmud, su libro de cabecera el Sagrado Zohar, que él difundió entre los tripolitanos para leer dos veces por semana. Además, se hizo costumbre para todos los viernes, esto es, para Kabalat Shabat, cantar su más famoso poema litúrgico -piút- en honor de Bar Yochai. Este piut, famosísimo, es cantado tanto por sefardíes como askenazíes en el día de Lag La´Omer, que como sabemos es el día de la hilulá del autor del Zohar.En Tsfat fue rápidamente incorporado a los cánticos para la recepción de Shabat. La foto principal de esta entrada se refiere a una de sus muchas obras.