LOS JUDÍOS DE LA PROVINCIA DE ÁLAVA

Juderías medievales del territorio que actualmente es la provincia de Alava



Antes que nada: las actuales fronteras de las tres provincias que conforman la comunidad autónoma llamada País Vasco, al igual que el resto de provincias, -excepto Canarias y las ciudades de Ceuta y Melilla- son fronteras administrativas creadas tras la muerte de Fernando VII (1833). Es decir, los territorios vascos de la Edad Media tienen distintos límites e incluso diferentes nombres: el señorío de Vizcaya y el señorío de Arriaga (el cual abarcaba el 40% de lo que hoy es la provincia de Alava) Ambos fueron parte de Castilla cuando éste reino pugnaba con Navarra. Guipúzcoa, en el S XI, pertenecía al reino de Pamplona, después llamado Navarra, pero en el S XII fue anexionada a Castilla por Alfonso VIII.  En la división territorial de 1833,  las provincias recibieron el nombre de sus capitales, excepto cuatro de ellas, que conservaron sus antiguas denominaciones:Navarra, con capital en Pamplona, Álava con capital en  Vitoria, Guipúzcoa con capital en  San Sebastián y Vizcaya con capital en Bilbao.  Caso aparte sería el Principado de Asturias, con capital en Oviedo, que mantiene su designación desde el S VIII. En el S IX el límite oriental de este reino era el territorio que luego fue el Señorío de Vizcaya.

 Fco. Cantera Burgos, catalogador de todas las juderías hispánicas, fue quien vino a disolver el mito de que en la cornisa cantábrica no había judíos. La imprecisión histórica  que eludía el judaísmo en en norte de la Península Ibérica se generó, primero, por la reincidencia de los escritos nacionalistas vascos, que se jactaban -erróneamente- de no tener sangre nueva en su cristianía y, después,  quedó subrrayada por las imprecisiones historiográficas de sutil tinte antisemita como las de Amador de los Ríos, por no decir que finalmente estas faltas a la verdad  también fueron eclipsadas por las fiebres románticas de los viajeros extranjeros, que nunca vieron más España que sus ensueños de evasión orientalista en  Sevilla, Córdoba o Granada. Cantera Burgos demostró que sólo en la provincia de Alava había más de veinte asentamientos hebreos -aunque algunos habían sido de poca magnitud. En estos asentamientos judíos perviven nombres de lugares como «Fuente del Judío» en las inmediaciones del pueblo de Espejo, o el de Eras de los judíos, en Salinas de Añana (que es considerada la primera población en tener judería)  Y es que los judíos de esta zona estaban profundamente unidos al comercio y manufacturación de la sal y de la lana, que hacían salir por los puertos del Mar Cantábrico hacia Amberes y otras plazas del norte de Europa a competir con la lana inglesa.

Otras localidades en donde hubo presencia judía fueron Laguardia, Labastida y Larguiorreta, Mendoza, Elizay y sobre todo el entorno de Valdegovia, en donde a fines del S X aparecen unos documentos de la época de Fernan Gonzalez -conde fundador de Castilla- en la que aparecen unos nombres de claro origen hebreo.

La gran judería alavesa fue, sin duda alguna, la de la muy noble y leal Vitoria. De ella quedan la calle Nueva, así llamada desde 1493, que era la calle mayor de la judería, y el cementerio, donado a la ciudad por la comunidad hebrea en el momento de la expulsión, con la condición de que jamás se edificara sobre el camposanto. Y así ha sido: hoy es el Parque Judimendi -el monte de los judíos – y tiene una placa que recuerda su carácter sagrado para el judaísmo. El acuerdo, no obstante, no respetó las lápidas, que fueron usadas para construir edificios.

Actual calle Nueva Dentro. La judería.

La primera mención que la historiografía ha conseguido detectar en los laberintos de los profundos archivos de esta ciudad data de 1257 y aparece en los archivos del obispado de Calahorra, cuando Alfonso X El Sabio amplió la extensión de la ciudad hacia el este con la creación de tres barrios, siendo uno de ellos la judería. Algunos no vivían en este barrio, porque había una total libertad de movimientos. La judería como gueto, en la Península Ibérica, sólo tiene lugar a principios del S XV, por ordenamiento real tras la Disputa de Tortosa.

¿Eran muchos? Según el famoso Padrón de Huete, donde se registran los impuestos de las aljamas castellanas entre los ss. XIII y XV era la judería más grande de Alava y tenía una demografía del tamaño de la de Calahorra (hoy en La Rioja) Según Cantera Burgos, entre 120 y 150 familias, no más, pues fueron víctimas de la peste negra y de las masacres de 1391. Representarían en el mejor de los casos el 7 % de la población total de la ciudad.

Nos constan los nombres de quienes se dedicaron al prestamismo: Samuel Embalid, Bendicho, Isaac de Mijancas, Abraham y Samuel de Alguadix, Samual Chacon, Jacob Gaon, también mercader, Ben Arroyo  Santo Abenamías, que fueron quienes prestaron dinero a los nobles vitorianos como los Mendoza o los Guevara, además de artesanos y campesinos. También estaba en sus manos la recaudación de los numerosísimos impuestos medievales, como el portazgo del puerto de Orduña, las ferias de Vizcaya, etc. Formaban una oligarquía dentro de la aljama -la entidad administrativa que recogía a todas las juderías circundantes- y de entre ellos destacan los cargos de regidor y procurador, como representantes de la aljama ante el rey. También conocemos a dos médicos famosos en su tiempo, uno llamado David, y otro Antonio Tornay -evidentemente, converso. Cobraba 3000 maravedíes al año. En 1493, el concejo le rogó que no dejara la ciudad, pues desde que se habían ido los judíos no había físicos -médicos. Pasaron a pagarle 10.000. Sólo se quedó medio año, lo que parece indicar necesidades de huida por posible agobio con la Inquisición.

Casa del Cordón, de la familia Sánchez Bilbao

La animadversión al judío, en Vitoria, data de 1428, cuando por orden real se encomienda que los judíos lleven un distintivo rojo y en la judería no entren mozas cristianas mayores de 10 años (porque se sobrentiende que entraban a servir en casas judías.) Tampoco podían comprar aves los jueves y los domingos hasta pasado mediodía, es decir, para llevarse el peor género. Y que ante la visión de la cruz le hiciera una reverencia. Estas medidas fueron calentando los ánimos de los cristianos hasta el ataque a la sinagoga en 1488. Es el único evento violento del que hay constancia. Desconocemos el motivo, pero si sabemos que días después se publicaron ordenanzas para que nadie molestara a los judíos.

En 1492, los que decidieron irse antes que convertirse, marcharon hacia Navarra -donde no aplicaba el decreto de expulsión- o hacia Bayona, en Francia. Entre los que se quedaron, cuatro de las más ricas familias. Entre ellas los Sanchez de Bilbao. A Juan Sanchez de Bilbao lo asesinaron en 1493. Su hijo, que había recibido en Casa del Cordón  al papa Adriano VI no podía sin embargo desembarazarse de la Inquisición; de hecho vio como quemaban en efigie a su abuelo, muerto en 1478.

 

Bibliografñia:

«Judíos y cristianos en Vitoria durante la Edad Media», José Ramón Díaz de Durana Ortiz de Urbina. Besaide Belmuna, 1992.