Nota sobre el «Caso Belilios» , un tenso momento de disensión entre askenazíes y sefardíes en Jerusalén, en los primeros tiempos del Mandato Británico.
Como sabemos, muchos judíos irakíes, en el S XIX, cuando el Imperio de la Gran Bretaña conquistó La India y los ingleses necesitaban llegar al Golfo Pérsico, fueron maltratados por las autoridades y se acabaron yendo a fundar comunidades sefardíes en Bombay o Calcuta. Los más conocidos de ellos son los Sasón, que expandieron su floreciente imperio comercial llegando hasta Hong Kong. Y al socaire de ellos, muchas familias más.
En Hong Kong, año de 1926, rondando los noventa años, falleció la sra. Simja Belilios, que de soltera se llamaba Simja bat Yosef Ezra, que era un bagdadí de 1795 y presidente de la comunidad irakí en Calcuta hasta su muerte, en 1882. Simja, una de sus dos hijas, casó con el comerciante judío más rico de la comunidad calcutense, Emmanuel Raphael Belillos -familia de mercaderes venecianos. Este señor emprendió negocios en Hong Kong -vendía opio a Inglaterra- y allí se enamoró de una mujer china y no judía. Belilios, por otra parte, dedicó su fortuna a la filantropía: construyó un colegio para niñas y luego un reformatorio, además de otorgar becas de estudio. Cuando su esposa calcutense se enteró de que su esposo quería casarse con aquella china no dudó en presentarse en Hong Kong para comunicarle que no estaba dispuesta al divorcio (guet, en el Derecho Hebreo). Llegaron a un acuerdo que no sabemos que repercusiones tendría en la sociedad de entonces: ambas mujeres vivieron con el mercader en la misma casa. El falleció -alav ha´shalóm- en 1905, en Londres. Simja quedó viuda y con cuatro hijos, pero sobre todo haciéndose cargo de los negocios del difunto esposo bígamo. Simja, como ya dijimos antes, falleció-alea ha´shalom-en 1926. En su testamento indicó que quería donar la enorme cantidad de 75.000 libras esterlinas a los judíos de Jerusalén, aquella Jerusalén de los inicios del Mandato Británico.
Aquel dinero -especificaba el testamento- debía ser donado a la Junta de Síndicos de la Sinagoga Jefe en Jerusalén. (Años antes otro judío rico de Hong Kong había hecho una donación para construir una escuela agrícola en Eretz Israel pero el Mandato Británico no lo autorizó), así que en vez de donarlo a los administradores políticos del lugar lo donó a una institución judía directamente, aunque sin especificar a qué sinagoga debían dedicarlo. Y entonces empezaron las disensiones: el rab Kook, entonces rabino mayor de los askenazíes, exigía que se dedicara a la sinagoga de La Jurvá. El rabino de los sefardíes, Yaakov Meir, pedía que se dedicara a la sinagoga de Ben Zakai. Hubo un juicio, en el que testificó Moshé Gaón para explicar cuál era el lugar emblemático que la sinagoga sefardí ocupaba en la historia de las sinagogas de Jerusalén. Los askenazíes argumentaban que la de la Jurvá era la más grande y que a ella asistían las autoridades británicas en los días de fiesta cuando el cumpleaños del rey británico. Pero la comunidad sefardí tenía un argumento mayor: la benefactora Simja Belilios era sefardí, no askenazí, y estaba claro que cuando ella pensaba en una sinagoga pensaba en una sinagoga sefardí y no en el aniversario de monarcas ingleses y efemérides bélicas como la Primera Guerra Mundial. La hermana de Simha, Dina, presentó un certificado que atestiguaba el carácter sefardí de las familias, tanto los Ezra como los Belilio.
El abogado askenazí, Bernard (Dov) Joseph, le dijo al juez -para pasmo de muchos- que todos los judíos son askenazíes, excepto los nacidos en Portugal, España, Grecia, Marruecos o Persia. El abogado de los sefardíes, Meir Hai Ginau, dijo que todos los judíos son judíos sefardíes, excepto si son nacidos en Askenaz. Bernard Joseph dijo que el 85% de la población en Jerusalén era de origen askenazí, a lo que el abogado sefardí replicó que como mucho eran el 55% y hasta empezaron a contar todo lo que había hecho sir M. Montefiore por la ciudad. Evidentemente, el asunto era tema de conversación general entre los habitantes de Jerusalén y empezaron a temerse que el dinero acabara en manos del Mandato Británico.
Finalmente, un abogado anglo-judío llamado Bentwitch propuso la creación de un comité conjunto que acabó formado por nueve sefardíes y tres askenazíes. La suma en litigio mermó porque hubo que pagar muchos abogados y además llegó el problema que conocemos con el nombre de Crack de 1929, con sus consecuencias sobre el valor del dinero.
Pasados 25 años, se renovó la polémica: los askenazíes denunciaban que sólo una pequeña parte del dinero había sido destinada para su comunidad. Se volvió a recurrir a la justicia, pero en este caso la justicia rabínica; esto indirectamente acabó con los rabinatos de dos rabinos mayores de Jerusalén: el rabino YitzJak Nissim y el rabino Ovadia Yosef.
Bibliografía básica:
- Registros archivísticos de JEWISH HISTORICAL SOCIETY OF HONG KONG
- Biblioteca Nacional de Israel
Foto principal: Colegio Belillos para chicas de Hong Kong (aún en funcionamiento)