LOS SEFARDÍES DE LA ROQUETTE

  Nota sobre la comunidad judía del barrio parisino de La Roquette desde su fundación hasta hoy.


 De forma muy habitual, las sinagogas tienen dos nombres: uno, oficial, otorgado el día de su consagración -por ejemplo, el londinense beit kneset de Kahal Kadosh Shaar Ha´Shamáim– y otro, popular, que generalmente hace referencia a la calle en que se erigió la sinagoga: Shaar Ha´Shamáim se convierte así en Bevis Marks. Otro caso es el de la sinagoga parisina de Don Isaac Abrabanel, también llamada de La Roquette.

La Roquette (localidad de Normandía que toma su nombre de un apelativo antiguo para «pequeña fortificación») también es una calle de París que por extensión nombra a todo un barrio junto a la Plaza de La Bastilla y el cementerio del Padre Lachaise, en el Distrito XI. Podemos verlo también como una prolongación del muy judío barrio de Le Marais.

En La Roquette, y sobre todo en dos calles concretas, Ponpicourt y Sedaine, se aglutinaron, muy a principios del S XX, bajo el esplendor de la Belle Epoque, una serie de familias judías provenientes de distintos lugares del entonces convulso Imperio Otomano (e incluso alguna familia judía de Egipto, como los Chicurel). Todos ellos ladino-parlantes y observantes de los preceptos mosaicos. Los Ventura, los Ben Ezra, Los Benveniste y los Lumbroso, Los Sevilla: gente humilde, nuevos parisinos que se dedicaban básicamente al comercio; unos, eran ropavejeros esmirniotas del Mercado de las Pulgas y, otros,  finos vinateros de los caldos de la comunidad judía de Burdeos; pero había quienes vendían blanca leche (Crémerie Chanteloup, de la familia Bejar, oriundos de Salamanca, obviamente) y había quienes suministraban a domicilio negro carbón para los crudos inviernos de entonces; incluso había señoras que llegaron a ser damas de compañía de familias de la aristocracia sefardí, como la Sra. Díaz, de los potentísimos Díaz de Salónica. Algunos, como los Sephiha, traerán al mundo a eruditos de la antropología y la filología del sefardismo, cual es el caso de Haïm Vidal Sephiha, z´´l.

Crémerie Chanteloup, cuando un litro de leche costaba un franco con cuarenta y cinco.

Luego fueron llegando los magrebíes, los judíos de Marruecos, Argelia, Túnez. Todos ellos tuvieron, como no podía ser de otra forma, un alto sentido de comunidad, de familia, y había un lugar que servía como eje central de la kehilá. Ese lugar era la trastienda del café Le Bosphore, un tripot, es decir, un garito (pero tolerado por los gendarmes), inaugurado  en el 74 de la calle de Sedain, en 1905, en el edificio del Hotel de Europa. Durante el periodo de entreguerras estuvo regentado por Isaac Chicurel, otomano de 1893 en la localidad de Brousse.

Cuando un sefardí llegaba en aquellos trenes a la Gare de Lyon, con sus maletas y prole, sabía qué primer paso dar en las calles de París:  tenía que ir al Bosphore, el lugar que cumplía la función de consulado sefardí en París; además también era oficina de empleo para judíos que se avecinaban en el barrio, siendo atendidos en ladino, griego y turco, mientras confraternizaban con los lugareños bañando el gaznate con un poco de Raki y preguntando a los allí reunidos a diario si conocían a sus parientes los Cohen o qué trámites hacer para matricular a los niños en las escuelas de L´Alliance. También  fue donde se conocieron muchas parejas, se anunciaban muertes de vecinos y todas las cosas que pasan en un cafetín de barrio con personalidad propia. Por si fuera poca multi-funcionalidad, en la trastienda de aquel restaurante de comida sefardí tradicional, hasta el año de 1913, se habilitó un oratorio para poder rezar como lo habían hecho durante siglos en donde vivieron por centurias: a la sefardí, mezclando el judeo-español con el hebreo. Allí se practicaron no sólo rezos para las fiestas, empezando por Shabat, sino también a muchos bebés allí les hicieron sus circuncisiones y los mozalbetes cumplimentaban su bar mitzvá; por supuesto allí se celebraron matrimonios entre miembros de todas aquellas familias que vivían -con ilusión e ingenuidad- el levantamiento de su nueva comunidad. No sospechaban que estaba a punto de cambiar el mundo por completo con el estallido de la Primera Guerra Mundial, ni por supuesto podían sospechar que aquellos hijos de los allí recién casados, un día serían confinados en el Velódromo de Invierno para ser metidos cual vacas apaleadas en un tren con destino a Auschwitz. Isaac Chicurel, el propietario del Bsphore fue uno de los primeros judíos que entró en el primer convoy al maldito lugar de donde no se podía salir con vida, y allí fue asesinado de inmediato, pues por edad, no servía para ponerlo en el contingente de trabajos forzados.

Pero mucho antes de eso, cuando ni siquiera había estallado la Gran Guerra,  Le Bosphore -epicentro de la comunidad sefardí en París- se iba quedaba pequeño. No dejaban de llegar familias huyendo de las peligrosas Guerras de los Balcanes en el Imperio Otomano; así que en 1909 la comunidad decidió ponerse manos a la obra y empezar a pensar en tener una sinagoga a la altura de las circunstancias y no entre cajas de café turco, tabaco egipcio y botellas de Magia, la bebida alcohólica preferida de los judíos de Marruecos. Fue entonces, en 1909, cuando cuarenta familias de la Asociación Cultural de los Judíos Orientales, el 27 de marzo de ese año, reunió esfuerzos económicos y alquiló un cine -que comprarán en 1913, con objeto de montar allí una sinagoga. Puesto que la dirección del cine era  7  de la calle de Popincourt, al lugar se le llamó, en ladino, El Syete. Esta sinagoga estará en funcionamiento hasta 1960

Mientras tanto, entre 1913 y 1960, ocurrieron obviamente muchas cosas. Una de ellas fue el estallido de la Gran Guerra -la primera de las mundiales. Muchos sefardíes de La Roquette no dudaron en alistarse en las filas del ejército francés y muchos de ellos dieron su vida por la república francesa. En junio de 1935, para recordar a estos judíos voluntarios que lucharon por Francia, el presidente Albert Lebrun inauguró, en la Asociación Cultural de los Judíos Orientales, una placa en memoria de los caídos.

En 1960 c0mienzan los trabajos de la nueva sinagoga, de estética moderna y funcional. El Syete pasa a ser un lugar que la Asociación utiliza entonces como cantina gratuita y centro social y de recreo  para judíos desfavorecidos. En 1973, la Asociación cedió la propiedad al Consistorio Israelita, la máxima autoridad de los judíos en Francia -creado por Napoléon Bonaparte en 1808. A cambio, la Asociación pedía el uso y usufructo de la cantina y el centro cultural. Pero el 28 de agosto de 2004 el antiguo cine y sinagoga fue intencionadamente incendiado por criminales que no soportaban que se diera de comer gratis a alguien.

La sinagoga de Don Isaac Abrabanel fue inaugurada en 1962 por un descendiente de tan insigne judío sefardí. Su fachada es en forma de claustra, un recurso arquitéctonico parecido a una celosía, que en este caso forma una pared de Estrellas de David. En medio, sobre la puerta de entrada, aparecen las Luot Ha´Brit, las Tablas de La Ley. Como corresponde a toda sinagoga sefardí, la Tevá -el estrado en el que se leerá La Torá- está en el centro de la sala, mirando al Héjal -donde se guardan los SIfrei Torá.

 

El domingo 9 de noviembre de 2008 en esa sinagoga se rindió homenaje a Bernardo Rolland y Miota, cónsul general de España, que entre 1933 y 1939 protegió y ayudó a muchísimos sefardíes de La Roquette. La comunidad entregó una placa de agradecimiento al consulado español en París.

En 2014, a las puertas de esta sinagoga se desarrollaron los violentísimos sucesos entre manifestantes pro-palestinos protestando por la situación en Gaza y jóvenes militantes de la asociación judía, la Liga de Defensa Judía, del movimento Kahana.