
Breve estudio de los más importantes cargos desempeñados por judíos de la Corona de Aragón en el S XIII
Pedro III, nacido en Valencia en 1240, sucedió en 1276 a su padre, Jaime I El Conquistador, rey de Aragón y Valencia además de conde de Barcelona. En el acto de su coronación canceló el vasallaje contraído por su abuelo, Pedro II, con el Papa, por lo que fue excomulgado e incluso le depuso como rey de Aragón, dándole la corona al hijo del rey de Francia. Además, el Papa declaró una cruzada contra Aragón por haberse inmiscuido en los asuntos de Sicilia, donde Pedro era rey por matrimonio con Constanza, en contra de la voluntad papal.

Los judíos -por mandato talmúdico- siempre deben ser fieles a los reyes de los países en que habiten. En el caso de los hispano-hebreos, exceptuando la etapa de los reyes godos, siempre estuvieron al lado de la monarquía hispánica, bien como médicos, bien como traductores del árabe, o bien como funcionarios de la administración. En el S XIII, el elemento hebreo va a vivir una Edad de Oro en la Corona de Aragón y esa etapa comienza precisamente con el padre de Pedro, Jaime I, con Yahudá de la Caballeria, gran financiero real a quien se le dispensaron numerosos privilegios, llegando a ser la máxima autoridad económica del reino. Cosas que no te cuentan los alimentadores de la leyenda negra, porque no les interesa.
Cuando Pedro El Grande es coronado, algunos judíos de la corte anterior -así como cristianos- fueron cesados de sus cargos, otros, sin embargo fueron reubicados en otros puestos más locales, pero otros van a iniciar entonces carrera dentro del aparato real aragonés, como Moshé de Portella o Aarón Abinafia
Y por supuesto, Yosef Ravaya, que ya le era fiel antes de reinar; era tan importante para el monarca -banquero del infante- que tenemos de él fuentes en las crónicas. Después, Ravaya fue baile -representante legal- en Gerona y Besalú. Finalmente se desempeñó como tesorero -que era un cargo de nuevo cuño- y consejero de la casa real. Como el cargo de tesorero lo desarrolló en Sicilia, hay quien sostiene que sólo fue administrador financiero de lo siciliano, no de todo Aragón. Una de sus tareas era supervisar las cuentas de las baylías -circunscripciones administrativas de la corona; eran tantas que podía delegar en personas de confianza. En el caso del condado de Cataluña, lo hacía su hermano Moshé. Otra tarea delegable era la de recaudador de impuestos. Y en otro nivel, consejero familiar para por ejemplo arreglar los esponsales del hijo del rey. Muchos documentos de la cancillería llevan su firma y sello.
Cuando Yosef Ravaya pasa a Sicilia, se crea el cargo de bayles generales -algo así como gobernadores- y en esas baylías destacan Moshé Ravaya, Moshé de Portella y Aarón Abinafia. Los tres dependen de Yosef, no del rey directamente.
Moshé Ravaya, hermano de Yusef, fue el bayle general de un gran territorio: todo Cataluña, más las comarcas de Sobrarbe, Ribagorza y Pallars. No sabemos por qué pero fue destituido del cargo antes de 1283. Quizás se deba a la muerte de su hermano en Sicilia.
Moshé de Portella y Aaron Abinafia actuarán en Aragón: el primero en lo que hoy es la provincia de Huesca y parte de Zaragoza; el segundo, en Teruel y el sudeste de Zaragoza. La posición de Portella es superior a la de Abinafia, si nos remitimos al número de documentos firmados en la cancillería. Moshé de Portella, natural de Tarazona, tenía una jurisdicción tres veces más grande que Abinafia, natural de Calatayud. Abinafia no sólo se ocupó de dinero, sino también del mantenimiento de castillos fronterizos con territorios aún de mayoría musulmana y hostil.
En el Reino de Valencia hasta despuésd e 1282 no hay bailes generales -sólo locales y temporales- y deben rendir cuentas a Yusef Ravaya. En el condado de Cataluña la tarea va a ir siendo ocupada por la burguesía, aunque en Gerona estaba Astruc Ravaya, el padre de Yosef y de Moshé. En Tortosa, lindando con el Reino de Valencia, eran bayles Astruc Jacob Xixó y a su muerte, Samuel Rubí. En Zaragoza, después de la Cavallería, fue baile M. Alconstantini, que también lo fue dos años en Valencia.
Pero tras 1283, el panorama va a cambiar. Los aragoneses están descontentos con Pedro El Grande, que se ve obligado a firmar una serie de compromisos. En uno de ellos se pide que no haya judíos en la administración.
«Item demandan los rico hommes e todos los otros sobredichos que en
los reynos d’Aragon e de Valencia, ni en Ribagorqa ni en Teruel, que
no aya bayle que jodio sea»
Los bayles generales siguieron ocupando su cargo mientras estuvieran vivos, pero los locales fueron cesados en sus cargos de inmediato, excepto en Cataluña, donde lo fueron un año después. No obstante, constan judíos cercanos a la monarquía -si bien ya no en puestos superiores: Acac el-Calvo siguió ocupándose de comprar caballos para el Rey, mientras que David Mascarán pasó a ser (1285) aconsejador en asuntos judíos. Samuel Abenmenassé, conservó su puesto, porque sus cargos de alfaquin y escribano mayor de cartas árabes no se vieron afectados por las nuevas leyes.
Bibliografía:
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Discurso de David Romano en el acta de recepción pública en la Academia de Bellas Letras de Barcelona. Mayo de 1970.