LOS SEFARDÍES LLEGAN A NUEVA AMSTERDAM

 Notas sobre las circunstancias históricas que llevaron a unos sefardíes a fundar la primera comunidad judía de Nueva York.


 En la Plaza de Peter Minuit, en el extremo sur de Manhattan (N.Y), existe un monumento que recuerda a los 23 judíos sefardíes -adultos y menores de edad- que desembarcaron en Nueva Amsterdam el 5 de septiembre de 1654. ¿Pero qué sabemos de este grupo de pioneros que fundan la comunidad judía norteamericana?

 La República de las Siete Provincias de los  Países Bajos, tras haber creado la Compañía de las Indias Occidentales y haberse asentado a mediados del S. XVI en la actual Guayana y las Antillas Menores -Aruba, Curaçao, Bonaire- fundaron en 1625, en la costa del  Atlántico Norte, el estado de Nuevos Países Bajos (y su fuerte, Fort Amsterdam, germen de Nueva Amsterdam, hoy New York). Un lustro más tarde, es decir, en 1630,  ya habían cruzado el ecuador y se asentaron en Olinda, la entonces capital de  Pernambuco, y en el puerto pesquero de Recife. Muchos judíos y cripto-judíos hispano-lusos que habían huido de la presión de la Inquisición, radicándose en los Países Bajos, emigraron al Nuevo Mundo y fundaron en Recife la primera comunidad judía de América: Kahal Tsur. El número de familias rondaba las seiscientas. Pero había un gran problema: el territorio, después del Tratado de Tordesillas, 1494, pertenecía a Portugal (que a principios del S XVII no es reino independiente, sino anexionado al Imperio Español de Felipe II).  España entonces estaba en guerra con los Países Bajos. Y ese conflicto se trasvasó también a América, con la llamada Guerra Luso-Neerlandesa. En 1649, los de Lisboa consiguieron derrotar y expulsar a los de Amsterdam en Pernambuco. La mayoría de judíos, temiendo la instauración de la Inqusición Portuguesa en el lugar, decide abandonar Recife y regresar a Europa -Amsterdam, Londres, Hamburgo- a bordo de 16 naos.

Pero no todos dejaron el continente americano: 23 personas deciden tomar otros derroteros y embarcan en el Valck, rumbo a las islas de Jamaica y Cuba. Según r. Levy Mortera y el poeta David Jofshi, de Amsterdam, la nao fue capturada por los españoles, pero liberada por los franceses; y en Cuba embarcaron en el Santa Catrina, rumbo a Nueva Amsterdam.

 La llegada a tierra firme no estuvo exenta de problemas. Según consta en archivos judiciales de Holanda, se tramitó una demanda -en francés-  para que se pagara el costo del pasaje, tanto de adultos como de menores por igual. Puesto que no había dinero para abonar los 2500 florines, se solicitaba confiscar los bienes de los judíos a bordo -utensilios e incluso muebles. Un judío llamado Samuel Pieterson paga novecientos. La justicia decide dar un plazo de 24 horas para que se abone lo que resta; y mientras tanto, los bienes de los judíos permanecerán incautados y no podrán ser enajenados.

Stuyvesant

 Por otro lado, el gobernador de Nuevos Países Bajos, Peter Stuyvesant, se negaba a que desembarcaran en Nueva Amsterdam. Decía que eran gente proclive al engaño y además eran personas repugnantes, sin contar que su pobreza tras el atraco de los piratas los convertiría en una carga para el gobierno, por lo cual realizó una petición formal a la Compañía de las Indias para no permitir que bajaran del barco y se fueran a otra parte. Pero no tomó en cuenta que en la Compañía había varios grandes cargos ocupados por judíos y se le denegó la petición. El 15 de febrero -habían llegado en septiembre- la justicia ordena que se les deje desembarcar, a condición de que no sean carga para la beneficencia neerlandesa en la ciudad, pues no en vano los judíos -así lo habían ellos explicado a las autoridades-  habían luchado por los Países Bajos en Pernambuco hasta el último momento. Además, la colonia necesitaba gente que dinamizara el comercio y pagara impuestos. También estaba la decisión condicionada por el Tratado de la Paz Perpetua con el Rey de España [El Tratado de Muenster, 1648]en el cual se firmó  que la nación judía también disfrutará de la misma libertad que todos los demás habitantes de Nueva Holanda.

Y como había pocos problemas, estallan las Guerras Anglo-Neerlandesas, que terminan en el S XVIII con resultado evidente.